05 - Illuminatus Parte I: El Ojo en La Pirámide - Libro II: ZWEITRACHT - Quinto Viaje, o Geburah




Quinto Viaje, o Geburah

Patada Veloz s.r.l



Y, observad, estas son las Leyes Formuladas:

IMPOSICIÓN DEL ORDEN = ¡AUMENTO DEL CAOS!

- Lord Omar Khayaam Ravenhurst, “El Evangelio según Fred”, El Honesto Libro de la Verdad





Las luces parpadearon; la computadora zumbó. Hagbard sujetó los electrodos.

El 30 de Enero de 1939, un ridículo hombrecillo dio un ridículo discursillo en Berlín; entre otras cosas, dijo: “Y otra cosa que deseo decir, es que este día tal vez no sea memorable solamente para nosotros, los alemanes: en mi vida, muchas veces he profetizado, y la mayoría de las veces se han reído de mi. Durante el período de mi lucha por el poder, los judíos fueron los primeros en reírse de mí cuando profeticé que tomaría el liderazgo del estado y por lo tanto del pueblo y que, entre otras cosas, resolvería el problema judío. Creo que las risas de hiena de los judíos de Alemania se atragantaron en sus gargantas. Hoy quiero profetizar nuevamente: si el poder judío financiero internacional, dentro y fuera de Europa, logra sumergir a las naciones en otra guerra mundial, la consecuencia será la aniquilación total de la raza judía en Europa”. Y otras cosas por el estilo. Siempre decía cosas como esa. Para 1939, algunas cabezas aquí y allá se dieron cuenta de que el ridículo hombrecillo también era un pequeño monstruo asesino, pero solo un reducido número de ellos se dieron cuenta de que, por primera vez en sus diatribas antisemíticas, había utilizado la palabra Vernichtung - aniquilación -, pero no pudieron creer que realmente hablara en serio, con lo que ello implicaba. De hecho, salvo por un pequeño círculo de amigos, nadie sabía lo que aquel hombrecillo, Adolf Hitler, había planeado.

Fuera de ese pequeño - muy pequeño - círculo de amigos, otra gente que llegó a intimar con der Führer nunca pudo adivinar lo que había en su mente. Por ejemplo Hermann Rauschning, gobernador de Danzig, fue un nazi devoto hasta que comenzó a percibir algunas pistas de la dirección adonde conducían las fantasías de Hitler. Luego de escapar a Francia, Rauschning escribió un libro advirtiendo lo peligroso que era su ex líder. Se llamaba La Voz de la Destrucción, y era muy elocuente, aunque los pasajes más interesantes no fueron comprendidos por el mismo Rauschning, ni por la mayoría de sus lectores. “Aquel que ve al Nacional Socialismo solamente como un movimiento político, no lo conoce” le dijo Hitler a Rauschning, y está en el libro, pero Rauschning y sus lectores continuaron viendo al Nacional Socialismo como un movimiento político, peligroso y particularmente vil, pero nada más. “La creación todavía no está completa” dijo Hitler; y Rauschning nuevamente lo registró, pero no lo comprendió. “El planeta sufrirá una convulsión que ustedes, los no iniciados, no podrán comprender” advirtió der Führer en otra ocasión; en otro momento remarcó que el nazismo no solo era algo más que un movimiento político, si no que era “más que una nueva religión”; Rauschning lo escribió en el libro, pero no entendió nada. Incluso registró el testimonio del médico de Hitler, quien decía que el ridículo hombrecillo asesino a menudo despertaba vociferando por pesadillas extraordinariamente intensas, y gritaba “¡es ÉL, es ÉL, ÉL viene por mí!”. El bueno de Hermann Rauschning, un alemán de la vieja escuela no apto para la Nueva Alemania del Nacional Socialismo, tomó todo esto como evidencia del desequilibrio mental de Hitler…

Están volviendo - Hitler, Goering, Streicher - todos ellos. Y los poderes detrás suyo, algo con un aspecto que usted no podría ni imaginar.

Usted creyó que eran humanos, continuó el paciente mientras el psiquiatra escuchaba atónito, pero espere a verlos por segunda vez. Ya están llegando - a fin de mes estarán aquí

Karl Haushofer nunca fue enjuiciado en Nurenberg; pregúntenle a cualquiera por el nombre del responsable principal de la decisión de la Vernichtung (aniquilación), y su nombre no será mencionado; incluso la mayoría de los historiadores de la Alemania Nazi relegan su nombre a notas al pié de página. Pero se cuentan historias extrañas sobre sus muchos viajes al Tibet, Japón y a otras partes del Oriente; sobre su don para la profecía y la clarividencia; sobre la leyenda de que pertenecía a una secta excéntrica y muy peculiar de budistas disidentes, quienes le habían encomendado una misión en el mundo occidental, tan seria, que juró suicidarse si no la cumplía con éxito. Si esto último es cierto, Haushofer debe haber fallado, porque en Marzo de 1949 asesinó a Martha, su esposa, y luego realizó el seppuku, rito suicida japonés. Su hijo, Albrecht, había sido ejecutado por su rol en el complot de oficiales para asesinar a Hitler. (Albrecht había escrito sobre su padre en un poema: “Mi padre rompió el sello/ No sintió el aliento del Diabólico/ ¡Lo libró al mundo!”)

Fue Karl Haushofer, clarividente, místico, médium, orientalista y fanático creyente del continente perdido de Thule, quien presentó a Hitler en la Logia Iluminada de Munich en 1923. Al poco tiempo, Hitler hizo su primer intento de golpe de estado.

Todavía no existe una interpretación racional que satisfaga a todos los participantes y observadores de los eventos de Agosto de 1968 en Chicago. Esto sugiere la necesidad de modelos libres de valores, inspirados por el análisis estructural de la Teoría del  Juego y del Comportamiento Económico de von Neumann y Morgenstern, la cual nos permitirá expresar funcionalmente lo que realmente ocurrió, sin teñir nuestro análisis con preferencias o prejuicios morales. El modelo que emplearemos es el de dos equipos: una carrera de autos que sube y una carrera de bicicletas que baja, cruzándose accidentalmente en la misma colina. La estatua de Picasso en el Centro Cívico será la “Largada” para los autos ascendentes, y la “Llegada” para las bicicletas descendentes. Poncio Pilato, disfrazado de Sirhan Sirhan, dispara el tiro del comienzo descalificando a Robert F. Kennedy, por quién Marilyn Monroe se suicidó, según los tabloides menos confiables y los periódicos amarillistas.

ESTA ES LA VOZ DEL HOMBRE ARAÑA, SU VECINO AMISTOSO. DEBES DARTE CUENTA QUE NO ERES JOSEPH WENDELL MALIK

Las motocicletas de los Hell’s Angels no encajan para nada en la estructura de la carrera, así que orbitan indefinidamente alrededor de la heroica estatua del General Logan en el Grant Park (la “Llegada” para los corredores de la crucifixión ascendente) y pueden ser considerados como aislados de la “acción”, lo cual, por supuesto, es América.

La primer caída de Jesús puede ser considerada como un “punto”, y Simon opera el inflador en sus ruedas, pero la amenaza de echar LSD en el suministro de agua constituye una “falta” y por lo tanto su equipo debe retroceder tres cuadras, llevados por el gas Pimienta, las porras y por las ametralladoras de los mafiosos de Capone, liberados desde otra franja temporal en el mismo multiverso. Más que Einstein, fue Willard Gibbs quién creó el cosmos moderno y su concepto de realidad contingente o estadística, cuando la fertilización cruzada con la Segunda Ley de la Termodinámica de Shannon y Weiner condujo a la definición de la información como el recíproco negativo de la probabilidad, haciendo que la golpiza que recibió Jesús por parte de la Policía de Chicago sea solamente otra de esas cosas que pasan en éste tipo de salto cuántico.

Un Centurión llamado Semper Cuni Linctus sobrepasa a Simon en el Grant Park, buscando la carrera de bicicletas. “Cuando crucificamos a un hombre,” murmuró “debería quedarse crucificado”. Las tres Marías sostenían pañuelos en sus rostros, mientras el gas lacrimógeno y el Zyklon B ascendían por la colina hasta donde se erguían las cruces y el General Logan… “niño, danza al tiempo kerosén” canturrea San Sapo mirando a Fission Chips desde la puerta… Arthur Flegenheimer y Robert Putney Drake ascienden por la chimenea… “Uno no necesita creer en Santa Claus” explica H. P. Lovecraft… “Ambrose”, le dice el Holandés, implorante.

“No puede ser” dice Joe Malik, casi llorando. “Es una locura. Los edificios no estarían en pie. Los aviones no volarían. Las represas colapsarían. Los colegios de ingeniería serían asilos para lunáticos”.

“¿No lo son?” pregunta Simon. “¿Has leído los últimos datos sobre catástrofes ecológicas? Debes enfrentarlo, Joe. Dios es una mujer loca”.

“No hay líneas rectas en el espacio curvo” añade Stella.

“Pero mi mente está muriendo” protesta Joe, estremeciéndose.

Simon le muestra un grano de maíz y le dice urgentemente “¡Osiris es un dios negro!”.

(Sir Charles James Napier, barbudo, pelilargo y de sesenta y tantos años, General del Ejercito de Su Majestad en la India, conoció a un bribón de lo más simpático en Enero de 1843 e inmediatamente escribió a sus amigos de Inglaterra sobre esta persona notable, a quien describió como valiente, astuto, fabulosamente rico y totalmente inescrupuloso. Desde que este singular personaje fue considerado un Dios por sus seguidores, que eran más de tres millones, comenzó a cobrar veinte rupias por permitirles besar sus manos, pidió - y obtuvo - favores sexuales de las esposas e hijas de los Verdaderos Creyentes y demostró su divinidad cometiendo descarada y abiertamente todos los pecados por los cuales cualquier mortal se marchitaría de vergüenza de sólo conocerlos. También demostró que podía pelear como diez tigres en la Batalla de Miani, donde ayudó a los británicos a combatir a las tribus rebeldes Baluchi. De todo un poco, concluyó el General Napier, un ser humano de lo más inusual: Hasan Alí Shah Mahallat, cuadragésimo Imán o Dios viviente de la secta Ismaelita del Islam, descendiente directo de Hassan i Sabbah y primer Aga Khan.)

Querido Joe:

Estoy de vuelta en Checago, el desmán fabuloso de Richard el Jorobado, chiquero del mundo, etc., donde la polución cae como un trueno cruzando el lago desde Gary, etc., y donde el Padre y yo todavía estamos trabajando en las cabezas de las Cabezas locales, etc., así que finalmente me puse en sintonía para escribirte la extensa carta que te prometí.

Weishaupt llegó hasta La Ley de los Cincos, y Hagbard y John no están muy interesados en especulaciones adicionales. El fenómeno 23/17 es un descubrimiento enteramente mío, exceptuando a William Burroughs, que notó el 23 pero no llegó a ninguna conclusión sobre el tema.

Estoy escribiendo sobre un banco del Grant Park, cerca del lugar adonde me echaron gas Pimienta hace tres años. Lindo simbolismo.

Vino una mujer de las Madres Contra la Polio. Le di unas monedas. Qué bajón, justo cuando estaba intentando poner mis pensamientos en orden. Cuando vengas, podré decirte más; esta carta será obviamente un tanto somera.

Como decía, Burroughs se encontró con el 23 en Tánger, cuando el capitán de un ferry, llamado Clark, remarcó que había estado navegando durante 23 años sin accidentes. Ese día el bote se hundió junto a toda su tripulación. Burroughs estaba pensando en ello al anochecer, cuando escuchó en un noticiero de la radio que un avión de Eastern Airlines, de New York a Miami, se había estrellado. El piloto era otro capitán Clark y el avión era el Vuelo 23.

“Si quieres conocer el alcance de su control,” le dijo Simon a Joe (esta vez hablando, no por escrito; iban en el auto por San Francisco luego de dejar a Dillinger) “saca un billete de un dólar de tu billetera y míralo. Vamos - hazlo ahora. Quiero mostrarte algo”. Joe sacó su billetera y buscó. (Un año después, en la ciudad a la que Simon llama Checago en honor a las simultáneas invasiones de Agosto de 1968, la convención de los KCUF está tomando su primer descanso para merendar luego del duro discurso de apertura de Jim el Sonriente. Simon roza a un acomodador, grita “Hey, maldito marica, quita tus manos de mi culo” y durante el tumulto consecuente, Joe mete AUM en el ponche sin problemas).

“¿Necesito un carnet de la biblioteca para ver un solo libro?” pregunta Carmel a la bibliotecaria en la Sucursal Principal de la Biblioteca de Las Vegas, luego de fracasar al intentar que Maldonado le guiase hasta un agente comunista.

“Uno de los actos más desconcertantes en la presidencia de Washington,” dice el profesor Percival Petsdeloup en una clase de historia americana en Columbia, allá por el ’68 “fue su negativa a ayudar a Tom Paine, cuando Paine fue condenado a muerte en París”… ¿Por qué desconcertante? pensaba George Dorn al fondo del aula, si Washington trabajaba para el establishment… “Antes que nada mira el rostro en el frente” dice Simon. “No es Washington en absoluto, es Weishaupt. Compáralo con cualquier pintura anterior de Washington y verás lo que digo. Y mira esa media sonrisa críptica en su cara”. (La misma sonrisa que Weishaupt exponía cuando terminó su carta a Paine, explicando por qué no podía ayudarlo, sellada con el Gran Sello de los Estados Unidos cuyo significado sólo él conocía; y recostándose en su silla, murmuró para sí: “¡Jacques De Molay, has sido vengado nuevamente!”).

“¿Qué yo estoy provocando disturbios?, fue ese marica con sus manotas en mi culo”.

(“Bien, no sé qué libro en particular, cariño. Alguno que diga cómo trabajan los comunistas. Ya sabes, que diga cómo puede hacer un ciudadano patriota para descubrir un nido de espías comunistas en su barrio. Ese tipo de cosas” explicó Carmel.)

Un enjambre de hombres con camisas azules y cascos blancos de plástico se precipita por la calle 43 y la Plaza de la ONU, pasando por la inscripción que dice “Tornemos nuestras espadas en arados, nuestras lanzas en herramientas y dejemos de pensar en la guerra”. Revoleando pesadas cruces de madera y profiriendo gritos de guerra rabiosos, estos hombres irrumpen en la multitud como una ola destruyendo un castillo de arena. George los ve venir y su corazón pega un salto.

“Y cuando giras el billete, lo primero que ves es la pirámide Illuminati. Verás que dice mil setecientos setenta y seis, aunque nuestro gobierno fue fundado en mil setecientos ochenta y ocho. Supuestamente, el mil setecientos setenta y seis está allí porque fue cuando se firmó la Declaración de Independencia. La verdadera razón es que mil setecientos setenta y seis es el año en que Weishaupt revivió a los Illuminati. Y ¿Por qué crees que la pirámide tiene setenta y dos segmentos en trece escalones?” preguntó Simon en mil novecientos sesenta y nueve… “¡Confundido, mis polainas! Cuando un tipo me toca el culo, comprendo exactamente lo que quiere” grita Simon en mil novecientos setenta… George codea a Peter Jackson “los Relámpagos de Dios”, dice. Los cascos plásticos brillaban al sol mientras se abrían paso en las escalinatas llevando una bandera que rezaba en letras rojas sobre fondo blanco: “AMÉRICA: ÁMALA O TE APLASTAREMOS”… “Cristo” dice Peter Jackson “mira cómo la policía hace acto de desaparición”… Dillinger se sienta con las piernas cruzadas en una cámara pentagonal debajo del Salón de Meditación de la ONU. Adopta la posición del loto con una facilidad que parecería inusual en un norteamericano de sesenta y tantos, si hubiera alguien para atestiguarlo.

“Setenta y dos es el número cabalístico del Sagrado e Impronunciable Nombre de Dios utilizado en la magia negra, y trece es el número de la misa negra” explica Simon. “Esa es la razón”. El Volkswagen ronronea por San Francisco.

Carmel baja los escalones de la Biblioteca Pública de Las Vegas con una copia de Maestros del Engaño de J. Edgar Hoover bajo el brazo, con una sonrisa anticipada en el rostro, y Simon es expulsado del Sheraton-Chicago gritando “¡Maricas! ¡Ustedes son un montón de maricas!”.

“Y aquí hay otra de sus bromas” añade Simon. “¿Ves la Estrella de David sobre la cabeza del águila? La pusieron allí solamente para que algunos derechistas chiflados la vieran y pudieran afirmar que era la prueba de que los Ancianos de Sión controlan el Tesoro y la Reserva Federal”.

Mirando a la multitud en la Plaza de la ONU, Zev Hirsch, Comandante de los Relámpagos de Dios del Estado de New York, observa cómo sus tropas, agitando sus cruces de madera como si fuesen tomahawks, hacen retroceder a los pusilánimes pacifistas. Hay un obstáculo. Se ha formado una línea azul de policías entre los Relámpagos de Dios y sus presas. Sobre los hombros de los policías, los pacifistas gritan palabras obscenas a sus enemigos de cascos plásticos. Los ojos de Zev recorren la muchedumbre. Capta la mirada de un policía de rostro enrojecido con una trenza dorada en la gorra. Zev lo mira interrogativamente. Un minuto después el capitán hace un gesto leve con la mano izquierda. Inmediatamente, la línea policial se desvanece como derretida por el brillante sol primaveral sobre la Plaza. El batallón de los Relámpagos de Dios cae sobre sus víctimas, angustiadas, indignadas y estupefactas. Zev Hirsch ríe. Esto es mucho más divertido que en sus viejos tiempos en la Liga de Defensa Judía. Todos los sirvientes están borrachos. Y la lluvia continúa.

En una cafetería de Jerusalén, dos viejos canosos vestidos de negro toman café. Intentan ocultar sus emociones de la gente que los rodea, pero sus ojos están locos de excitación. Están mirando un periódico yiddish, leyendo un enorme aviso de cuarto de página sobre el festival de rock más grande de todos los tiempos, que tendrá lugar cerca de Ingolstadt, Baviera - con bandas y gente de todas las nacionalidades, que será conocido como el Woodstock de Europa -. En la misma página, los ojos acuosos de ambos viejos releen por quinta vez un aviso en yiddish en la columna de mensajes personales “En agradecimiento a San Judá por los favores recibidos. A. W.”.

Uno de los viejos señala la página con un dedo tembloroso. “Está llegando”, dice en alemán.

El otro asiente con una sonrisa beatífica en su pálido rostro. “Jawohl. Llegará muy pronto. Der Tag. Debemos ir a Bavaria, pronto. ¡Ewige Blumenkraft!”.

Carlo puso el arma entre nosotros, sobre la mesa. “Así es, George” dijo. “¿Eres un revolucionario o solamente juegas a serlo? ¿Puedes tomar el arma?”

Me limpié los ojos. El Passaic fluía debajo de mí, una quieta corriente de basura que bajaba desde las cataratas Paterson hacia Newark y el océano Atlántico. Mi mente era como la basura, despreciable y cobarde… los Relámpagos de Dios se entusiasmaron golpeando a cada persona que llevase el prendedor de NO QUIERO MORIR POR FERNANDO POO. La sangre baila en el aire en frágiles burbujas rojas frente al edificio con forma de lápida de la ONUla respiración de Dillinger disminuye. Contempla el ojo de rubí en lo alto de la pirámide de trece escalones oculta en el edificio de las Naciones Unidas, y piensa en pentágonos.

“Soy un Relámpago de Dios” dijo Carlo. “No es broma, nene, voy a hacer todo el show”. Su mirada intensa quemó mis ojos, mientras sacaba una navaja del bolsillo. “Puto comunista” gritó repentinamente, levantándose tan rápido que la silla cayó detrás de él. “No saldrás ileso esta vez. Te cortaré las bolas y las enviaré a tu casa como souvenir”. Tiró una puñalada, desviándola en el último momento. “Te haré saltar, marica pelilargo. Me pregunto si tienes bolas. Bien, lo averiguaré”. Se acercó haciendo movimientos serpentinos en el aire con el cuchillo.

“Mira” dije desesperado “sé que solamente estás actuando”.

“No sabes nada, nene. Tal vez soy del FBI o de la CIA. Tal vez esto solo es una excusa para hacerte tomar el arma y poder matarte alegando defensa propia. La vida no es meras demostraciones y actuaciones, George. Hay veces en que va en serio”. Finteó nuevamente con el cuchillo y yo tambaleé torpemente hacia atrás. “Tomarás el arma o te cortaré las bolas y le diré al grupo que no sirves para una mierda y que no podemos usarte”.

Él estaba totalmente loco y yo totalmente cuerdo. Lo cual es una mejor forma de decir que él era valiente y yo gallina.

“Escucha,” dije “sé que no me apuñalarás realmente, y tu sabes que en verdad no te dispararé…”

“A la mierda con tus yo sé y tu sabes”. Carlo me golpeó el pecho con su mano libre, fuertemente. “Soy un Relámpago de Dios, verdaderamente un Relámpago de Dios. Haré toda la escena. Esto es una prueba, pero la prueba es de verdad”. Me golpeó nuevamente, haciéndome perder el equilibrio, y luego me pegó dos sopapos rápidos, de ida y vuelta. “Siempre digo que ustedes los maricas pelilargos comunistas no tienen huevos. Ni siquiera te defiendes. ¿No puedes enojarte? Solo sientes piedad por ti mismo, ¿No es así?”.

Eso era muy cierto. Un nervio muy profundo fue tocado por la injusticia de su habilidad para ver adentro mío más de lo que yo me atrevía a mirar; y terminé tomando el arma de la mesa, gritando “¡Maldito sádico estalinista hijo de puta!”.

“Mira el águila” dice Simon. “Mírala bien de cerca. No son ramas de olivo lo que hay en su garra izquierda, nene. Es nuestra vieja amiga María Juana. Realmente nunca antes habías mirado un billete de un dólar ¿No es así?”.

“El verdadero significado de la pirámide es alquímico, por supuesto. El código tradicional representa las tres modalidades sexuales mediante un cubo, una pirámide y una esfera. El cubo es lo que generalmente llamamos sexo normal, en el cual los dos sistemas nerviosos no se fusionan en el orgasmo, como los lados paralelos del cubo. La pirámide representa a ambos acabando juntos y uniéndose, el orgasmo mágico telepático. Y la esfera es el Ritual Tántrico, infinitamente prolongado, y sin orgasmo en absoluto. Los alquimistas usaron ese código durante más de dos mil años. Los rosacruces que había entre nuestros padres fundadores utilizaron la pirámide como símbolo de su tipo de magia sexual. Más recientemente, Aleister Crowley la usó con el mismo sentido. El ojo en la pirámide es el encuentro de las dos mentes. Un acoplamiento neurológico. La apertura del ojo de Shiva. Ewige Schlangekraft - el eterno poder de la serpiente. La unión de la rosa y de la cruz, vagina y pene, en la Rosacruz. El salto astral. La mente escapando de la fisiología”.

Se suponía que el AUM comenzaría a actuar casi instantáneamente, de acuerdo a lo que los científicos del FLE le dijeron a Hagbard, así que Joe se acercó a un hombre que se había servido ponche, y comenzó una conversación. “Linda charla la que dio Jim el Sonriente” dijo seriamente. (Enterré el arma en el abdomen de Carlo, y vi cómo empalidecía. “No te preocupes” le dije, sonriendo “no la voy a usar contigo. Pero cuando regrese habrá un cerdo muerto en las calles de Morningside Heights”. Comenzó a hablar, pero le propiné un golpe con el arma y sonreí mientras él jadeaba, intentando respirar. “Camarada” añadí). “Si, Jim el Sonriente ha nacido con una lengua de plata” dijo el otro hombre.

“Una lengua de plata” asintió Joe solemnemente, y extendiendo la mano agregó “a propósito, soy Jim Mallison, de la delegación de New York”.

“Lo supe por su acento” dijo el otro, sagazmente. “Soy Clem Cotex, de Little Rock”. Estrecharon sus manos. “Mucho gusto en conocerlo”.

“Qué mal lo de ese chico que echaron” dijo Joe, bajando la voz. “A mí me pareció que el acomodador realmente lo estaba - ya sabe - tocando”.

Cotex pareció sorprendido por un momento, pero luego sacudió la cabeza, dubitativo. “Hoy en día no se puede estar seguro de nada, especialmente en las grandes ciudades. ¿Realmente usted cree que un asistente de Andy Frain pueda ser - maricón?”.

“Como usted dijo, hoy en día en las grandes ciudades…” Joe se encogió de hombros. “Solo digo lo que a mí me pareció. Por supuesto, tal vez no lo era. Tal vez solo era un ladrón de poca monta que intentaba meter mano al bolsillo del chico. Eso también sucede a menudo en estos días”. Involuntariamente, Cotex llevó su mano hacia atrás para comprobar si tenía su propia billetera y Joe continuó tranquilamente “pero no descartaría lo otro, para nada. Si se para a pensar: ¿Qué tipo de hombre querría ser asistente durante un mitin del KCUF? Usted debe haber observado la cantidad de homosexuales que hay en nuestra organización”.

“¿Qué?” los ojos de Cotex saltaron hacia fuera.

“¿No lo ha notado?” Joe sonrió despectivamente. “Los verdaderos cristianos somos muy pocos. La mayoría de los miembros son un tanto suavecitos ¿Comprende lo que quiero decir? Creo que es uno de nuestros problemas más grandes, y deberíamos sacarlo a la luz y discutirlo con franqueza. Airear el asunto ¿No es así? Tome como ejemplo la forma en que Jim el Sonriente le pone el brazo alrededor de los hombros cuando habla con usted…”

Cotex lo interrumpió “Maldita sea, señor, tiene razón. Ahora caigo - cuando Jim el Sonriente estaba exponiendo esas fotos obscenas para demostrar cómo se han degenerado algunas revistas, algunos hombres aquí se estremecieron. No solo lo desaprobaron - si no que realmente se sintieron asqueados ¿Qué tipo de hombre halla desagradable a una mujer desnuda”.

Vamos, chico, vamos, pensó Joe. El AUM está funcionando. Rápidamente, descarriló la conversación “Otra cosa que me molesta. ¿Por qué nunca desafiamos la teoría de la Tierra esférica?”.

“¿Eh?”

“Mire,” dijo Joe “si todos esos científicos, comunistas y liberales lo están metiendo a la fuerza todo el tiempo en nuestras escuelas, debe haber gato encerrado ¿Alguna vez se detuvo a pensar que no hay manera - en absoluto - de encajar una Tierra esférica con la historia del Diluvio, o con el milagro de Josué, o con Jesús viendo todos los reinos de la Tierra desde el pináculo del Templo? Y le pregunto, de hombre a hombre: ¿Ha visto usted la curvatura de la Tierra en alguno de sus viajes? En todos los lugares donde he estado, era plana ¿Vamos a confiar en la Biblia y en la evidencia de nuestros propios sentidos, o vamos a escuchar a un manojo de agnósticos y ateos de laboratorio?”.

“Pero la sombra de la Tierra sobre la Luna durante un eclipse…”

Joe sacó una moneda de su bolsillo y la levantó “Esto proyecta una sombra circular, pero es plana, no esférica”.

Cotex miró el vacío un largo rato, mientras Joe esperaba con excitación reprimida. “¿Sabe una cosa? Todos los milagros bíblicos, nuestros propios viajes y la sombra de la Tierra sobre la Luna, tendrían sentido si la Tierra tuviese forma de zanahoria, y los continentes estuviesen en el extremo plano”.

Alabado sea el Dios de Simon, Bugs Bunny, pensó Joe triunfante. Está sucediendo - no es solamente crédulo - es creativo.

Seguí al policía - al cerdo, me corrijo - afuera de la cafetería. Yo estaba tan excitado que me parecía un Viaje. El azul de su uniforme, los letreros de neón e incluso el verde de los postes de luz, se veían súper brillantes. Era la adrenalina. Mi boca estaba seca - deshidratación -. Todos los síntomas clásicos de lo que Skinner llama el síndrome de activación. Dejé que el policía - el cerdo - se adelantara media cuadra y busqué el revolver en mi bolsillo.

“¡Vamos George!” gritó Malik. George no quería moverse. El corazón le cabalgaba, y los brazos y las piernas le temblaban tan fuertemente que supo que le serían inútiles para pelear. Pero no quiso moverse. Estaba harto de escapar de esos hijos de puta.

No podía evitarlo. A medida que avanzaban los hombres de camisas azules y cascos blancos, la muchedumbre retrocedía y George debía moverse con la masa o dejarse golpear y pisotear.

Vamos George” ahora era Peter Jackson quien estaba a su lado, aferrándolo fuertemente del brazo, tironeándolo.

“Carajo ¿Por qué debemos huir de ellos?” dijo George, tambaleando hacia atrás.

Peter sonreía desganadamente. “¿No lees a Mao, George? El enemigo ataca, nosotros nos retiramos. Deja que se queden los fanáticos Morituri y que los aplasten”.

No puedo hacerlo. Tengo el arma en la mano, pero no puedo sacarla y sostenerla frente a mí, como no puedo sacar el pene y menearlo por ahí. Estaba seguro, a pesar de que las calles estaban vacías a excepción del cerdo y yo, de que una docena de personas saltarían desde las puertas gritando “Miren, la sacó de sus pantalones”.

Ahora, que Hagbard dijo “Sostente el culo. Estamos en una batalla” estoy congelado, como me quedé congelado aquella vez en aquel dique sobre el Passaic.

“¿Eres un revolucionario o solamente juegas a serlo?” preguntó Carlo.

Y Mavis: “Lo único que han hecho tus militantes radicales es recortar cuidadosamente el diagrama de un cóctel molotov publicado en The New York Review, pegarlo en la puerta del baño y masturbarse mirándolo”.

Howard cantó:

En sus naves se acerca y ataca el enemigo
¡Es hora de luchar sin miedo y con bríos!
En la cara de la Muerte nos vamos a reír
¡No nos rendiremos, a luchar hasta morir!

Saqué el arma del bolsillo - allí parado, mirando el Passaic debajo - y la puse en mi frente. Si no tenía el coraje para asesinar, Dios sabe que estaba lo suficientemente desesperado como para suicidarme cien veces. Y nada más tenía que hacerlo una sola vez. Una sola vez y el olvido. Quito el seguro. (¿Más actuación, George? ¿O realmente vas a hacerlo?) Lo haré, carajo, malditos sean todos. Jalo el gatillo y, junto a la explosión, caigo en la oscuridad.

(El AUM era un producto que los científicos del FLE - Frente de Liberación Erisiana - compartían con los JAMs. Un extracto de cáñamo mejorado con RNA, la molécula “erudita”, mas los ingredientes del famoso “Frisco Speedball” - heroína, cocaína y LSD. El efecto era que la heroína calmaba la ansiedad, el RNA estimulaba la creatividad, la hierba y el ácido abrían la mente al placer y la cocaína estaba allí para completar la Ley de los Cincos. En delicado equilibrio no provocaba alucinaciones, ni la sensación de estar drogado - solo un súbito arrebato de lo que Hagbard gustaba en llamar “credulidad constructiva”)

Fue uno de esos súbitos cambios de movimiento que ocurren en una multitud. En vez de oponer resistencia, la muchedumbre entre George, Peter y los cascos blancos estaba cediendo. Un hombre delgado y de mirada angustiada chocó pesadamente contra George. Se oyó un golpe terrible y el hombre cayó al suelo.

George vio la oscura cruz de madera antes de ver al hombre que la empuñaba. En el extremo del brazo de la cruz había sangre y cabellos. El hombre de los Relámpagos de Dios era oscuro, corpulento y musculoso, con una sombra azul en sus mejillas. Tenía aspecto de italiano o latino - de hecho, era muy parecido a Carlo -. Sus ojos eran grandes, su boca estaba abierta y respiraba vigorosamente. La expresión no era de rabia, ni de alegría sádica - simplemente era un gesto de esmero laborioso y despreocupado de un hombre que está haciendo un trabajo difícil y fatigante. Se inclinó sobre el hombre caído y levantó la cruz.

“¡Muy bien!” dijo enérgicamente Peter Jackson. Hizo a un lado a George. En la mano sostenía una pistola de agua de plástico amarillo y de aspecto ridículo. Disparó un chorro al cuello del distraído miembro de los Relámpagos de Dios. El hombre gritó y se arqueó hacia atrás, haciendo volar la cruz por los aires. Cayó de espaldas y quedó tendido, gritando y retorciéndose.

“¡Hijo de puta! ¡Vamos!” gruñó Peter mientras arrastraba a George hacia el gentío, corriendo y cortando camino hacia la calle Cuarenta y Dos.

“Falta una hora y media” dice Hagbard, comenzando a revelar finalmente la tensión reprimida. George mira su reloj - exactamente las 10:30 PM, hora de Ingolstadt. Los Canoa Plástica aúllan KRISHNA KRISHNA HARE HARE.

(Bajo el sol del mediodía, dos días antes, Carmel corre a bordo de su jeep alejándose de Las Vegas)

“¿A quién voy a encontrar en la Logia Norton?” pregunta Joe “¿Al juez Crater? ¿A Amelia Earhart? Nada me sorprendería ahora”.

“A un grupito de gente muy unida” responde Simon. “Pero ninguno de esos que dices. Tendrás que morir, morir realmente man, antes de llegar a la iluminación” dice sonriendo gentilmente. “Mas allá de la muerte y la resurrección, no encontrarás nada que puedas llamar ‘sobrenatural’ en ese grupo. Ni siquiera una pizca del viejo satanismo al estilo Chicago”.

“Dios” dice Joe “¿Eso fue hace solo una semana?”

“Sip” Simon sonríe, acelerando su VW para sobrepasar a un Chevrolet con matrícula de Oregon. “Todavía estamos en mil novecientos sesenta y nueve, aunque te parezca haber vivido varios años desde que nos encontramos en el mitin anarquista”. Le dedica una mirada divertida a Joe.

“Supongo que eso significa que sabes lo que ha estado sucediendo en mis sueños. Estoy teniendo recuerdos del futuro”.

“Eso siempre sucede luego de una buena y sucia Misa Negra con hierba mezclada en el incienso” dice Simon. “¿Qué tipo de cosas te suceden? ¿Te pasa incluso despierto?”.

“No, solo en mis sueños” Joe hace una pausa, pensativo. “Solo sé que son reales porque son sueños muy vívidos. Uno de ellos tiene que ver con una marcha pro-censura en el hotel Sheraton-Chicago, creo que dentro de un año. Otro parece más lejano en el futuro - dentro de cinco o seis años -, donde interpreto a un doctor, por alguna razón. Y un tercer grupo de imágenes parece el escenario de una película de Frankenstein, con la diferencia de que todos los extras son hippies y parece haber un festival de rock”.

“¿Te molesta?”

“Un poco. Solía despertar con el futuro por delante, y no por detrás y por delante al mismo tiempo”.

“Te acostumbrarás. Estás comenzando a conectarte con lo que el viejo Weishaupt llamaba ‘die Morgensheutegesternwelt’ - el mundo del mañana-hoy-ayer -. De ahí sacó Goethe su idea para Fausto, al igual que se inspiró en el slogan ‘Ewige Blumenkraft’ de Weishaupt para su ‘Ewige Weibliche’. Te diré algo,” sugirió Simon “prueba usar tres relojes pulsera, como hace Bucky Fuller - uno con la hora actual, otro con la hora de tu destino y el tercero con una hora arbitraria, como la del Meridiano de Greenwich o la de tu pueblo natal -. Te ayudará a acostumbrarte a la relatividad. Mientras tanto, nunca chifles mientras estás meando. Y también podrías repetirte a ti mismo, cuando estás desorientado, la sentencia de Fuller: ‘Yo parezco ser un verbo’”.

Continuaron en silencio por un rato, y Joe reflexionó sobre ser un verbo. Diablos, pensó, ya tengo suficientes problemas para entender a qué se refiere Fuller cuando dice que Dios es un verbo. Simon lo dejó meditar, y comenzó a tararear nuevamente: “Ramsés Segundo está muerto, mi amor/ Camina por los campos donde moran los BENDITOOOS…” Joe cayó en la cuenta de que estaba comenzando a dormirse… y todos los rostros en la mesa de meriendas lo miraban estupefactos. “No, en serio” dijo. “Los antropólogos son muy tímidos para expresarlo abiertamente en público, pero arrinconen a uno de ellos en privado y pregúntenle”.

Como tomahawks, las cruces de los Relámpagos de Dios se alzaban y caían sobre el cráneo indefenso del hombre delgado. Habían encontrado a su camarada herido, retorciéndose y gimiendo, tirado en la calle al lado de su antigua víctima. Un par de ellos cargaron al hombre lastimado de los Relámpagos, mientras el resto se vengaba con el pacifista inconsciente.

(“Tú, Lucas,” dice Yeshua ben Yosef “No escribas eso”)

El espacio-tiempo, entonces, debe estar inclinado o descentrado cuando estás perdido: Fernando Poo observa una nueva isla a través de su escotilla, sin pensar que le pondrán su nombre, y sin imaginar que algún día Simon Moon escribirá “en mil cuatrocientos setenta y dos, Fernando Poo descubrió Fernando Poo” y Hagbard dice “la Verdad es un tigre”, mientras que Timothy Leary escapa de la prisión de San Luís Obispo haciendo la danza de la Punta de la Corona y que cuatrocientos millones de años antes, un squink le dice a otro “he resuelto el problema ecológico de este nuevo planeta”. El otro squink, socio del primero (eran dueños de Patada Veloz s.r.l., los contratistas más impresentables de la Vía Láctea) dice “¿Cómo?”. El primer squink ríe groseramente. “Todos los organismos producidos serán programados con un Límite de Vida. Tendrán una perspectiva de futuro bastante oscura, lo admito, especialmente aquellos más conscientes, pero seguramente minimizará nuestros costos”. Patada Veloz s.r.l. recortó los gastos más de lo pensado, y la Tierra se transformo en el Ejemplo Horrible citado en todas las clases de diseño planetario de la galaxia.

Cuando Burroughs me contó aquello, flipé, porque ese año yo tenía 23 años y vivía en la calle Clark. Además, inmediatamente vi la aplicación de la Ley de los Cincos: 2 + 3 = 5, y Clark tiene 5 letras.

Estaba meditando sobre eso, cuando noté el naufragio en el Canto 23 de Pound. Es el único naufragio mencionado en las 800 páginas del poema, a pesar de todos los viajes náuticos allí descritos. El Canto 23 también contiene la línea “con el sol en una copa dorada” el cual, dijo Yeats, inspiró su propio verso “las doradas manzanas del sol, las plateadas manzanas de la luna”.

Las manzanas doradas, por supuesto, me retrotrajeron a Eris y me di cuenta de que estaba en la pista de algo importante.

Luego intenté sumando el Cinco Illuminati al 23 y obtuve 28. El período menstrual normal de la mujer. El ciclo lunar. Nuevamente las plateadas manzanas de la luna - y yo soy Moon. Y por supuesto, ambos, Pound y Yeats, tienen apellidos de cinco letras.

Parecía obra de la esquizofrenia.

Busqué más profundamente.


A través de un altavoz, un capitán de policía comenzó a gritar

DESPEJEN LA PLAZA, DESPEJEN LA PLAZA

El primer reporte sobre campos de aniquilación fue enviado a la OSS por un comerciante suizo, considerado como uno de los informantes más confiables sobre los asuntos nazis en Europa. El Departamento de Estado decidió que la historia no tenía base sólida. Eso fue a comienzos de 1943. Para otoño del mismo año, más reportes urgentes de la misma fuente a través de la OSS obligaron a celebrar una conferencia política internacional. Nuevamente se decidió que los reportes no eran ciertos. Mientras comenzaba el invierno, el gobierno inglés reclamó otra conferencia para discutir reportes similares obtenidos por su propia red de inteligencia y por el gobierno de Rumania. Los delegados se reunieron en Bermuda durante un cálido y soleado fin de semana, y decidieron que los informes no eran veraces; y luego volvieron a sus trabajos reposados y bronceados. Los trenes de la muerte continuaron avanzando. A principios de 1944, Henry Morgenthau Jr., Secretario del Tesoro, fue abordado por disidentes en el Departamento de Estado, examinó la evidencia y exigió una reunión con el presidente Franklin Delano Roosevelt. Sacudido por las afirmaciones de los documentos de Morgenthau, Roosevelt prometió actuar de inmediato. Nunca lo hizo. Después se dijo que el Departamento de Estado lo había convencido, una vez más, de que los reportes simplemente no eran serios. Cuando el Sr. Hitler había dicho Vernichtung, no había querido decir realmente Vernichtung. Un escritor, Ben Hecht, publicó una nota en el New York Times presentando la evidencia al público; un grupo de rabinos prominentes lo criticó por alarmar innecesariamente a los judíos y por minar la confianza en el Jefe Ejecutivo de los EEUU durante tiempos de guerra. Finalmente, a fines de ese mismo año, las tropas americanas y rusas comenzaron a liberar prisioneros de los campos y el General Eisenhower insistió en que los periodistas tomaran fotografías detalladas que luego recorrerían el mundo entero. Durante el intervalo entre el primer reporte del comerciante suizo y la liberación del primer campo, murieron seis millones de personas.

“Lo llamamos Simulacro de Incendio bávaro” Simon explicó a Joe. (Fue en otro momento; iba manejando otro Volkswagen. En efecto, era 23 de Abril e iban al encuentro de Tobías Knight en el edificio de la ONU) “Fue obra de un funcionario llamado Winifred, que había sido transferido desde el Departamento de Justicia a un puesto clave en el Departamento de Estado, donde se evaluaba cada fragmento de información que entraba. Pero los mismos principios se aplican en cualquier parte. Falta una hora para nuestra reunión, así que te ilustraré el ejemplo ahora mismo”. Se estaban acercando a la esquina de la calle cuarenta y tres y la Tercera Avenida y Simon observó que el semáforo se había puesto en rojo. Paró el auto, se bajó y le dijo a Joe “Sígueme”.

Joe salió asombrado, mientras Simon corrió al auto detrás de ellos, golpeó la ventanilla y gritó “¡Simulacro de Incendio bávaro! ¡Salgan del auto!” Movió las manos en forma vigorosa pero ambigua, y corrió al siguiente coche. Joe vio que el primer sujeto miraba dubitativo a su acompañante, para luego abrir la puerta y bajar obedientemente, siguiendo la indicación urgente y sombría de Simon.

“¡Simulacro de Incendio bávaro! ¡Salgan del auto!” Simon gritaba al tercer auto de la fila.

Mientras trotaba, Joe ocasionalmente agregaba su propia voz para persuadir a los conductores más vacilantes; gradualmente todos los autos se vaciaron y la gente formó una fila ordenada hasta la Avenida Lexington. Entonces, Simon corrió nuevamente hacia el frente de la línea gritando “¡Síganme! ¡Completen el círculo! ¡Mantengan la fila!”. Lo siguieron obedientemente, haciendo un gran círculo para regresar a sus autos, entrando por el lado opuesto del que habían salido. Simon y Joe volvieron al VW, el semáforo cambió y arrancaron.

“¿Ves?” preguntó Simon. “Usa palabras con las que han sido condicionados desde la infancia - ‘simulacro de incendio’, ‘mantengan la fila’ y otras por el estilo - y no mires atrás para ver si obedecen. Te seguirán. Esa es la manera en que los Illuminati se aseguraron de que la Solución Final no fuera interrumpida. Winifred, un tipo con un título de peso, puso ‘Evaluación: Dudosa’ al final de cada informe… y hubo seis millones de muertos. Chistoso ¿No?”.

Y Joe recordó una cita del librito Nunca chifles mientras estás meando, de Hagbard Celine (editado en forma independiente, y distribuido solamente entre miembros de los JAMs y de la Legión de la Discordia Dinámica): “El acto de obediencia individual es la piedra angular del poder en una sociedad autoritaria, y también su debilidad”.

(El 23 de Noviembre de 1970, el cuerpo de Stanislaus Oedipuski, de cuarenta y seis años de edad, fue encontrado flotando en el río Chicago. La muerte, de acuerdo al laboratorio forense, no fue por inmersión, si no como consecuencia de varios golpes en la cabeza aplicados con un objeto de punta cuadrada. Las primeras pesquisas de los detectives de homicidios revelaron que Oedipuski había sido miembro de los Relámpagos de Dios, y formaron la teoría de que un conflicto entre el occiso y sus ex colegas pudo haber llevado a estos últimos a propinarle una golpiza con sus cruces de madera. Investigaciones adicionales revelaron que Oedipuski había sido obrero de la construcción y, hasta hacía un tiempo, disfrutaba de su trabajo, se comportaba normalmente, con los pies en la tierra, puteaba al gobierno, maldecía a los vagos que vivían de la Asistencia Social, odiaba a los negros, gritaba obscenidades a las chicas lindas que pasaban por la obra en construcción, y - cuando la ventaja estaba a su favor por lo menos 8 a 1 - se unía a otros obreros de mediana edad para atacar y golpear a jóvenes de pelo largo y con prendedores con el símbolo de la paz, o a algún otro con estigmas anti-americanos. Pero luego, aproximadamente un mes antes de su muerte, todo eso había cambiado. Comenzó a quejarse de sus jefes casi tanto como del gobierno - sonando casi como un comunista, por momentos -; cuando algún otro maldecía a los vagos de Asistencia Social, Stan comentaba pensativo “Bien, nosotros somos los que impedimos que consigan trabajo, amigos, ¿Qué otra cosa pueden hacer excepto recurrir a la Asistencia Social? ¿Robar?”. Incluso, una vez, mientras algunos de los otros tipos se divertían haciéndole señas obscenas, ruidos y otras galanuras a una chica de dieciocho años que pasaba por allí, él dijo: “Hey ¿Saben una cosa? eso tal vez la avergüence y la atemorice…”. Peor aún, comenzó a dejarse el pelo sospechosamente largo, y su esposa le contó a sus amigos que ya casi no miraba televisión, y que en lugar de eso se sentaba en su silla casi todas las noches a leer libros. La policía descubrió que eso era cierto y que su pequeña biblioteca - reunida en menos de un mes - era notable, e incluía obras sobre astronomía, sociología, misticismo oriental, El Origen de las Especies de Darwin, novelas detectivescas de Raymond Chandler, Alicia en el País de las Maravillas y textos matemáticos de nivel universitario, marcados profusamente con notas en los márgenes en las secciones de números primos. Huellas de una mente que había comenzado a crecer luego de cuatro décadas de estancamiento, ahora abruptamente aplastada. Lo más misterioso de todo fue una tarjeta encontrada en el bolsillo del finado la cual, aunque casi borrada por el agua, todavía podía leerse. De un lado decía:

YA NO HAY ENEMIGOS

Y del otro lado había una inscripción aún más misteriosa:


La policía intentó descifrarlo, pero luego descubrieron que Oedipuski había renunciado a los Relámpagos de Dios - no sin antes darles a sus compañeros un sermón sobre la tolerancia - la noche anterior a su muerte. Eso cerró el caso definitivamente. Homicidios no investigaba los asesinatos claramente conectados a los Relámpagos de Dios desde que el Escuadrón Rojo tenía su propio arreglo personal con dicha organización burguesa. “Pobre hijo de puta” dijo un detective, mirando las fotografías de Oedipuski, y cerrando el archivo para siempre. Nadie lo reabrió, ni rastreó el cambio del muerto hasta el día en que concurrió al mitin del KCUF un mes atrás en el Sheraton-Chicago, donde el ponche había sido condimentado con AUM.)

En el acto de la concepción, el padre contribuye con 23 cromosomas y la madre con otros 23. En el I Ching, el hexagrama 23 tiene connotaciones de “hundimiento” y “ruptura”, sombras de los infortunados Capitanes Clark…

Otra mujer se acercó, en colecta para las Madres Contra la Atrofia Muscular. Le di unas monedas. ¿Dónde estaba? Ah, si: James Joyce tenía cinco letras tanto en su nombre como en su apellido, así que valía la pena estudiarlo. Retrato de un Artista tiene cinco capítulos, todos muy buenos, pero Ulises tiene 18, un inconveniente, hasta que recordé que 5 + 18 = 23. ¿Y que hay de Finnegans Wake? Desgraciadamente tiene 17 capítulos, y me atranqué durante un tiempo.

Probé desde otro ángulo, y me pregunté si Frank Sullivan, el pobre infeliz al que balearon en lugar de John en el teatro Biograph aquella noche, pudo haber sobrevivido hasta después de medianoche, muriendo el 23 de julio en vez del 22, como usualmente se afirma. Busqué en el libro de Toland, Los Días de Dillinger. Pobre Frank, es triste decirlo, murió antes de la medianoche, pero Toland incluyó un detalle interesante, que te conté aquella noche en el bar del Seminary:

23 personas murieron debido a una ola de calor aquel día en Chicago. Y agregó algo más: 17 personas habían muerto por la misma causa el día anterior ¿Por qué mencionó eso? Estoy seguro de que él no lo sabía - pero allí estaban nuevamente el 17 y el 23. ¿Sucederá algo importante en el año 2317? No puedo saberlo, por supuesto (no puedes navegar con tanta precisión en el Morgensheutegesternwelt) así que busqué en 1723 y descubrí manzanas doradas. Fue el año en que nacieron Adam Smith y Adam Weishaupt (Smith publicó La Riqueza de las Naciones el mismo año en que Weishaupt revivió a los Illuminati: 1776).

Bien, 2 + 3 = 5 encaja con la Ley de los Cincos, pero 1 + 7 = 8 no encaja con nada. ¿Adónde me dejaba todo eso? Ocho, reflexioné, es el número de letras en Kallisti, volviendo las manzanas doradas, y también 8 es 2³, maldición. Naturalmente, no me sorprendió cuando los 8 acusados en el Juicio por Conspiración, arrestados luego de nuestro carnaval de la semana de la Convención de Chicago, fueron juzgados en el 23er piso del Edificio Federal en medio de una ráfaga de sincronicidades - había un Hoffman entre los acusados y un Hoffman juez; la pirámide Illuminati o el Gran Sello de los EEUU estaba en la entrada del edificio; proliferaban los nombres de cinco letras: Abbie, Davis, Foran, Scale, Jerry Rubin (doble) y el punto clave: Clark (Ramsey, no Capitán) quien fue torpedeado y hundido por el juez antes de poder testificar.

Me interesé por Dutch Schultz porque murió un 23 de Octubre. Ese hombre era un manojo de sincronicidades: él ordenó el asesinato de Vincent “Mad Dog” Coll (recuerda Mad Dog, Texas); Coll fue asesinado en la calle 23, cuando tenía 23 años de edad; y Charlie Workman, el supuesto asesino de Schultz, cumplió una condena de 23 años en prisión por eso (a pesar de los rumores de que Mendy Weiss - dos nombres de cinco letras nuevamente - fue quien cometió realmente el asesinato) ¿Dónde entra el 17? Schultz fue sentenciado a prisión por primera vez cuando tenía 17 años.

Por aquellos días compré El Titiritero de Robert Heinlein, pensando que el argumento podría tener paralelismos con algunas operaciones Illuminati. Imagina lo que sentí cuando leí el comienzo del segundo capítulo: “23 horas y 17 minutos después, un platillo volador aterrizó en Iowa…”.

En New York, Peter Jackson intenta publicar a tiempo el próximo número de Confrontación - a pesar de que la oficina todavía está en ruinas, el editor y la investigadora estrella desaparecieron, el mejor reportero enloqueció y afirma estar en el fondo del Atlántico junto a un magnate del lino y que la policía anda detrás suyo para averiguar porque los dos detectives asignados al caso no pueden ser localizados -. Sentado en su departamento (actual oficina de la revista) y en calzones, Peter disca un número en el teléfono con una mano, y apaga una colilla de cigarrillo en la pila de colillas que hay en el cenicero con la otra. Tirando un manuscrito a una bandeja con la inscripción “Listo para Imprimir”, tacha en una lista “artículo principal: El estudiante más joven admitido en la universidad de Columbia cuenta por qué abandonó sus estudios, por L. L. Durrutti”. Su lápiz se mueve hacia el final de la lista hasta “Reseña de Libros”, mientras escucha el tono de llamada. Finalmente, oye el clic del tubo al ser levantado y una voz florida y aflautada que dice “Epiceno Wildeblood al habla”.

“¿Tienes lista tu reseña de libros, Eppy?”.

“La tendré mañana, querido. ¡Honestamente, no puedo ir más rápido!”.

“Bien, mañana” dice Peter, escribiendo llamar nuevamente AM al lado de “Reseña de Libros”.

“Es un libro monstruosamente largo” dice Wildeblood, malhumorado “y ciertamente no tendré tiempo para leerlo, pero lo estoy hojeando. Los autores son totalmente incompetentes - carecen completamente de sentido de estilo o estructura -. Comienza como una historia detectivesca, salta a la ciencia-ficción, luego cambia a lo sobrenatural y está repleto información muy detallada sobre temas horriblemente aburridos. Y la secuencia temporal está toda desordenada, en una imitación pretenciosa a Faulkner y Joyce. Peor aún, tiene escenas sexuales de lo más obscenas puestas allí solo para vender, estoy seguro, y los escritores - de quienes nunca había oído hablar - tuvieron el supremo mal gusto de introducir figuras políticas verdaderas en ese revoltijo para simular que han descubierto una conspiración auténtica. Puedes estar seguro de que no perderé el tiempo leyendo semejante porquería, pero tendré lista una crítica perfectamente devastadora para mañana a la mañana”.

“Bien, no esperábamos que leyeras cada libro que debes reseñar” dice Peter apaciguándolo, “siempre y cuando puedas escribir algo entretenido sobre ellos”.

“El Frente de Liberación de los Fetichistas del Pié participará en la manifestación frente al edificio de la ONU” dijo Joe Malik, mientras él, George y Peter se colocaban bandas de luto en los brazos.

“Cristo” dijo Jackson, disgustado.

“No podemos permitirnos adoptar esa actitud” dijo Joe severamente. “La única esperanza para la Izquierda, en este momento, es la coalición política. No podemos excluir a nadie que quiera unírsenos”.

“No tengo nada personal en contra de los maricas,” comenzó Peter (“Gays” dijo Joe pacientemente). “No tengo nada personal en contra de los gays,” continuó Peter “aunque sean una molestia en las manifestaciones. Solamente sirven de excusa para que los Relámpagos de Dios digan que somos un manojo de putos. Pero, OK, hay que ser realista, son muchos y agrandan nuestras filas, y todo eso; pero ¡Jesús, Joe! Esos enfermitos de los pies son una espinita adentro de una espina. Son microscópicos”.

“No los llames enfermitos” dijo Joe. “A ellos no les agrada”.

Una mujer de las Madres Contra la Psoriais se acercó con otra urna de colecta. También le di unas monedas. Las agrupaciones de Madres van a despojar a Moon hasta de su barba si siguen así.

¿Dónde estaba? Quiero añadir, en relación al asesinato de Dutch Shultz, que Marty Krompier, quien manejaba el contrabando en Harlem, también fue baleado el 23 de Octubre de 1935. La policía le preguntó si había alguna conexión con el fallecimiento del flemático Flegenheimer, y él les respondió: “debe ser una de sus coincidencias”. Me pregunto cómo habrá enfatizado aquello: “una de sus coincidencias” o “una de sus coincidencias” ¿Cuánto sabía Krompier?

Esto me lleva al enigma del 40. Como habíamos señalado, 1 + 7 = 8, el número de letras en Kallisti. 8 x 5 = 40.

Aún más interesante: sin invocar al místico 5, llegamos al 40 sumando 17 + 23. ¿Cuál es, entonces, el significado del 40? Lo asocié a varias cosas - Jesús estuvo 40 días en el desierto, Alí Babá tenía 40 ladrones, los budistas tienen 40 meditaciones, el sistema solar tiene un radio de casi exactamente 40 unidades astronómicas (Plutón se balancea como un yo-yo en el límite) -, pero todavía no tenía una teoría definitiva…

El televisor a color del pub Three Lions del Hotel Tudor, en la 42 Street y la Segunda Avenida, muestra el retroceso de los hombres de casco blanco con cruces de madera ante el avance de los hombres de casco azul con porras. La cámara de la CBS hace un paneo de la plaza. Hay cinco cuerpos en el suelo, desparramados como escoria abandonada en la playa por la marea en retroceso. Cuatro de ellos se están moviendo, haciendo lentos esfuerzos para ponerse de pié. El quinto no se mueve en absoluto.

George dijo “Creo que ése es el tipo al que vimos cómo golpeaban. Dios mío, espero que no esté muerto”.

Joe Malik dijo “Si está muerto logrará que la gente reclame que se haga algo contra los Relámpagos de Dios”.

Peter Jackson rió tristemente “Ustedes todavía creen que la muerte de un pacifista encenderá la indignación de la gente. No comprenden que a nadie en este país le importa lo que le pase a un hippie pacifista. Ustedes ahora están en el mismo bote que nosotros los negros, malditos hijos de puta”.

Carlo me miró estupefacto cuando entré hecho una furia al cuarto, todavía empapado del Passaic, y tiré el arma a sus pies, gritando: “¡Malditos hijos de puta! ¡No pueden hacer ni una bomba que no les explote en las manos, y cuando compran un arma, la muy hija de puta es defectuosa y no dispara! ¡No me expulsarán - renuncio! Malditos hijos de puta…

“¡Malditos hijos de puta!” gritó Simon. Joe despertó mientras el VW navegaba en medio de una corriente rugiente de motocicletas de los Hell’s Angels. Había vuelto al tiempo “real” - pero ahora en su mente la palabra tenía comilla, y las tendrá siempre.

“Guau,” dijo “estaba en Chicago nuevamente, luego en el festival de rock… y después estaba en la vida de otra persona…”

“Malditas Harley-Davidsons,” murmura Simon mientras el último Hell’s Angel se aleja atronador “cuando andan así en grupos de cincuenta o sesenta, conducir entre ellos es como tratar de manejar por la vereda del Times Square en hora pico sin atropellar a ningún peatón”.

“Deja eso para más tarde” dijo Joe, consciente de su creciente facilidad para usar el lenguaje propio de Simon. “Esta cosa de mañana-hoy-ayer se me está metiendo bajo la piel. Está sucediendo más y más a menudo…”

Simon suspiró. “Quieres palabras con qué clasificarlo. No lo aceptarás hasta que le cuelgues una etiqueta, como a un traje nuevo. OK. Y tu juego de palabras favorito es el lenguaje de la ciencia ¡Bien, entonces! Mañana iremos a la Biblioteca Principal y podrás mirar la publicación científica inglesa Nature del verano de mil novecientos sesenta y seis. Allí hay un artículo del físico F. R. Stannard sobre lo que él llama el Universo Faustiano. Revela por qué el comportamiento de los mesones-K no tiene explicación si adoptamos un sentido unidireccional del tiempo, pero sí la tiene dentro de un esquema donde nuestro universo se superpone a otro universo en el cual el tiempo corre en dirección opuesta. Lo llama el Universo Faustiano, pero apuesto a que no tenía idea de que Goethe escribió Fausto luego de experimentar ese universo directamente, como te ha estado sucediendo últimamente. Incidentalmente, Stannard señala que en el terreno de la física todo es simétrico, excepto nuestro actual concepto del tiempo unidireccional. Una vez que aceptas el tiempo bidireccional, obtienes un universo completamente simétrico. Eso se ajusta a la demanda de simplicidad de los occamitas. Stannard te dará un montón de palabras, man. Mientras tanto, confórmate con lo que escribió Abdul Alhazred en el Necronomicon: ‘Pasado, presente, futuro: todos son uno en Yog-Sothoth’. O con lo que Weishaupt escribió en Konigen, Kirchen und Dummheit: ‘No hay más que un Ojo y es todos los ojos; una Mente y es todas las mentes; un tiempo y es Ahora’ ¿Captas?” Joe asiente vacilante, escuchando levemente la musica:

RAMA, RAMA, RAMA, HAAAAARE

Dos rinocerontes grandotes, tres rinocerontes grandotes…

Dillinger hizo contacto con la mente de Richard Belz, profesor de física de la Universidad de Queens de cuarenta y tres años de edad, mientras Belz era subido a una ambulancia para ser trasladado al Bellevue Hospital, donde los rayos X revelarán fracturas severas en el cráneo. Mierda, pensó Dillinger ¿Por qué alguien debe estar medio muerto para que pueda contactarlo? Luego se concentró en su mensaje: dos universos fluyendo en direcciones opuestas. Dos unidades juntas forman una tercera identidad que es sinérgicamente superior a la suma de sus dos partes. Por lo tanto, dos siempre conduce a tres. Dos y Tres. Dualidad y trinidad. Cada unidad es una dualidad y una trinidad. Un pentágono. Energía pura, sin intervención de la materia. Del pentágono dependen cinco pentágonos más, como pétalos de una flor. Una rosa blanca. Cinco pétalos y un centro: seis. Dos por tres. La flor se entrelaza con otra flor similar, formando un poliedro hecho de pentágonos. Cada poliedro puede tener superficies en común con otro poliedro, formando un entramado infinito basado en la unidad pentagonal. Serían inmortales. Autosuficientes. No computadoras. Más allá de las computadoras. Dioses. El espacio sería su habitación. Infinitamente complejos.

El aullido de la sirena llegó hasta los oídos inconscientes del profesor Belz. La consciencia está presente en todo cuerpo vivo, incluso en aquellos aparentemente inconscientes. La inconsciencia no es la ausencia de la consciencia, si no su inmovilidad temporal. No es un estado similar a la muerte. No se parece en nada a la muerte. Una vez que se alcanza la interconexión necesariamente compleja de las células cerebrales, las relaciones de energía substancial se reestablecen. Éstas pueden existir independientemente de la base material que las sustenta.

Todo esto, por supuesto, es meramente una metáfora visual estructural de interacciones a nivel energético que no pueden ser visualizadas. La sirena aullaba.

En el pub Three Lions, George le preguntó a Peter: “¿Qué había en esa pistola de agua?”

“Ácido sulfúrico”.

“El ácido es solamente la primera etapa” dijo Simon. “Al igual que la materia es la primera etapa de la vida y la consciencia. El ácido te hace despegar. Pero una vez que estás allí afuera y cumples la misión, abandonas esa etapa y viajas ingrávido. Lo cual significa ser libre de la materia. El ácido disuelve las barreras que impiden que las relaciones energéticas del cerebro se desarrollen al máximo posible de su complejidad. En la Logia Norton te enseñaremos cómo pilotear la segunda etapa”.

(Blandiendo sus cruces en el aire y gritando incoherentemente, los Relámpagos de Dios formaron filas confusas y marcharon por el territorio que habían conquistado. Zev Hirsch y Frank Ochuk llevaban la bandera en la que se leía: “ÁMALA O TE APLASTAREMOS”.)

Howard cantó:

La tribu delfín es valiente y fiera
Nuestro hogar, el océano, y una canción nuestra bandera
Velocidad y potencia son nuestras armas
Ningún enemigo soportará nuestra carga

Una nube de delfines apareció desde alguna parte sobrepasando al submarino de Hagbard. En el ámbito turquesa, como se veía el agua a través de las cámaras de TV, parecían volar hacia las distantes naves arácnidas de los Illuminati.

“¿Qué está pasando?” dijo George. “¿Adónde está Howard?”.

“Howard los dirige” dijo Hagbard. Accionó un interruptor en la baranda del balcón en el que se encontraban, en el centro del globo que parecía una burbuja de aire en el fondo del océano Atlántico. “Sala de Guerra, preparen los misiles. Debemos cubrir el ataque de los delfines”.

Da, tovarish Celine” respondió una voz.

Ahora los delfines estaban lejos, fuera de la vista. George descubrió que no tenía miedo. Todo el asunto era como estar viendo una película de ciencia-ficción. Había mucho ilusionismo implícito en el submarino de Hagbard. Si hubiera sido capaz de comprender, en sus glándulas y nervios, que estaba dentro de una vulnerable nave de metal a miles de pies por debajo de la superficie del Atlántico, soportando una presión tan enorme que una mínima falla podría rajar el casco dejando entrar al agua con una violencia que los aplastaría, entonces tendría miedo. Si hubiera sido capaz de entender que aquellos globitos distantes de patas ondulantes eran sumergibles operados por gente que intentaba destruir la embarcación en la que él se encontraba, estaría atemorizado. De hecho, si no hubiese podido ver lo que ocurría, si solamente hubiera sentido, oído y le hubieran contado lo que estaba sucediendo, como en un vuelo regular de pasajeros, estaría despavorido. Desde allí la milenaria ciudad de Peos se veía como una maqueta. Y a pesar de aceptar intelectualmente la afirmación de Hagbard de que se hallaban sobre el continente perdido de Atlántida, en lo profundo de sí no creía en la Atlántida. Como resultado, no creía en el resto de lo que acontecía.

Howard apareció de repente en el exterior de la burbuja. O algún otro delfín. Eso era otra cosa que hacía que todo aquello fuera difícil de creer. Delfines parlantes.

“Listo para destruir las naves enemigas” dijo Howard.

Hagbard sacudió la cabeza. “Desearía poder comunicarme con ellos. Desearía poder darles la opción de rendirse. Pero no me escucharían. Además, sus naves tienen un sistema de comunicación al que no tengo acceso”. Giró hacia George. “Para comunicarse utilizan una especie de telepatía aislada. La misma con que informaron al Sheriff Jim Cartwright que estabas en un cuarto de hotel en Mad Dog fumando la Hierba Maravillosa de Weishaupt”.

“No querrías tenerlos cerca” dijo Howard.

“¿Tu gente se ha hecho a un lado?” preguntó Hagbard.

(Cinco rinocerontes grandotes, seis rinocerontes grandotes…)

“Por supuesto. Abandona la duda. No es momento para ser humanitario”.

“El mar es más cruel que la tierra firme,” dijo Hagbard, “a veces”.

“En el mar hay más justicia que en tierra firme” dijo Howard. “No hay odio. Solamente hay muerte siempre y cuando sea necesaria. Ellos han sido tus enemigos desde hace veinte mil años”.

“Yo no soy tan viejo” dijo Hagbard. “Y tengo muy pocos enemigos”.

“Si esperas más tiempo pondrás en peligro al submarino y a mi grupo”.

George vio cómo los globos de rayas blancas y rojas se acercaban a ellos a través del agua turquesa. Ahora se veían más grandes. Lo que fuera que los propulsaba no era visible. Hagbard extendió un dedo oscuro, lo apoyó en un botón blanco del pasamano, y luego presionó decididamente.

Hubo un resplandor, atenuado levemente por el agua, en la superficie de cada uno de los globos. Era como mirar fuegos artificiales a través de vidrios de colores. Al instante, los globos se desmenuzaron como pelotas de ping-pong aplastadas por mazos invisibles.

“Hasta ahí llegaron” dijo Hagbard discretamente.

El aire que rodeaba a George pareció vibrar, y el piso se sacudió bajo sus pies. De repente estaba aterrorizado. Sentir la onda expansiva de las explosiones múltiples en el agua le dio realismo al asunto. Una coraza de metal relativamente delgada era todo lo que lo protegía de la aniquilación total. Nadie volvería a oír de él ni sabrían qué le había sucedido.

Unos objetos grandes y brillantes cayeron desde una de las naves arácnidas más cercanas. Desaparecieron entre las calles de la ciudad que ahora George sabía real. Los edificios en el área cercana a la explosión de los sumergibles Illuminati se veían más arruinados que antes. El fondo del océano estaba revuelto y cubierto por grandes nubes marrones. Allí habían caído las naves destruidas. George buscó el templo de Tethys con la mirada. Estaba en pie, intacto, allá a lo lejos.

“¿Viste esas estatuas que cayeron de la nave líder?” preguntó Hagbard. “Las recuperaré”. Tocó el interruptor del pasamano. “Preparen operación de rescate”.

Descendieron entre las construcciones hundidas profundamente en el sedimento, y en el fondo de la esfera televisiva, George vio que un par de pinzas enormes aparecían de la nada - aunque supuso que salían de la parte inferior del submarino -, y levantaban cuatro estatuas de oro parcialmente enterradas en el fango.

Imprevistamente, comenzó a sonar una alarma y una luz roja iluminó el interior de la burbuja. “Nos atacan de nuevo” dijo Hagbard. Oh, no, pensó George. Justo cuando comenzaba a creer que todo esto es cierto. No podré soportarlo. Aquí está Dorn, repitiendo su mundialmente famoso acto de cobardía… Hagbard señaló la pantalla. Una esfera blanca flotaba como una luna sumergida sobre una distante cadena de montañas. Sobre su pálida superficie había un emblema rojo, un ojo resplandeciente adentro de un triángulo.

“Denme visibilidad de los misiles” dijo Hagbard por el intercomunicador. Entre la esfera blanca y el Lief Ericson aparecieron cuatro luces naranjas en dirección a ellos.

“Nunca es bueno subestimarlos” dijo Hagbard. “Primero, resulta que pueden detectarme, cuando no deberían tener un equipo suficientemente bueno para hacerlo, ahora descubro que no sólo tienen naves pequeñas en la cercanía, si no que han traído al mismísimo Zwack. Y que el Zwack me está torpedeando, a pesar de mi supuesta invisibilidad. Creo que estamos en problemas, George”.

George deseaba cerrar los ojos, pero no quería mostrarse atemorizado frente a Hagbard. Se preguntó cómo sería morir en el fondo del océano Atlántico. Probablemente sería como estar debajo de un pilón. El agua los golpearía, los tragaría, y no sería agua común - sería como acero líquido, cada corriente golpearía con la fuerza de un camión de diez toneladas, aplastaría cada célula individualmente, reduciendo su cuerpo a un trozo de trapo protoplásmico. Recordó haber leído un artículo sobre la desaparición de un submarino atómico llamado Thresher en los ‘60s, y que el New York Times especulaba que la muerte bajo presión extrema del agua sería sumamente dolorosa, pero breve. Cada nervio implosionando por separado. Cada tramo de la columna vertebral aplastado. El cerebro exprimido, destrozado, sangrando bajo la dura presión del agua. La forma humana sería indudablemente irreconocible en cuestión de minutos. George pensó en cada insecto que había aplastado, y los insectos le hicieron pensar en las naves arácnidas. Eso es lo que le hicimos a ellos. Y los defino como enemigos solo porque así los definió Hagbard. Carlo tenía razón. No puedo matar.

Hagbard dudó ¿No fue así? Si, pero lo hizo. Cualquier hombre que pueda provocar la muerte de otros hombres de esa manera, es un monstruo. No, no un monstruo, solamente muy humano. Pero no mi tipo de humano. Mierda, George, él es tu tipo de humano, de acuerdo. Eres un cobarde. La cobardía no nos hace más conscientes.

Hagbard llamó, “¡Howard! ¿Dónde estás?”.

La forma de proyectil apareció al costado derecho de la burbuja. “Aquí, Hagbard. Tenemos más minas preparadas. Podemos ir tras esos misiles con las minas, como hicimos con las arañas ¿Crees que funcionará?”.

“Es peligroso” dijo Hagbard. “Los misiles podrían explotar al entrar en contacto con el metal y el equipamiento electrónico de las minas”.

“Estamos dispuestos a intentarlo” dijo Howard, y se alejó sin más.

“Espera un minuto,” dijo Hagbard “esto no me gusta. Es muy peligroso para los delfines”. Giró hacia George y meneó la cabeza. “Yo no estoy arriesgando ni una maldita cosa y ellos se exponen a volar en pedazos. No está bien. Yo no soy tan importante”.

“Si estás arriesgando algo” dijo George, tratando de controlar el temblor de su voz. “Esos misiles nos destruirán si los delfines no los detienen”.

En ese instante hubo cuatro detonaciones cegadoras en el lugar donde habían estado las luces naranjas. George se aferró al pasamano, intuyendo que la onda expansiva de estas explosiones sería peor que la provocada por la destrucción de las naves arácnidas. La onda llegó. Había estado preparándose para recibirla, pero al no saber cuando sucedería, igualmente lo tomó por sorpresa. Todo se sacudió violentamente. Sintió que volvía el estómago, como si el submarino se hubiera elevado abruptamente. George se sujetó al pasamano con ambos brazos, agarrándolo como si fuera la única cosa sólida a su alrededor. “¡Oh, Dios, vamos a morir!” gritó.

“Interceptaron los misiles,” dijo Hagbard “eso nos da la oportunidad de luchar. Equipo Láser, apunten al Zwack. Fuego a voluntad”.

Howard reapareció en el exterior de la burbuja. “¿Hubo bajas en tu grupo?”

“Cuatro” dijo Howard. “Los misiles explotaron cuando ellos se acercaron. Tal como dijiste”.

George, que ahora estaba de pie y agradecido de que Hagbard simplemente ignorase su episodio de pánico, dijo “Murieron para salvar nuestras vidas. Lamento que eso haya ocurrido, Howard”.

“Rayo Láser disparado, Hagbard” anunció una voz. Hubo una pausa “creo que le dimos”.

“No es necesario lamentarse” dijo Howard. “No tememos a la muerte, ni lamentamos a los muertos. Especialmente cuando murieron haciendo algo provechoso. La muerte es el final de una ilusión y el comienzo de otra”.

“¿Qué otra ilusión?” preguntó George. “Cuando estás muerto, estás muerto ¿No es así?”.

“La energía no puede ser creada ni destruida” dijo Hagbard. “La muerte misma es una ilusión”.

Esta gente estaba hablando como algunos estudiantes de Zen y místicos del ácido que George había conocido. Si pudiera sentir de esa manera, pensó, no sería tan cobarde. Howard y Hagbard deben ser iluminados. Debo convertirme en un iluminado. Ya no soporto vivir así. No sé cómo conseguirlo, pero el ácido no fue la respuesta. George ya había probado con ácido y, a pesar de haber sido una experiencia notable, le dejó muy pocos residuos en términos de cambios de actitud o de comportamiento. Por supuesto, si pensabas que tus actitudes y tu comportamiento debían cambiar, imitabas a otros cabeza-de-ácido.

“Averiguaré qué sucedió con el Zwack” dijo Howard y se perdió de vista.

“Los delfines no temen a la muerte, no evitan el sufrimiento, no son asaltados por conflictos entre el intelecto y los sentimientos, y no se sienten mal si se saben ignorantes de ciertas cosas. En otras palabras, no están seguros de conocer la diferencia entre el bien y el mal, y en consecuencia, no se consideran pecadores ¿Comprendes?”.

“Hoy en día muy pocos humanos se consideran pecadores,” dijo George “pero todos temen a la muerte”.

“Todos los seres humanos se consideran pecadores. Es la obsesión más profunda, vieja y universal de la humanidad. Es más, es casi imposible hablar sobre ello sin confirmarlo. Decir que los seres humanos tienen una obsesión colectiva, como yo lo hice, es reafirmar la creencia de que todos los hombres son pecadores en cualquier idioma. En ese sentido, el libro del Génesis - que fue escrito por antiguos oponentes semitas de los Illuminati - es bastante acertado. Llegar al punto de cambio cultural, donde decides que toda conducta humana puede ser clasificada en una de dos categorías, bueno y malo, es lo que creó al pecado - y a la ansiedad, el odio, la culpa, la depresión y otras emociones peculiarmente humanas -. Y, por supuesto, dicha clasificación es la verdadera antítesis de la creatividad. Para la mente creativa no hay correcto e incorrecto. Cada acción es un experimento, y de cada experimento se cosecha conocimiento. Para el moralista, toda acción puede ser juzgada como buena o mala - sin saber cuales van a ser las consecuencias -, dependiendo de la disposición mental del actor. Así, los hombres que quemaron a Giordano Bruno en la hoguera creyeron hacer el bien, a pesar de que, como consecuencia de sus acciones, privaron al mundo de un científico genial”.

“Si nunca puedes saber si lo que estás haciendo es bueno o malo,” dijo George “¿No eres propenso a ser un personaje similar a Hamlet?”. Ahora se sentía mucho mejor y menos atemorizado, a pesar de que probablemente el enemigo todavía estuviera allí afuera intentando matarlos. Tal vez se estaba contagiando del darshan de Hagbard.

“¿Qué hay de malo en ser como Hamlet?” dijo Hagbard. “De cualquier manera, la respuesta es no, porque comienzas a dudar solamente cuando crees que hay cosas tales como bueno y malo, y que tu accionar será de una manera u otra, pero sin saber cual es. Esa era la esencia de Hamlet, si recuerdas la obra. Era su consciencia la que lo hacía indeciso”.

“¿Así que él tendría que haber asesinado a un montón de gente en el primer acto?”.

Hagbard rió. “No necesariamente. Podría haber matado a su tío decididamente a la primera oportunidad, salvando así la vida de todos los demás. O podría haberse preguntado ‘¿Realmente tengo la obligación de vengar la muerte de mi padre?’ y no hacer nada. De cualquier manera heredaría el trono. Si simplemente hubiera vivido su vida, todos habrían estado mejor, no hubieran habido muertes y los noruegos no habrían conquistado a los daneses, como sucede en la última escena del último acto. A pesar de ser noruego, yo no sentiría rencor por el triunfo de Fortinbras”.

En ese momento Howard reapareció afuera de la burbuja. “El Zwack está emprendiendo la retirada. Tu rayo láser agujereó su coraza externa, provocando una fuga en las celdas de almacenamiento de combustible y poniéndole una presión excesiva a su sistema de resistencia. Se vieron forzados a ascender y ahora van hacia el sur, en dirección al extremo sur de África”.

Hagbard exhaló un gran suspiro de alivio. “Eso significa que están volviendo a su base principal. Entrarán por un túnel en el Golfo Pérsico que los llevará al gran mar subterráneo de Valusia, a gran profundidad debajo de los Himalayas. Esa fue la primera base que establecieron. La estaban preparando incluso antes de la caída de la Alta Atlántida. Está diabólicamente bien defendida. Pero algún día la penetraremos”.

Lo que más confundía a Joe, después de su iluminación, era el pene de John Dillinger. Sabía que los rumores sobre el Instituto Smithsoniano eran ciertos: a pesar de que cualquier curioso que llamase obtuviese una negativa categórica por parte de los funcionarios del instituto, algunas personas con altas posiciones gubernamentales podían, por medio de un generoso desembolso, acceder a la reliquia guardada en un legendario frasco, y a sus legendarias 23 pulgadas (58,4 cm.). Pero, si John estaba vivo, no era el suyo; y si no era el suyo: ¿De quién era?

“De Frank Sullivan” dijo Simon, cuando Joe finalmente le preguntó.

“¿Y quién carajo era Frank Sullivan para tener una herramienta como esa?”

Pero Simon solamente respondió “No lo sé. Solamente era un tipo parecido a John”.

La Atlántida también fastidiaba a Joe, luego de verla la primera vez que Hagbard lo llevó a dar una vuelta en el Lief Erikson. Era muy precisa, muy verosímil, muy buena para ser cierta, en especial las ruinas de ciudades como Peos, con su arquitectura que obviamente combinaba elementos egipcios y mayas.

“La ciencia ha estado volando con instrumentos, como un piloto en la niebla, desde mil novecientos” le dijo casualmente a Hagbard cuando volvían a New York. (Era en 1972, de acuerdo a sus posteriores recuerdos. Otoño del ’72 - casi exactamente dos años después de la prueba con el AUM en Chicago.)

“Has estado leyendo a Bucky Fuller” fue la respuesta fría de Hagbard. “¿O era Korzybski?”.

“No importa a quién haya estado leyendo” dijo Joe frontalmente. “Mi pensamiento es que nunca he visto la Atlántida, al igual que nunca he visto a Marilyn Monroe. Vi imágenes en movimiento que, tú me dijiste, eran la recepción televisiva de lo que captaban las cámaras en el exterior del submarino. Y vi imágenes en movimiento que, Hollywood aseguraba, eran de una mujer verdadera, a pesar de que se pareciera más a un diseño de Petty, o de Vargas. En el caso de Marilyn Monroe es razonable creer lo que decían: no creo que hayan construido un robot tan bueno todavía. Pero Atlántida… conozco expertos en efectos especiales que podrían construir maquetas de ciudades como esas y poner dinosaurios a caminar por sus calles. Y a tus cámaras enfocándola”.

“¿Me acusas de engaño?” preguntó Hagbard, arqueando las cejas.

“El engaño es tu arte” dijo Joe, sin vueltas. “Eres el Beethoven, el Rockefeller, el Miguel Ángel del ardid. El Shakespeare del truco gitano, la moneda de dos caras, y el conejo en el sombrero. Las pastillitas para el hígado son para Crater lo que las mentiras son para ti. Habitas en un mundo de puertas ocultas, paneles corredizos y sogas hindúes ¿Sospecho de ti? Desde que te conocí, sospecho de todo el mundo”.

“Me alegra oír eso” Hagbard sonrió. “Vas bien en tu camino a la paranoia. Toma esta tarjeta y guárdala en tu billetera. Cuando la comprendas, estarás listo para tu próxima promoción. Solo recuerda: no es real hasta que te hace reír. Ese es el único test infalible para las ideas que se te presentan”. Y le dio a Joe una tarjeta que decía:

YA NO HAY AMIGOS

Burroughs, incidentalmente, a pesar de haber descubierto la ley de sincronicidad del 23, no era consciente de su correlación con el 17. Esto lo hace más interesante, ya que fechó la invasión de la horda de Nova a la Tierra (en Expreso Nova) el 17 de Septiembre de 1899. Cuando le pregunté por qué había escogido esa fecha, dijo que salió de la nada.

Carajo. Me interrumpió otra mujer, haciendo una colecta para las Madres Contra la Hernia. Solamente le di una moneda.

W, la letra 23ra, aparece por todos lados. Figúrate: Weishaupt, Washington, William S. Burroughs, Charlie Workman, Mandy Weiss, Len Weinglass en el juicio por Conspiración y otros que ya me vendrán a la mente. Algo aún más interesante: el primer físico en aplicar el concepto de la sincronicidad a la física, luego de que Jung publicase su teoría, fue Wolfgang Pauli.

Otra transformación sugerente de letras a números: Adam Weishaupt, A. W., es 1- 23, y George Washington, G. W., es 7 - 23 ¿Ves el 17 oculto allí? Aunque tal vez me he puesto muy imaginativo, casi extravagante…

Se oyó un clic. George giró. Durante todo el tiempo que estuvo en la sala de control junto a Hagbard nunca había volteado hacia la puerta por la que había entrado. Se sorprendió al ver que ésta parecía una abertura en el aire - en el agua, mejor dicho. Ambos lados de la entrada eran del color turquesa del agua, con un horizonte oscuro, lo cual era, en realidad, el fondo del océano. Entonces, en el centro de la puerta misma, una luz dorada silueteó la figura de una hermosa mujer.

Mavis entró dando grandes zancadas al balcón, cerrando de un golpe la puerta detrás de sí. Vestía calzas color verde hoja, botas blancas de charol y un amplio cinturón blanco. Sus pechos, pequeños pero bien formados, se meneaban libremente bajo la blusa. George recordó la escena de la playa. Eso había sido esta mañana, pero ¿A qué hora? y ¿Qué hora es ahora? El suceso en Florida probablemente haya sido a las dos o tres de la tarde. Que era la una PM en Mad Dog, Texas. Y posiblemente las seis en esta parte del Atlántico ¿Las zonas horarias se aplican bajo el agua? Supuso que si. Por otra parte, si estuvieras en el Polo Norte, podrías pasearte por allí y pasar de una zona horaria a otra en segundos. Y cruzar la Línea Internacional de la fecha cada cinco minutos, si quisieras. Lo cual, recordó, no sería un viaje en el tiempo. Aunque si pudiera volver el tiempo atrás hasta esa mañana y revivir la demanda de sexo por parte de Mavis, ¡Esta vez respondería! Ahora la deseaba desesperadamente.

Bien, pero ¿Por qué le había dicho que no era tan tarado? ¿Por qué admiró su negativa a tener sexo? Si la hubiera cogido sin desearlo, solamente porque ella se lo pedía, habría sido simple y llanamente un tarado. Aunque podría haberla clavado por el solo hecho de que estaba buena, sin importarle si ella lo admiraba o despreciaba. Pero ese era su juego - el juego de Mavis y de Hagbard -, diciendo hago lo que hago y me importa una mierda lo que pienses. A George le preocupaba lo que otra gente pensara, así que no coger con Mavis al menos fue algo honesto, aunque comenzaba a ver cierto mérito en esa actitud discordiana (o que él suponía discordiana) súper autosuficiente.

Mavis le sonrió. “Bien George, ¿Has tenido tu bautismo de fuego?”.

George se encogió de hombros. “Bien, ya he pasado por lo de la cárcel de Mad Dog. Y he pasado otros malos momentos”. Por ejemplo, una vez puse una pistola en mi cabeza y apreté el gatillo.

Ella le había chupado la verga y él había observado su masturbación maniática, pero ahora estaba desesperado por metérsela, toda, hasta el útero, conducir su tranvía ovárico hasta la maravillosa tierra de la cogida, como dijo Henry Miller ¿Qué tenía de especial el coño de Mavis? Incluso luego de la escena de aquella ceremonia de iniciación. Carajo, Stella Maris parecía ser una mujer menos neurótica, y con ella había echado un polvo casi normal. Luego de Stella Maris, ¿Quién necesitaba a Mavis?

Súbitamente, se formuló una pregunta. ¿Cómo sabía que había sido Stella? Podría haber sido Mavis quien estaba adentro de aquella manzana dorada. U otra mujer desconocida. Estaba bastante seguro de que era una mujer, a menos que fuese una cabra, una vaca o una oveja. Lo cual, a pesar del retorcido sentido del humor de Hagbard, no era muy probable. Pero, si fue una mujer, ¿Por qué visualizar a Stella, a Mavis u a otra mujer como ellas? Posiblemente fuera una prostituta etrusca, vieja y enferma, a quien Hagbard guardaba para propósitos religiosos. Alguna sibila. Una bruja italiana. Tal vez la propia madre de Hagbard, una podrida vieja siciliana sin dientes, con un chal negro y tres tipos distintos de enfermedades venéreas. No, era el padre de Hagbard quien era siciliano. Su madre era noruega.

“¿De qué color eran?” le preguntó a Hagbard, de repente.

“¿Quiénes?”.

“Los atlantes”.

“Ah,” asintió Hagbard. “La mayor parte de su cuerpo estaba cubierto de pelo. Como los monos. Al menos, los altos atlantes. Hacia la época del Ojo del Mal - la catástrofe que destruyó la Alta Atlántida -, ocurrió una mutación. Los atlantes posteriores, al igual que los modernos humanos, no poseían pelaje. Los que tienen ancestros alto-atlantes tienden a ser hirsutos”. George no pudo evitar mirar la mano que Hagbard tenía apoyada en la baranda. Estaba cubierta de profuso vello negro.

“Bien,” dijo Hagbard “es momento de volver a nuestra base norteamericana. Howard, ¿Estás ahí?”.

La figura larga y aerodinámica realizó una pirueta a su derecha. “¿Qué pasa, Hagbard?”.

“Que tu gente mantenga un ojo por aquí. Tenemos trabajo en tierra firme. Y, Howard: mientras viva, estaré en deuda con tu pueblo por los cuatro que murieron para salvarme la vida”.

“¿Tú y el Lief Erikson no nos han salvado de los distintos tipos de muerte que la gente de las costas nos tenían reservadas?” dijo Howard. “Vigilaremos la Atlántida por ti. Y los mares en general. Hasta luego y saludos, Hagbard y amigos”.

“El mar es ancho y profundo,
Pero hasta en su abismo más oscuro,
Hay una corriente cálida,
Creada por nuestra amistad”.

Howard desapareció. “Volvamos” comunicó Hagbard. George sintió la potencia de los motores colosales del submarino, y al instante avanzaban sobre las colinas y valles de la Atlántida. Con la visión especial del sistema televisivo de Hagbard parecía como si estuvieran volando en un aeroplano sobre los continentes en la superficie.

“Es una lástima que no tengamos más tiempo para recorrer la Atlántida” dijo Hagbard. “Hay muchas otras ciudades para ver. Aunque, por supuesto, ninguna de ellas se acerca al esplendor de las ciudades anteriores al suceso del Ojo del Mal”.

“¿Cuántas civilizaciones atlantes hubo?” preguntó George.

“Básicamente, dos. Una que duró hasta el Ojo, y otra posterior. Antes del Ojo, este continente estaba habitado aproximadamente por un millón de seres humanos. Técnicamente eran más avanzados que nosotros. Conocían la energía atómica, los viajes espaciales, la ciencia genética y muchas cosas más. Su civilización fue herida de muerte en los días del Ojo del Mal. Un tercio murió - casi la mitad de la población humana del planeta en aquellos tiempos -. Luego del Ojo algo les impidió recuperarse. Las ciudades que quedaron relativamente en pie después de la catástrofe fueron destruidas por desastres posteriores. Los atlantes se vieron reducidos al salvajismo en el transcurso de una sola generación. Parte del continente se hundió bajo el mar, dando comienzo al proceso que terminó cuando toda Atlántida estuvo sumergida, como ahora”.

“¿Fue por causa de terremotos y tsunamis, como siempre hemos leído?” preguntó George.

“No” dijo Hagbard, con una expresión curiosa. “Fue provocado por el hombre. La Alta Atlántida fue destruida por un tipo de guerra. Probablemente una guerra civil, ya que no había otra potencia en el planeta que pudiera competir con ellos”.

“De cualquier manera hubo un vencedor” dijo George.

“Lo hubo” dijo Mavis. “Y todavía existen. Aunque no son algo que puedas visualizar. No son una nación conquistadora. Y nosotros somos los descendientes de los vencidos”.

“Ahora,” dijo Hagbard “voy a mostrarte lo que prometí cuando nos conocimos. Tiene relación con la catástrofe de la que te hablé. Mira”.

El submarino había ascendido sobre el continente y ahora era posible ver cientos de millas del paisaje. Mirando en la dirección que Hagbard señalaba, George vio una extensa planicie oscura. En el centro, distinguió una cosa blanca y en punta, como un diente canino.

“Se dijo de ellos que incluso podían controlar el curso de los cometas” dijo Hagbard. Señaló nuevamente.

El submarino navegó cerca del objeto blanco protuberante. Era una pirámide blanca de cuatro lados.

“No lo digas” dijo Mavis con una mirada de advertencia, y George recordó el tatuaje entre sus pechos. Miró nuevamente hacia abajo. Ahora estaban sobre la pirámide, y pudo ver que se aproximaban al lado que había estado oculto. Vio lo que a medias temía y esperaba ver: el dibujo de un ojo siniestro color rojo-sangre.

La Pirámide del Ojo” dijo Hagbard. “Se erguía en el centro de la capital de la Alta Atlántida. Fue construida en los últimos días de esa civilización por los fundadores de la primera religión del mundo. Desde aquí no se aprecia el tamaño, pero es cinco veces más grande que la Gran Pirámide de Keops, que es una copia de esta. Está hecha de una sustancia cerámica imperecedera, resistente incluso al sedimento oceánico. Como si los constructores supieran que pasaría veinte mil años de sepulcro submarino. Y, tal vez - dependiendo de quienes hayan sido - lo sabían. O, simplemente, en aquellos días hacían buenas construcciones. Peos, como has visto, fue una ciudad bastante duradera, y fue construida luego de la caída de la Alta Atlántida por la segunda civilización que te mencioné. Esa segunda civilización alcanzó un nivel un tanto más adelantado que el de los griegos y los romanos, pero nada como sus predecesores. Parece que una fuerza maléfica estaba empecinada en destruirla también, y fue destruida hace unos diez mil años. De esa época tenemos la evidencia de estas ruinas. Pero de la Alta Atlántida solo tenemos registros y leyendas recolectadas por civilizaciones posteriores y, por supuesto, por el Corpus Poético de los delfines. Éste es el único artefacto, esta pirámide. Pero su existencia y durabilidad demuestran que muchísimo tiempo antes de los egipcios existió una raza de hombres cuya tecnología era mucho más avanzada que la que poseemos hoy. Tan avanzada, que la civilización que la precedió tardó veinte mil años en desaparecer por completo. Los hombres que destruyeron la Alta Atlántida hicieron sus mejores esfuerzos para hacerla desaparecer. Pero no lo lograron. La Pirámide del Ojo, por ejemplo, es indestructible. Aunque también es probable que no hayan querido destruirla”.

Mavis asintió, sombría. “Es su más sagrado santuario”.

“En otras palabras,” dijo George “me están diciendo que la gente que destruyó la Atlántida todavía existe. ¿Todavía tienen el poder que tenían por entonces?”.

“Sustancialmente, si” dijo Hagbard.

“¿Son los Illuminati de los que me han hablado?”.

“Illuminati, o Antiguos Videntes Iluminados de Baviera, otro de los nombres que han utilizado, si”.

“Así que no comenzaron en mil setecientos setenta y seis - existían mucho antes que eso ¿No es así?”.

“Correcto” dijo Mavis.

“Entonces, ¿Por qué me mintieron sobre su historia? y, si es que son tan poderosos, ¿Por qué carajo todavía no se han apoderado del mundo? Cuando nuestros antepasados eran salvajes podrían haberlos dominado por completo”.

Hagbard respondió “Te mentí porque la mente humana solo puede aceptar una pequeña parte de la verdad a la vez. Además, la iniciación al discordianismo tiene etapas. La respuesta a la otra pregunta es complicada. Pero intentaré hacerla simple. Hay cinco razones. Primero: existen organizaciones como los discordianos que son casi tan poderosas y poseen casi los mismos conocimientos que los Illuminati, por lo tanto, son capaces de frustrar sus planes. Segundo: los Illuminati son un grupo muy pequeño como para gozar de la fertilización cruzada creativa necesaria para hacer progresos de cualquier tipo, y han sido incapaces de superar el nivel tecnológico que alcanzaron hace treinta mil años. Como los Mandarines en China. Tercero: las acciones Illuminati están maniatadas por creencias supersticiosas, las mismas que los apartaron de los otros atlantes. Como dije, son la primera religión del mundo. Cuarto: los Illuminati son muy sofisticados, despiadados y decadentes como para querer dominar el mundo - les divierte jugar con el mundo -. Quinto: los Illuminati dominan el mundo, y todo lo que sucede, sucede porque ellos lo permiten”.

“Esas razones se contradicen entre sí” dijo George.

“Esa es la naturaleza del pensamiento lógico. Toda afirmación es en parte cierta, en parte falsa y en parte sin sentido”. Hagbard no estaba sonriendo.

El submarino describió un gran arco mientras hablaban, y ahora, la Pirámide del Ojo había quedado lejos detrás de ellos. El ojo, que apuntaba hacia el este, ya no era visible. Debajo, George pudo ver las ruinas de varias ciudades pequeñas al borde de acantilados insondables que caían hasta profundidades más oscuras - y que sin duda, fueron la costa de la Atlántida en otros tiempos -.

Hagbard dijo “Tengo un trabajo para ti, George. Te va a gustar, y vas a querer hacerlo, pero te va a hacer cagar de miedo. Hablaremos de eso cuando lleguemos a la base de Chesapeake. Ahora vamos al depósito a echarle una mirada a nuestras adquisiciones”. Tocó un interruptor. “FUCKUP, sácate los dedos del culo y maneja un rato esta cosa”.

“Veré las estatuas después” dijo Mavis. “Ahora tengo otras cosas que hacer”.

George bajó siguiendo a Hagbard por escaleras alfombradas, atravesando halls con paneles brillantes de roble pulido. Al final llegaron a un enorme habitáculo aparentemente pavimentado con losas de mármol. Un grupo de hombres y mujeres vestidos con remeras náuticas a rayas horizontales, similares a la de Hagbard, estaban apiñados alrededor de cuatro estatuas altas en el centro del salón. Cuando Hagbard entró dejaron de hablar y se abrieron para darle una visión clara de las esculturas. El piso estaba cubierto por charcos de agua y las estatuas goteaban.

“No las sequen” dijo Hagbard. “Cada molécula es preciosa como está. Cuanto menos las toquemos, mejor”. Se aproximó a la más cercana y la observó un rato largo. “¿Qué dices de algo como esto? Está más allá de lo exquisito. ¿Puedes imaginar lo que era su arte antes del desastre? Y pensar que el Círculo Intacto destruyó todas sus huellas, excepto esa pirámide tosca y estúpida”.

“Que por su parte es la obra más grande de la tecnología cerámica en la historia de la humanidad” dijo una de las mujeres. George miró buscando a Stella Maris, pero no estaba allí.

“¿Dónde está Stella?” preguntó a Hagbard.

“Arriba, encargándose del almacén. Las verá luego”.

Las esculturas eran distintas a las obras de cualquier otra cultura que George conociera, lo cual era de esperar, después de todo. Eran realistas y fantásticas al mismo tiempo, y abstractamente intelectuales. Tenían similitudes con el arte egipcio, maya, griego clásico, chino y gótico, combinado con un leve aspecto sorprendentemente moderno. Algunas de las características de las estatuas eran totalmente únicas, cualidades sin duda perdidas por las civilizaciones posteriores a la Atlántida, pero que podían hallarse igualmente en el mundo del arte conocido, preservadas y enfatizadas por otras culturas. George cayó en la cuenta de que ese era el arte de Ur; observar las estatuas era como escuchar una frase en el primer lenguaje hablado de la humanidad.

Un viejo marinero señaló la estatua más alejada “Miren esa sonrisa beatífica. Apuesto a que tiene un pensamiento femenino. El sueño de todas la mujeres: ser completamente autosuficientes”.

“A veces, Joshua,” dijo la mujer oriental que había hablado antes “pero no todo el tiempo. Ahora lo que prefiero es eso”. Señaló otra estatua.

Hagbard rió. “Crees que eso es sexo oral lindo y sano, Tsu-Hsi. Pero el niño en brazos de la mujer es el Hijo Sin Padre, el Auto-Engendrado, y la pareja en la base representa al Círculo Intacto de Gruad. Generalmente es una serpiente que se muerde la cola, pero en algunas de las representaciones más antiguas, la lujuria estéril está simbolizada por una pareja teniendo sexo oral. La No Amada Madre tiene su pie sobre la cabeza del hombre, indicando su conquista sobre la lujuria. La escultura es producto del culto más infecto de la Atlántida. Ellos dieron origen al sacrificio humano. Primero practicaban la castración, pero luego comenzaron a matar hombres en vez de simplemente cortarles las bolas. Después, cuando las mujeres fueron dominadas, el sacrificio era una virgen que entregaban supuestamente a Los No Amados, mientras todavía era pura”.

“Ese halo alrededor de la cabeza del niño parece el símbolo de la paz” dijo George.

“Símbolo de la paz, las pelotas” dijo Hagbard. “Ése es el símbolo de maldad más antiguo que existe. Claro que, para el culto del Círculo Intacto, era un símbolo de bondad, pero es la misma diferencia”.

“No pueden haber sido tan viciosos si produjeron esta estatua” dijo tercamente la mujer oriental.

“¿Puedes deducir toda la Inquisición Española mirando una pintura del pesebre de Belén?” dijo Hagbard. “No seas ingenua, Mao”. Giró hacia George. “El valor de cualquiera de estas estatuas está más allá de todo cálculo. Pero no todo el mundo lo sabe. Te enviaré con alguien que sí sabe - Robert Putney Drake -. Uno de los más grandes  connoisseurs de arte en el mundo, y líder de la sucursal estadounidense del sindicato mundial del crimen. Vas a visitarlo con un regalo de mi parte - estas cuatro estatuas -. Los Illuminati planeaban comprar su apoyo con el oro del Templo de Tethys. Yo llegaré primero”.

“Si solamente necesitaban cuatro estatuas, ¿Por qué trataban de levantar todo el templo?” preguntó George.

“Creo que intentaban trasladar el templo para resguardarlo en Agharti, su fortaleza bajo los Himalayas. Nunca he estado más cerca del Templo de Tethys que hoy, pero supongo que es una tesorería de evidencias de la Alta Atlántida. Y como tal, es algo que los Illuminati desean llevarse. Hasta ahora no tenían razones para hacerlo, porque eran los únicos que tenían acceso al fondo del mar. Ahora puedo hacerlo, incluso, mejor que ellos, y pronto habrá otros. Varias naciones y grupos privados están explorando el mundo submarino. Para los Illuminati, es el momento de completar el saqueo de cualquier evidencia de la Alta Atlántida”.

“¿Destruirán la ciudad que vimos y la Pirámide del Ojo?”.

Hagbard negó con la cabeza. “Deben estar ansiosos de que las ruinas atlantes tardías sean descubiertas. Eso no revelará su presencia. Aunque sospecho que tienen un verdadero problema con la Pirámide del Ojo. No pueden destruirla, y aunque pudieran, no lo harían. No obstante, es una revelación irrefutable de la existencia de una súper-civilización en el pasado”.

“Bien,” dijo George, para nada interesado en conocer al líder estadounidense del sindicato criminal, “¿Lo que haremos es volver y levantar el Templo de Tethys antes que los Illuminati?”.

“Santos pesares” dijo la Srta. Mao. “Estamos en el momento más crítico de esta civilización. No hay tiempo para joder con la arqueología”.

“Él es solamente un legionario” explicó Hagbard. “Aunque luego de su misión conocerá a la Más Bella y se transformará en diácono. Entonces comprenderá mejor. George: quiero que actúes de mensajero entre el movimiento Discordiano y el Sindicato. Llevarás estas estatuas a Robert Putney Drake y le dirás que hay más de donde vinieron. Le pedirás a Drake que deje de trabajar para los Illuminati, que quite la presión y deje de perseguir a nuestra gente, y que abandone el proyecto de asesinatos políticos que los Illuminati han estado tramando junto a él. Y que como muestra de buena fe, reviente a veinticuatro agentes Illuminati por nosotros en las próximas veinticuatro horas. Sus nombres estarán en un sobre sellado que le entregarás”.

CINCOS. SEXO. AQUÍ está la SABIDURÍA. El murmullo de los pechos es el murmullo del hombre.

El fiscal estatal Milo A. Flanagan estaba observando el gris azulado del Lago Michigan con un binocular poderoso desde la terraza del alto condominio de Lake Shore Drive donde vivía. Era 24 de Abril y el Proyecto Tethys debería haber finalizado. Flanagan esperaba ver, de un momento a otro, lo que parecería simplemente otro carguero de Great Lakes dirigiéndose a los muelles del Río Chicago. Con la diferencia de que éste transportaría un templo atlante desmantelado en su bodega. El navío sería reconocible gracias a un triángulo rojo pintado en la chimenea.

Luego de ser inspeccionado por Flanagan (cuyo nombre en la Orden era Hermano Beghard) y reportado a la Logia de Vigilancia - centro de comando norteamericano -, el templo desguasado sería llevado río arriba hasta Saint Louis donde, previo arreglo con el presidente de los EEUU, sería transportado en camiones hacia Fort Knox bajo la escolta del Ejército estadounidense. El presidente no sabía con quién estaba haciendo negocios. La CIA le había informado que los artefactos provenían del Movimiento Nacionalista de Livonia, ahora detrás de la Cortina de Hierro, y que los contenedores albergaban tesoros artísticos livonianos. Algunos altos oficiales de la CIA conocían la verdadera naturaleza de la organización a la cual los EEUU estaban ayudando, ya que varios eran miembros de ella. El Sindicato, por supuesto, (sin ningún tipo de disimulo) guardaba tres cuartos de su oro en los depósitos gubernamentales de Fort Knox por aquellos días. “¿Qué mejor lugar?” preguntó Robert Putney Drake una vez.

Pero el carguero se había retrasado. El viento golpeaba a Flanagan castigando su rizado cabello blanco y las mangas de su fina chaqueta y pantalones de sastre. El maldito viento de Chicago. Flanagan había luchado contra él durante toda su vida. Eso lo había hecho el hombre que era.

El Sargento de Policía Otto Waterhouse emergió de la puerta que daba al techo. Waterhouse era miembro del staff personal de Flanagan, lo cual significaba que cobraba un sueldo del Departamento de Policía, otro del Sindicato y una tercera suma fija depositada en una cuenta a nombre de Herr Otto Wasserhaus en un banco bávaro. Waterhouse era un hombre de color, de un metro noventa y ocho de altura, que hizo su carrera en el Departamento de Policía de Chicago a base de hostigar, torturar, mutilar y matar a más miembros de su propia raza que un sheriff de Mississippi. Flanagan captó tempranamente el amorío de sangre fría y autodestructivo de Waterhouse con la muerte, y lo sumó a sus filas.

“Llegó un mensaje del centro de comunicaciones del CRE en New York” dijo Waterhouse “Desde Ingolstadt anuncian que el Proyecto Tethys ha sido abortado”.

Flanagan bajó su binocular y giró para mirar a Waterhouse. El rostro lozano del funcionario estatal, con cejas tupidas y castañas, era perspicaz y distinguido, el tipo de cara por la que votaba la gente, especialmente en Chicago. Ese rostro una vez perteneció a un chico que se juntaba con los Hamburgers del ghetto irlandés del lado sur de Chicago para reventarle los sesos a los negros con adoquines solo por diversión. Un rostro que provenía de esos comienzos primitivos, para terminar sabiendo sobre templos milenarios sumergidos, naves arácnidas y conspiraciones internacionales. Estaba estampado indeleblemente con las líneas de los ancestros de Milo A. Flanagan, los antepasados de los galos, britanos, escoceses, pictos, galeses e irlandeses. En los tiempos en que el Templo de Tethys se estaba hundiendo, fueron conducidos por órdenes de Agharti hacia los antiguos y espesos bosques que estaban donde ahora está el desierto de Mongolia Exterior. Pero Flanagan solo era un Illuminati del Cuarto Grado, y no había sido instruido plenamente en esa historia. A pesar de no demostrar emoción, había llamas blanco-azuladas de locura homicida ardiendo en lo profundo de sus ojos. Waterhouse era una de las pocas personas en Chicago que podía soportar en pie la mirada funesta de Flanagan.

“¿Cómo sucedió?” preguntó Flanagan.

“Fueron atacados por delfines y por un submarino invisible. Las naves arácnidas fueron destrozadas. El Zwack contraatacó pero fue dañado por un rayo láser y forzado a huir”.

“¿Cómo supieron que teníamos naves en el templo?”

“Tal vez los delfines les avisaron”.

Flanagan miró a Waterhouse fría y pensativamente. “Debe haber una fuga, Otto. Hay más JAMs activos en esta ciudad que en ninguna otra parte del país en este momento. Dillinger fue visto dos veces la semana pasada. ¡Por Gruad, cómo me gustaría ser quien realmente lo atrape de una vez por todas! ¿Qué diría entonces el fantasma de Hoover, eh Otto?” Flanagan sonrió con una de sus raras y genuinas sonrisas que dejaban al descubierto sus prominentes dientes caninos. “Sabemos que hay un centro de culto de los JAMs en algún lugar del lado norte. Alguien ha estado robando hostias de la iglesia de mi hermano desde hace diez años - incluso cuando yo tenía treinta hombres apostados allí -. Y mi hermano dice que ha habido más casos de posesión demoníaca en su parroquia durante los últimos diez años que los que hubo en toda la historia de Chicago. Uno de nuestros sensitivos ha reportado emanaciones de la Vieja en éste área, al menos una vez por mes en el transcurso del año pasado. Ya es tiempo de que los encontremos. Pueden estar leyendo nuestras mentes, Otto. Esa debe ser la fuga ¿Por qué no la hemos reparado?”.

Waterhouse, quien hasta hacía un par de años no conocía nada más anticonvencional que transformar un asesinato en “muerte por resistencia al arresto”, devolvió a Flanagan una mirada calma y dijo “Necesitamos diez sensitivos del Quinto Grado para formar el pentáculo, y solo tenemos siete”.

Flanagan sacudió la cabeza. “Hay diecisiete sensitivos del Quinto Grado en Europa, ocho en África y veintitrés repartidos en el resto del mundo. Podrían prestarnos tres durante una semana. Ese es todo el tiempo que tomaría”.

Waterhouse dijo “Tal vez tienes enemigos en el círculo más alto. Tal vez alguien no quiere que lo logremos”.

“¿Por qué mierda dices cosas como esa, Waterhouse?”.

“Solo para joderte, man”.

Ocho pisos más abajo, en un departamento usado regularmente para misas negras, un hippie de la calle North Clark llamado Skip Lynch abrió los ojos y miró a Simon Moon y al Padre Pederastia. “Se está acabando el tiempo. Debemos acabar con Flanagan, pronto”.

“Nunca sería demasiado pronto para mí” dijo el Padre Pederastia. “Si papi no lo hubiera preferido de manera tan escandalosa, ahora él sería cura y yo fiscal del estado”.

Simon asintió. “Pero entonces tendríamos que lapidarte a ti en lugar de Milo. De cualquier manera, creo que George Dorn se está encargando de nuestros problemas en este preciso instante”.

¿Squinks? Todo comenzó con los squinks - solo comprenderá la verdad de esta frase cuando esta misión haya culminado, Sr. Muldoon.

La noche del 2 de Febrero de 1776 era oscura y ventosa en Ingolstadt; en efecto, el estudio de Adam Weishaupt parecía el escenario de una película de Frankenstein, con sus ventanas traqueteando, las velas parpadeando, y las sombras aterrorizantes que el viejo Adam proyectaba mientras iba y venía con su peculiar paso tambaleante. Al menos, las sombras eran terroríficas para él, porque estaba bien colocado con el nuevo extracto de cáñamo que Kolmer había traído de su última visita a Bagdad. Para calmarse repetía el vocabulario de inglés que había estado practicando y trabajaba en las nuevas palabras de esa semana. “Tomahawk… Succotash… Squink… ¿Squink?” Rió con ganas. La palabra era “skunk” (zorrillo), pero había hecho cortocircuito con “squid” (calamar) y surgió “squink”. Una nueva palabra: un nuevo concepto ¿Y qué aspecto tendría un squink? Sin dudas, sería una mezcla entre zorrillo y calamar: tendría ocho brazos y apestaría a hoch Himmel. Un pensamiento horrible: aquello le recordaba incómodamente a los shoggoths de aquel abominable Necronomicon que Kolmer siempre intentaba hacerle leer cuando estaba colocado, diciendo que esa era la única forma de entenderlo.

Se tambaleó hasta la sección de Magia Negra y Pornografía de su biblioteca - la cual estaba, sardónicamente, al lado de sus ensayos sobre la Biblia - y tomó el largamente olvidado volumen de las visiones del poeta loco Abdul Alhazred. Observó el primer dibujo de un shoggoth. Extraño, pensó, cómo una criatura tan horrible también puede, desde ciertos ángulos y especialmente cuando estás colocado, parecer vagamente a un conejo que sonríe maniáticamente. “Du haxen Hase” rió para sí…

Luego su mente hizo un salto: cinco lados en los bordes de los dibujos de los shoggoths… siempre cinco lados, en todos los dibujos de shoggoths… y tanto “squid” como “skunk” tienen cinco letras…

Levantó las manos, miró los cinco dedos en cada una y comenzó a reír. Súbitamente, todo era claro: el Signo de los Cuernos, hecho por los dos primeros dedos levantados en V sosteniendo los otros tres contra la palma: el dos, el tres y su unión en el cinco. Padre, Hijo y Diablo Santo… la Dualidad del bien y el mal, la Trinidad de la Cabeza de Dios… el biciclo y el triciclo… Rió más y más fuerte, viéndose - a pesar de su rostro largo y flaco - como las estatuas chinas del Buda Sonriente.

Mientras funcionaban las cámaras de gas, otros aspectos de la vida en los campos también contribuían a la Solución Final. En Auschwitz, por ejemplo, muchos murieron por los golpes y otras formas de violencia, pero la falta general de elementos sanitarios y precauciones higiénicas consiguieron los resultados más memorables. Primero fue la fiebre aftosa, luego la fiebre tifoidea y el tifus abdominal. La tuberculosis, por supuesto, era violenta, y la diarrea - particularmente divertida para ciertos oficiales - incurable, degradante y asesina acarreó a la muerte a muchos prisioneros. Tampoco se hizo ningún esfuerzo para evitar que las ubicuitas ratas de campo atacaran a los que estaban muy enfermos como para moverse o defenderse. Nunca presenciado por los médicos del siglo veinte, el noma también apareció y fue reconocido solamente gracias a libros antiguos: es una complicación de la malnutrición que carcome las mejillas, practicando un agujero a través del cual se pueden ver las muelas. “Vernichtung”, dijo un sobreviviente luego, “es la palabra más terrible en cualquier lenguaje”.

Hacia el final los aztecas se enardecieron, incrementando el número de sacrificios, doblando y triplicando los días del año dedicados al derramamiento de sangre. Pero nada los salvó: de la misma manera en que los ejércitos de Einsenhower avanzaron a lo largo de Europa para terminar con los hornos de Auschwitz, Cortés y sus navíos se movieron hacia la gran pirámide, la estatua de Tlaloc y la confrontación.

Siete horas después de que Simon hablara de George Dorn al Padre Pederastia, un jet privado dorado aterrizó en el Aeropuerto Internacional Kennedy. Cuatro cajas pesadas fueron descargadas del avión por una grúa y cargadas en un camión que llevaba la inscripción “TRASLADOS GOLD & APPEL” en sus lados. Un joven rubio con el cabello hasta los hombros vestido con una chaqueta a la moda, pantalones de montar rojo terciopelo y calcetas verde botella bajó del avión y subió a la cabina del camión. Sosteniendo una valija de piel de cocodrilo en su regazo, se sentó en silencio junto al conductor.

Tobias Knight, el conductor, guardó sus pensamientos para sí y no hizo preguntas.

George Dorn tenía miedo. Era un sentimiento al que estaba acostumbrado, tan habitual que, a decir verdad, ya no parecía impedirle cometer locuras. Además Hagbard le había dado un talismán de protección, asegurándole que era 100 por ciento infalible. George lo sacó de su bolsillo y le echó una mirada curiosa y sin esperanzas. Era una tarjeta dorada con extraños jeroglíficos:


Probablemente era otra de las bromas de Hagbard, pensó George. Tal vez en etrusco quería decir “Patéenle el culo a este idiota”. La negativa de Hagbard a traducirlo le sugirió que era pura ironía celiniana, aunque se mostró muy sobrio - casi religioso - con respecto a los símbolos.

Una cosa era segura: George todavía estaba asustado, pero el miedo ya no era paralizante. Si hubiera sido así de indiferente al miedo hace algunos años, pensó, habría un policía menos en New York. Aunque probablemente yo tampoco estaría aquí. No, eso tampoco es correcto. Le hubiera dicho a Carlo que se vaya a la mierda. No hubiera dejado que el miedo a ser llamado cobarde me detuviese. George tuvo miedo cuando fue a Mad Dog, cuando Harry Coin intentó violarlo, cuando Harry Coin fue asesinado, cuando escapó de la cárcel de Mad Dog, cuando vio su propia muerte durante el orgasmo y cuando las naves arácnidas de los Illuminati atacaron al Lief Erikson. Tener miedo estaba comenzando a parecer una condición normal en él.

Y ahora iba a conocer al hombre que manejaba el crimen organizado de los EEUU. Prácticamente no sabía nada sobre el Sindicato y la Mafia, y descreía de lo poco que sabía, considerándolo como probables mitos. Hagbard le había dado poca información adicional mientras se preparaba para el vuelo. Pero una cosa de la cual George estaba absolutamente seguro era que iba a estar desprotegido entre hombres que asesinaban seres humanos con la misma facilidad que un ama de casa mata una mosca. Y se suponía que iba a negociar con ellos. Hasta ese momento, el Sindicato había estado trabajando para los Illuminati. Y debían pasarse al lado de los Discordianos porque George así lo decía. Con la ayuda de cuatro estatuas cuyo precio desconocía. Y ¿Qué dirían Robert Putney Drake y Federico Maldonado cuando escucharan que esas estatuas habían sido desenterradas del fondo del lecho oceánico entre las ruinas de la Atlántida? Probablemente expresarán su escepticismo con sus pistolas, y George terminaría en el mismo lugar de donde provenían las esculturas.

“¿Por qué yo?” George interrogó a Hagbard, más temprano ese mismo día.

“¿Por qué yo?” repitió Hagbard sonriendo. “La pregunta formulada por el soldado mientras las balas enemigas silban a su alrededor, por el inofensivo dueño de casa mientras un homicida maniático entra por la puerta de su cocina cuchillo en mano, por la mujer que dio a luz un bebé muerto, por el profeta que tuvo una revelación de la palabra de Dios, por el artista que sabe que su última pintura es la obra de un genio. ¿Por qué tú? Porque estás aquí, imbécil. Porque algo debe sucederte ¿OK?”.

“Pero, ¿Y si la cago? No sé nada sobre ésta organización o sobre el Sindicato. Si los tiempos son tan cruciales como ustedes dicen, es ridículo enviar a alguien como yo a esta misión. No tengo experiencia con gente como esa”.

Hagbard sacudió la cabeza impacientemente. “Te estás subestimando. Crees no poder hablar con la gente simplemente porque eres joven y tienes miedo. Eso es estúpido. Y no es típico de tu generación, así que debes sentirte aún más avergonzado. Además, estuviste con gente peor que Drake y Maldonado. Pasaste parte de una noche en una celda con el hombre que mató a John F. Kennedy”.

“¿Qué?” George sintió que la sangre le subía al rostro y pensó que iba a desmayarse.

“Ah, si” dijo Hagbard con indiferencia. “Joe Malik estaba tras la pista correcta cuando te envió a Mad Dog, ¿Sabes?”.

Luego, Hagbard le dijo a George que era perfectamente libre de abandonar la misión si no quería ir. Y George dijo que iría por las mismas razones que tuvo para acompañar a Hagbard en su submarino dorado. Porque supo que sería un tonto si dejaba pasar esa experiencia.

Un viaje de dos horas llevó al camión hasta las afueras de Blue Point, Long Island, y a la entrada de una finca. Dos hombres fuertemente equipados y con sobretodos verdes registraron a George y al conductor, apuntaron un instrumento con forma de campana hacia el camión, estudiaron sus lecturas, y les indicaron la entrada. El camión subió por un camino angosto de asfalto serpenteante a través de bosques que comenzaban a mostrar el brillo verde del principio de la primavera. Formas sombrías merodeaban entre los árboles. De repente el camino salió de la espesura hacia una pradera. De allí en adelante había una larga subida suave hasta la cima de una colina coronada por casas. Desde el límite del macizo, George pudo ver cuatro grandes mansiones de aspecto confortable, cada una de tres pisos de altura. Estaban pintadas con colores pasteles cálidos y formaban un semicírculo en la cresta de la colina. La hierba de la pradera había sido segada bien corta y a mitad del camino en la subida se transformaba en un césped bellamente trabajado. La foresta servía de biombo entre las casas y la ruta, la pradera hacía imposible que alguien surgido de los bosques pudiera acercarse a las casas sin ser visto, y las mansiones mismas estaban emplazadas como una fortaleza.

El transporte de Gold & Appel siguió el sendero pasando entre medio de dos casas, donde una sección de la ruta podía ser elevada hidráulicamente para formar un paredón. El conductor frenó al gesto de uno de los dos hombres con uniforme caqui que se acercaban. Ahora George podía ver que la fortaleza del Sindicato consistía en ocho residencias separadas que formaban un octógono alrededor de un parque. Cada casa tenía su propio jardín enrejado, y pudo observar con sorpresa que en varios frentes había juegos para niños. En el centro del conglomerado había un alto mástil blanco con una bandera de los EEUU.

George y el conductor bajaron de la cabina del camión. George se identificó y fue escoltado hacia el lado más alejado de la villa. Notó que allí la cuesta era mucho más empinada. Del otro lado caía en vertiente hacia una playa angosta y pedregosa, salpicada por las olas enormes del Atlántico. Una vista hermosa, pensó George. Y notablemente segura. La única forma que los enemigos de Drake podían acabar con él era bombardeando su casa desde el aire.

Un hombre rubio y delgado - de unos sesenta o tal vez setenta años bien llevados - bajó por los escalones de la casa a la que George se acercaba. Tenía una nariz respingona que terminaba en una punta afilada, barbilla fuerte y hendida, y fríos ojos azules. Apretaba la mano vigorosamente.

“Hola. Soy Drake. Los otros están adentro. Vamos. Ah, ¿Te importa si nos adelantamos y vamos descargando tu camión?”. Le echó a George una mirada penetrante, como de pájaro. George cayó en la cuenta, con un sentimiento abrumador, de que Drake le estaba diciendo que tomarían las estatuas sin importar cual fuera el trato. ¿Por qué se molestarían, entonces, en cambiar de bando en esta guerra subterránea? Pero asintió en conformidad.

“Eres joven, ¿No es así?” dijo Drake mientras entraban en la casa. “Pero hoy en día es así. Los niños hacen el trabajo de los hombres”. El interior de la casa era bello pero no increíble, como podía esperarse. Las alfombras eran gruesas, la ebanistería pesada, oscura y pulida, y los muebles probablemente fueran antigüedades genuinas. George no veía como podían combinar las estatuas atlantes con la decoración. En lo alto de las escaleras que daban al segundo piso había un retrato de una mujer ligeramente parecida a la Reina Elizabeth II. Llevaba un vestido blanco y diamantes en el cuello y las muñecas. La acompañaban dos niñitos rubios, de aspecto frágil y trajes de marinero con corbatas de satén, mirando solemnemente desde la pintura.

“Mi esposa y mis hijos” dijo Drake con una sonrisa.

Entraron a un estudio amplio, con machimbrado de caoba y roble, libros forrados en piel y muebles tapizados en cuero rojo y verde. Theodore Roosevelt habría amado esta habitación, pensó George. En la pared detrás del escritorio había una pintura que retrataba a un hombre barbado, con ropas isabelinas. Sostenía una esfera en la mano y miraba subrepticiamente a una especie de mensajero que señalaba hacia el mar. En el fondo había barcos navegando en la distancia.

“Un antepasado” dijo Drake sencillamente. Presionó un botón en un panel del escritorio. Una puerta se abrió y entraron dos hombres. El primero era un hombre oriental joven y alto, de rasgos huesudos y cabello revuelto; el segundo era un hombre bajo y delgado, con una semejanza sorprendente al Papa Pablo VI.

“Don Federico Maldonado, un hombre que merece el mayor de los respetos” dijo Drake “y Richard Jung, mi principal consejero”. George estrechó la mano con ambos. No podía comprender por qué Maldonado era conocido como “Nariz de Banana”; su protuberancia era de las grandes, pero no se asemejaba a un plátano. Era más parecida a una berenjena. El sobrenombre debería ser una muestra del escaso sentido del humor de los sicilianos. Los dos hombres tomaron asiento en un sofá de cuero rojo. George y Drake se hundieron en dos sillones, enfrentándolos.

“¿Cómo andan mis músicos favoritos?” dijo Jung jovialmente.

¿Era un tipo de contraseña? George estaba persuadido de una cosa: con esta gente, su supervivencia dependía de aferrarse absolutamente a la verdad y a la sinceridad, así que dijo muy sinceramente: “No lo sé, ¿Quiénes son sus músicos favoritos?”.

Jung le sonrió sin decir palabra hasta que George, con el corazón corriendo adentro de su pecho como un hamster tratando de salir de la ruedita, buscó en su portafolio y sacó un rollo de pergamino.

“Este es el convenio básico propuesto por la gente a la que represento” dijo. Se lo dio a Drake. Percibió que Maldonado lo miraba fija e inexpresivamente, de manera por demás inquietante. Sus ojos parecían de vidrio. Su rostro era una máscara de cera. George concluyó que era un muñeco de cera del Papa Pablo VI que habían robado del museo de Madame Tussaud, enfundado en un traje de negocios y traído a la vida para servir de líder de la Mafia. Siempre pensó que había algo brujo en los sicilianos.

“¿Lo firmamos con sangre?” preguntó Drake, mientras quitaba el ribete dorado del pergamino y lo desenrollaba.

George rió nerviosamente. “Con una estilográfica y tinta está bien”.

Los ojos de Saúl, furiosos y triunfantes se clavaron en los míos, y yo desvié la mirada culposamente. Déjeme explicarle, dije desesperado. Realmente estoy tratando de ayudarlo. Su mente es una bomba.

“Lo que Weishaupt descubrió aquella noche del dos de Febrero de mil setecientos setenta y seis,” explicó Hagbard a Joe Malik en 1973, un claro día otoñal en Miami, en la misma época en que el Capitán Tequila y Mota estaba leyendo el libro sobre golpes de estado de Luttwak y haciendo sus primeros movimientos entre la camarilla de oficiales que después tomarían Fernando Poo, “fue básicamente una relación matemática simple. Tan simple, en efecto, que la mayoría de los administradores y burócratas nunca la han notado. Como un casero no nota a la termita hasta que es demasiado tarde… Mira, toma este papel y hazlo tú mismo ¿Cuántas permutaciones hay en un sistema de cuatro elementos?”.

Joe, recordando la matemática primaria, escribió 4x3x2x1, y leyó la respuesta en voz alta: “Veinticuatro”.

“Y si te cuentas entre esos elementos, el número de asociaciones - o para ser siniestros: conspiraciones - que confrontarías serían veintitrés. A pesar de las obsesiones de Simon Moon, el veintitrés no tiene un significado particularmente místico”. Hagbard añadió rápidamente. “Considéralo pragmáticamente: es un número de relaciones posibles que el cerebro puede recordar y manejar. Pero, ahora supón que el sistema tiene cinco elementos…”

Joe escribió 5x4x3x2x1 y leyó en voz alta: “Ciento veinte”.

“¿Ves? Uno siempre se encuentra con saltos de ese tamaño cuando maneja permutaciones y combinaciones. Pero, como dije, los administradores no están al tanto de eso. Korzybski señaló, a principios de la década del treinta, que nadie debería supervisar directamente a más de cuatro subordinados, porque las posibles veinticuatro coaliciones que pueden crearse dentro una política burocrática normal son suficientes para anular cualquier cerebro. Cuando esto salta a ciento veinte, el administrador está perdido. Ese, en esencia, es el aspecto sociológico de la misteriosa Ley de los Cincos. Los Illuminati siempre tienen cinco líderes en cada nación, y los cinco Illuminati Primi los supervisan, pero cada uno maneja su show de manera más o menos independiente de los otros cuatro, unidos solo por su compromiso en común con la Meta de Gruad”. Hagbard hizo una pausa para reencender el cigarro italiano largo y negro.

“Ahora,” dijo “ponte en lugar del jefe de cualquier organización de contraespionaje. Imagina, por ejemplo, que eres el pobre viejo McCone de la CIA, al momento de la primera Nueva Ola de Asesinatos Illuminati, hace diez años, en el sesenta y tres. Oswald era un agente doble, como todo el mundo siempre supo, por supuesto. Los rusos no lo habrían dejado salir de su país sin antes comprometerlo a hacer ‘pequeños trabajos’, como lo llaman en el negocio, aunque también pudo ser un agente ‘dormido’. O sea, continuaría con sus actividades ordinarias la mayor parte del tiempo y solo sería llamado cuando estuviera en el lugar preciso y en el momento indicado para esos ‘pequeños trabajos’. Washington lo sabe, por supuesto; saben que ningún expatriado volvería de Moscú sin un arreglo de ese tipo. Y Moscú conoce la otra cara: que el Departamento de Estado no lo dejaría volver a menos que acepte un arreglo similar con la CIA. Pero entonces, veintidós de Noviembre, Dealey Plaza - ¡Blam! el ventilador desparrama mierda. Tanto Moscú como Washington quieren saber, lo antes posible, para quién estaba trabajando en ese momento o si fue por iniciativa propia. Surgen otras dos posibilidades a la vez: un solitario con ideales políticos confusos como él: ¿Pudo haber sido reclutado por los cubanos o los chinos? Y luego, una tercera: ¿Pudo haber sido inocente? ¿Pudo haber sido otro grupo - para evitar lo obvio, llamémosle Fuerza X - quien orquestó todo el asunto? Así que tienes al MVD, a la CIA y al FBI chocándose entre ellos, olfateando alrededor de Dallas y New Orleans buscando pistas. Y la Fuerza X les parece cada vez más y más inverosímil, porque es intrínsecamente increíble. Es increíble porque no tiene esqueleto, no tiene forma ni carne, nada de lo que agarrarse. La razón, por supuesto, es que la Fuerza X son los Illuminati, trabajando a través de cinco líderes con cinco por cuatro por tres por dos por uno, o ciento veinte vectores básicos diferentes. Una conspiración de ciento veinte vectores no parece una conspiración: parece caos. La mente humana no puede abarcarlo, y por lo tanto, lo declara inexistente. Verás, los Illuminati siempre se preocupan por incluir un elemento azaroso dentro de esas ciento veinte direcciones. No necesitan realmente reclutar a los líderes del movimiento ecológico y a los ejecutivos de las corporaciones más contaminantes. Lo hacen para crear ambigüedad. Cualquiera que intente describir sus operaciones suena como un paranoico. Lo que resolvió las cosas,” concluyó Hagbard “fue un golpe de suerte para la pandilla de Weishaupt: había otros dos elementos involucrados, que nadie planeó o previó. Uno era el Sindicato”.

“Siempre comienza con un sinsentido” explica Simon a Joe en otra franja temporal, entre Los Angeles y San Francisco en 1969. “Weishaupt descubrió la Ley de los Cincos mientras estaba colocado, mirando el dibujo de uno de esos shoggoths que viste en Arkham. Imaginó que el shoggoth era un conejo, y dijo ‘du haxen Hase’, lo cual se mantuvo como una broma interna entre los agentes Illuminati de Hollywood. Está en todas las caricaturas de Bugs Bunny ‘¡Tú, pícaro conejo!’[1]. Pero fuera de esa mezcla esquizoide de alucinación y logomanía, Weishaupt vio tanto el significado místico de los Cincos, como su aplicación pragmática como estatuto del espionaje internacional, usando permutaciones y combinaciones que te explicaré cuando tengamos lápiz y papel. Esa misma mezcla de revelación y farsa siempre está presente en el lenguaje del supraconsciente, de cualquier manera que lo contactes, ya sea a través de la magia, la religión, las drogas, el yoga o por una nova cerebral espontánea. Tal vez el elemento de farsa o sin sentido provenga de una contaminación desde el inconsciente, no lo sé. Pero siempre está. Es por eso que la gente seria nunca descubre nada verdaderamente importante”.

“¿Te refieres a la Mafia?” preguntó Joe.

“¿Qué? No dije nada sobre la Mafia. ¿Estás nuevamente en otra franja temporal?”.

“No, no solamente la Mafia” dijo Hagbard. “El Sindicato es mucho más grande que la Mafia”. El salón retorna a foco: es un restaurante. Un restaurante de comida marítima. En la avenida Biscayne, de cara a la bahía. En Miami. En 1973. Las paredes están decoradas con motivos submarinos, incluyendo un pulpo enorme. Indudablemente, Hagbard había elegido aquel lugar de encuentro nada más porque le gustaba la decoración. El loco bastardo cree ser el Capitán Nemo. Encima tenemos que negociar con él. Como dice John: los JAMs no pueden hacerlo solos. Hagbard, sonriendo, pareció notar la vuelta de Joe al tiempo presente. “Estás llegando a la etapa crítica” dijo, cambiando de tema. “Ahora solamente tienes dos estados mentales: colocado con drogas y colocado sin drogas. Está muy bien. Pero como estaba diciendo, el Sindicato es más que la Mafia. La Mafia fue el único Sindicato hasta el veintitrés de Octubre de mil novecientos treinta y cinco. Pero entonces mataron al Holandés, y un joven estudiante de psicología, quien también resultó ser un psicópata con el poder conductor de Genghis Khan, fue asignado para hacer un ensayo sobre cómo las últimas palabras del Holandés ilustraban las similitudes entre el daño somático y la esquizofrenia. El Holandés tenía una bala en las tripas cuando fue entrevistado por la policía y registraron cada palabra que dijo aunque en la superficie fueran puros disparates. El estudiante escribió el ensayo que su profesor esperaba y obtuvo una A, por supuesto, pero también escribió otra interpretación de las palabras del Holandés para sus propios propósitos. Puso copias en varias cajas fuertes - provenía de una de las más antiguas familias de banqueros de New England, y por entonces, incluso soportaba la presión familiar para dejar la psicología y dedicarse a los negocios bancarios -. Su nombre era (Robert Putney Drake visitó Zurich en 1935. Habló personalmente con Carl Jung sobre los arquetipos del inconsciente colectivo, el I Ching y las leyes de la sincronicidad. Habló con gente que había conocido a James Joyce antes de que el genio borracho irlandés se mudara a París, y aprendió mucho sobre los discursos beodos de Joyce, en los cuales afirmaba ser un profeta. Leyó los fragmentos publicados de Finnegan’s Wake, y volvió a mantener nuevas charlas con Jung. Luego conoció a Hermann Hesse, Paul Klee y a otros miembros de la Hermandad Oriental, uniéndose a ellos en un ritual de mezcalina. Por esos tiempos le llegó una carta de su padre preguntándole cuándo iba a dejar de perder el tiempo para volver a la Escuela de Negocios en Harvard. Él respondió que volvería a fines de semestre, pero no para estudiar administración de empresas. Un gran psicólogo estaba naciendo, y Harvard podría haber sufrido un escándalo similar al que Timothy Leary protagonizara treinta años después. Pero Drake tenía poder conductor).

YO. PRIMERA PERSONA DEL SINGULAR. Un cóctel de Napalm para How Chow Mein, galletitas de la mala fortuna.

Josefina Malik está temblando en la cama, tratando de ser valiente, intentando ocultar su miedo ¿Dónde estaba ahora la máscara de la masculinidad?

La ilusión de ser un hombre atrapado en el cuerpo de una mujer puede ser curada de una  sola manera. Me echarían de la Asociación Americana de Psicoanalistas si conocieran mis métodos. En efecto, ya tuve un encontronazo con ellos cuando uno de mis pacientes superó su complejo de Edipo cogiéndose realmente a su madre, convenciéndose de que, como dirían los semánticos, ella era solamente una vieja, y no la mujer que recordaba de la infancia. De cualquier manera, el mundo está volviéndose majareta como habrás observado, mi pobre niña, y debemos tomar medidas heroicas para salvar lo que quede de cordura en cualquier paciente que atendamos. (Ahora el psiquiatra estaba desnudo. Se metió en la cama junto a ella) Ahora, mi palomita asustada, voy a convencerte de que eres una mujer de verdad, de nacimiento…

Josefina sintió el dedo en su coño y gritó. No por el contacto: si no por lo real que fue. Hasta ese momento, no creyó que el cambio fuese real…

El puente de Weishaupt está cayendo, está cayendo, está cayendo

Al igual que las novelas modernas: en la YMCA[2] de la avenida Atlantic en Brooklyn, en una habitación cuya ventana da a la antena radiofónica de la Escuela Técnica, un hombre llamado Chaney (sin parentesco con la familia de actores) desparrama sus cartas de Tarot pornográfico sobre la cama. Falta una, observa. Rápidamente, las acomoda por palos y busca la carta perdida: es el Cinco de Oro. Maldice en voz baja: esa era una de sus fotos orgiásticas favoritas.

Rebecca. El San Bernardo.

“Probablemente todo esté confuso en tu cabeza” continué, furioso porque nuestro plan se estaba desmoronando, y porque necesitaba su confianza y ahora no había forma de ganármela. “Hemos estado desintoxicándote y deshipnotizándote, pero no puedes darte cuenta adónde te dejaron los Illuminati y adónde te rescatamos y comenzamos a revertir el tratamiento. Vas derecho a una explosión sicótica dentro de las próximas veinticuatro horas, y estamos usando las únicas técnicas que pueden frenar el proceso”.

“¿Por qué escucho todo dos veces?” preguntó Saúl, vacilando entre el escepticismo desconfiado y la sensación de que Malik ya no estaba jugando e intentaba ayudarlo urgentemente.

“Lo que te dieron fue un derivado del MDA - con altos niveles de mezcalina y metedrina -. Provoca un efecto de eco por setenta y dos horas, mínimo. Escuchas lo que estoy por decir antes de que lo diga y luego cuando lo digo. Se pasará en unos pocos minutos, pero volverá aproximadamente cada media hora, hasta mañana. El final de la cadena es la psicosis, a menos que podamos detenerla”.

“A menos que podamos detenerla”.

“Se está apaciguando” dijo Saúl cuidadosamente. “Cada vez hay menos eco. Todavía no sé si confiar en ti ¿Por qué intentabas convertirme en Barney Muldoon?”.

“Porque la explosión psíquica es en la franja temporal de Saúl Goodman, no en la de Barney Muldoon”.

Diez rinocerontes grandotes, once rinocerontes grandotes…

“Tú, pícaro conejo” susurra Simon a través de la Ventana de Judas. Inmediatamente la puerta se abre y un joven sonriente, con barba y pelo al estilo Jesucristo de Frisco, dice “Bienvenidos a la Logia Joshua Norton”. Para su alivio, Joe ve que se trataba de una reunión hippie normal, aunque atípicamente limpia, y que no había ninguna parafernalia siniestra como en el aquelarre de Lake Shore Drive. Al mismo tiempo, escucha al extraño en la cama preguntándole: “¿Por qué intentabas convertirme en Barney Muldoon?”. Por Dios, ahora sucede cuando estoy despierto al igual que cuando estoy durmiendo. Simultáneamente, oye la alarma y grita “¡Los Illuminati nos atacan!”.

“¿Atacan este edificio?” pregunta Saúl, confundido.

“¿Edificio? ¡Estás en un submarino, el Lief Erikson, camino a la Atlántida!”.

Veinte rinocerontes grandotes, veintiún rinocerontes grandotes…

“Número diecisiete” leyó el profesor Curve “La ley y los anarquistas darán al pueblo americano un Cadillac veloz”.

Hoy han salido todas las mujeres del estilo de Helen Hokinson. Recién vino otra por las Madres Contra la Caspa. Le di una sola moneda.

Volviendo al tema, 1923 fue un año interesante para el ocultismo. No solamente porque Hitler se unió a los Illuminati e intentó un golpe de estado en Munich, si no que, hojeando los libros de Charles Fort, encontré varios hechos sugerentes. El 17 de Marzo - que no solamente encaja en nuestra correlación con el 23, si no que además es el aniversario de la derrota de la rebelión de Kronstadt, el día en que volaron la estatua de Lord Nelson en Dublín en 1966, y por supuesto, el día sagrado de San Patricio - un hombre desnudo fue visto corriendo misteriosamente cerca de las propiedades de Lord Caernarvon en Inglaterra. Apareció varias veces durante los días siguientes, pero nunca pudieron atraparlo. Mientras tanto, el mismo Lord Caernarvon moría en Egipto - algunos dicen que fue víctima de la maldición de Tutankamón, cuya tumba había saqueado (el arqueólogo es un ladrón de tumbas con credenciales) -. Fort también recoge dos casos en mayo del mismo año de un fenómeno sincrónico que había rastreado a través de los siglos: una erupción volcánica coincidente al descubrimiento de una nueva estrella. En Septiembre, los Mumiai causaron pánico en India - los Mumiai son demonios invisibles que atrapan a las personas a plena luz del día -. Durante el año hubo reportes de carbón explosivo en Inglaterra; algunos intentaron explicar aquello diciendo que los mineros, resentidos (fue una época de problemas laborales), habían puesto dinamita en el carbón, pero la policía no lo pudo demostrar. El carbón continuó explotando. En el verano, pilotos franceses comenzaron a tener extraños accidentes cada vez que sobrevolaban Alemania y se sugirió que los alemanes estaban haciendo pruebas con una máquina de rayos invisibles. Considerando los tres últimos fenómenos juntos - demonios invisibles en India, carbón explosivo en Inglaterra y rayos invisibles sobre Alemania - supongo que alguien estaba probando algo…

Puedes llamarme Doc Iggy. Mi nombre completo es Dr. Ignotum P. Ignotius. La P. es de Per. Si eres latinista, sabrás que se traduce como “lo desconocido explicado por lo aún más desconocido”. Creo que es un nombre apropiado para mi función esta noche, ya que Simon te ha traído para ser iluminado. Mi nombre de esclavo, antes de convertirme en mí mismo, es totalmente insustancial. Tu nombre de esclavo tampoco es de mi incumbencia, y te llamaré por la contraseña de la Logia Norton que Simon utilizó en la puerta. Hasta mañana a la mañana, que la droga comience a disiparse, eres P. Pícaro Conejo. Esa es la P, por la inicial.

Aquí también aceptamos a Bugs Bunny como un ejemplo de Mummu, pero tenemos muy poco en común con los SSS, los Satánicos, Surrealistas y Sádicos, el grupo que comenzó con tu iluminación en Chicago. En realidad lo único que compartimos con ellos es el uso del sistema postal anarquista Tristero para evadir a los inspectores postales del gobierno, y un arreglo financiero a través del cual aceptamos sus bonos CDM - bonos Conmemorativos del Divino Marqués - y ellos aceptan nuestros bonos de cáñamo y los bonos de lino de la Legión de la Discordia Dinámica. Cualquier cosa para evitar las notas de la Reserva Federal, ya sabes.

Pasará un rato hasta que el ácido comience a actuar, así que continuaré hablando de esta forma, sobre cosas más o menos triviales - o cuatriviales, o incluso pentiviales - hasta ver que estás listo para asuntos más serios. Simon está preparando la ceremonia en la capilla junto a Stella, una mujer que realmente te gustará.

Te preguntarás por qué nos llamamos Logia Norton. El nombre fue elegido por mi predecesor, Malaclypse el Más Joven, antes de dejarnos para unirse al grupo más esotérico conocido como FLE - Frente de Liberación Erisiana -. Son la rama occidental de los Hung Mung Tong Cong y todos sus esfuerzos están concentrados en un proyecto anti-Illuminati a gran escala, conocido como Operación Jode-mentes. Pero esa es otra historia, muy complicada. Uno de los últimos escritos de Malaclypse, antes de partir al Silencio, era un párrafo corto que decía: “Todo el mundo comprende al Ratón Mickey. Pocos comprenden a Hermann Hesse. Casi nadie comprende a Albert Einstein. Y nadie comprende al Emperador Norton”. Creo que Malaclypse ya estaba metido en la mística Jode-mentes cuando escribió eso.

(¿Quién fue el Emperador Norton? dijo Joe, preguntándose si la droga ya comenzaba a hacer efecto, o si el Dr. Ignotius tenía la tendencia de hablar con más lentitud que la mayoría de la gente.)

Joshua Norton, Emperador de los Estados Unidos y Protector de México. San Francisco está orgulloso de él. Vivió en el siglo pasado y llegó a ser emperador auto-proclamándose como tal. Por alguna misteriosa razón, a los diarios les causó gracia y decidieron publicar sus proclamas. Cuando comenzó a imprimir su propio dinero, los bancos siguieron la broma, aceptándolo a la par de la moneda de los EEUU. Una noche, los Vigilantes se pusieron de malas y con ganas de linchar a alguien, y decidieron ir al Barrio Chino a matar algunos asiáticos, pero el Emperador Norton los detuvo simplemente parándose en medio de la calle con los ojos cerrados recitando el Padre Nuestro ¿Comienzas a comprender un poco al Emperador Norton, Sr. Conejo?

(Un poco, dijo Joe, un poco…)

Bien, piensa un poco en esto, amigo: hubo dos anarquistas, cuerdos y racionales, que vivieron en la misma época que el Emperador, pero en Massachussets: William Green y Lysander Spooner. Ellos también se dieron cuenta de la importancia de tener dos monedas en competencia en lugar de un solo dinero Estatal uniforme, e intentaron que sus ideas fueran aceptadas a través de argumentos lógicos, demostraciones empíricas y recursos legales. No lograron nada. El gobierno violó sus propias leyes para encontrar la manera de suprimir al Banco Mutual de Green y al Banco de la Gente de Spooner. Eso fue porque ellos eran obviamente cuerdos, y sus dineros representaban una amenaza verdadera al monopolio de los Illuminati. Pero el Emperador Norton estaba tan loco que la gente se reía de él, pero permitían la circulación de su moneda. Piensa en eso. Comenzarás a comprender por qué Bugs Bunny es nuestro símbolo y por qué nuestro dinero tiene el nombre ridículo de bonos de cáñamo. Hagbard Celine y sus Discordianos, aún más absurdamente, llaman a su dinero bonos de lino. Eso conmemora al Maestro Zen a quien preguntaron “¿Qué es el Buda?” y respondió “Cinco libras de lino”. ¿Comienzas a ver las verdaderas dimensiones de nuestra lucha contra los Illuminati?

Al menos por ahora, probablemente podrás comprender solo esto: su falacia más grande es la Ilusión Anerística. Ellos realmente creen en la ley y el orden. Y ya que todo el mundo en esta loca guerra milenaria tiene su propia teoría sobre los objetivos de los Illuminati, voy a contarte la mía. Yo creo que son todos científicos que quieren establecer un gobierno mundial científico. Los Jacobinos probablemente estaban siguiendo instrucciones precisas de los Illuminati cuando saquearon las iglesias de París y proclamaron el inicio de la Era de la Razón. ¿Conoces la historia del viejo que estaba en la multitud cuando llevaron a Luís XVI a la guillotina y gritó, mientras caía la cabeza del rey, “Jacqes De Molay, estás vengado”? Todos los símbolos que De Molay introdujo a la masonería son instrumentos científicos - la regla T, el triángulo de los arquitectos, e incluso esa pirámide que tantas especulaciones bizarras ha causado -. Si cuentas al ojo como parte del diseño, la pirámide tiene 73 divisiones, no 72 ¿Qué significa el 73? Simple: multiplícalo por cinco, en concordancia con la funfwissenschaft de Weishaupt, la ciencia de los cincos, y obtendrás 365, los días del año. La maldita cosa es una especie de computadora astronómica, como Stonehenge. Las pirámides egipcias están de cara al Este, donde sale el sol. La gran pirámide maya tiene exactamente 365 divisiones, y tambien encara al Este. Lo que están haciendo es adorar el “orden” que encontraron en la naturaleza, sin darse cuenta de que ellos pusieron el orden allí con su instrumental.

Por eso odian a la humanidad ordinaria - porque somos muy desordenados -. Durante miles de años han intentado reestablecer el estilo de ley y orden de la alta civilización atlante - el Cuerpo Político, como a ellos les gusta llamarle -. Un robot gigante, eso es a lo que equivale su Cuerpo Político ¿sabes? Un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar. Un lugar para cada uno y cada uno en su lugar. Mira al Pentágono - ¡Mira al Ejército, por Dios! -. Así es como quieren que sea el planeta. Eficiente, mecánico, ordenado - muy ordenado - e inhumano. Esa es la esencia de la Ilusión Anerística: imaginar que has encontrado el Orden para comenzar a manipular las cosas caprichosas, excéntricas y caóticas, y formarlas en pelotones o falanges que se adecuen a lo que tu concepto del Orden supone que deban ser. Por supuesto, las cosas más caprichosas, excéntricas y caóticas que existen, son las demás personas - y es por eso que están tan obsesionados tratando de controlarnos -.

¿Por qué miras de esa manera? ¿Estoy cambiando de colores, creciendo de tamaño o algo? Bien: el ácido está comenzando a trabajar. Ahora podemos ir realmente al grano. Antes que nada, la mayor parte de lo que te he estado diciendo es pura mierda. Los Illuminati no tienen una historia milenaria; tampoco los JAMs. Ellos inventaron su gran herencia y tradición - Jacqes De Molay, Carlomagno y todo eso - en 1776, recogiendo todo tipo de historias fuera de contexto para hacerlo parecer creíble. Nosotros hicimos lo mismo. Te preguntarás por qué los copiamos, incluso engañando a nuestros propios reclutas. Bien, parte de la iluminación - y nosotros también tenemos que ser iluminados para combatirlos - consiste en aprender a desconfiar de todo. Por eso Hagbard tiene esa pintura en su camarote que dice “Piensa por tu cuenta, tarado”, y por eso Hassan i Sabbah dijo “Nada es real”. Incluso debes aprender a dudar de nosotros, y de todo lo que te decimos. No hay hombres honestos en este viaje. De hecho, tal vez esta parte es la única mentira que he dicho en toda la tarde, y la historia Illuminati antes de 1776 es verdadera y no una invención. O tal vez simplemente somos una máscara de los Illuminati… para reclutarte indirectamente…

¿Te sientes paranoico? Bien: la iluminación está al otro extremo del terror absoluto. Y el único terror realmente absoluto es el horror de percatarte de que no puedes creer en nada de lo que te han enseñado. Debes darte cuenta plenamente que eres “un extraño atemorizado en un mundo que no es tuyo” como dijo Houseman.

Veintidós rinocerontes grandotes, veintitrés rinocerontes grandotes…

Los Illuminati son fanáticos de la estructura. De ahí su obsesión por los símbolos geométricos y arquitectónicos, especialmente la pirámide y el pentágono. (Los Relámpagos de Dios, como toda herejía autoritaria judeocristiana, también adoptaron esta mística rectilínea típicamente occidental, por lo cual, incluso sus miembros judíos, como Zev Hirsch, aceptaron el primer símbolo sugerido por Atlanta Hope, el más euclidiano entre todos los símbolos religiosos: la Cruz.) Los Discordianos hicieron su propia crítica sardónica al basamento legal y científico de la ley y el orden, usando una pirámide de 17 escalones, - siendo el 17 un número virtualmente sin propiedades geométricas, aritméticas o místicas interesantes, excepto en Java, donde fue  base de una escala musical particularmente extraña - rematada con la Manzana de la Discordia, símbolo de lo irracional, lo asimétrico, y de la espontaneidad totalmente desordenada del reino vegetal de la evolución creativa. El Frente de Liberación Erisiana (FLE) no tiene símbolo, y cuando un recluta nuevo pregunta, le responden que su símbolo no puede ser representado, ya que se trata de un círculo cuya circunferencia está en todas partes y su centro en ninguna. Ellos son el grupo más volado de todos, y solamente los discordianos más avanzados pueden comenzar a comprender sus galimatías.

Sin embargo, los JAMs tenían un símbolo más comprensible, y de la misma manera que Harry Pierpont se lo mostró a John Dillinger durante su estadía en la prisión de Michigan, el Dr. Ignotius se lo mostró a Joe en medio de su primer viaje de ácido.

“Esto” dijo dramáticamente “es el Cao Sagrado”.

“Ese es un símbolo de la tecnocracia” dijo Joe con una risita.

“Bien” el Dr. Ignotius “al menos eres original. Nueve de nuestros diez miembros nuevos lo confundieron con el yin-yang chino, o con el signo atrológico de Cáncer. Es similar a ambos - y también al símbolo de la empresa tranviaria Northern Pacific y al del Concilio de Información y Educación Sexual de los Estados Unidos, lo cual eventualmente llevará a que se produzcan algunos documentos interesantes en el cuartel general de los Birchers, estoy seguro, demostrando que los educadores sexuales manejan el sistema ferroviario, que los astrólogos controlan a los educadores sexuales o algo por el estilo. No, esto es diferente. Este es el Cao Sagrado, símbolo de Mummu, Dios del Caos”.

“A la derecha, Oh noble nacido, verás la imagen de tu naturaleza ‘femenina’ e intuitiva, llamada yin por los chinos. El yin contiene una manzana, que es la manzana dorada de Eris, la manzana prohibida de Eva y la manzana utilizada como salida del escenario en la casa de burlesque Flatbush, en Brooklyn, sobre la cual Linda Larue llegaba al clímax de su show de strip-tease. Representa los valores eróticos, libidinosos, anárquicos y subjetivos adorados por Hagbard Celine y nuestros amigos de la Legión de la Discordia Dinámica”.

“Ahora, Oh noble nacido, mientras te preparas para tu Despertar Total, gira tus ojos a la izquierda, al lado yang del Cao Sagrado. Esa es la imagen de tu ego ‘masculino’ y racional. Contiene el pentágono de los Illuminati, de los Satánicos y del Ejército de los EEUU. Representa los valores anales, autoritarios, estructurales y de ‘ley y orden’ que los Illuminati han impuesto a través de sus gobiernos-marionetas sobre la mayor parte de la población mundial”.

“Esto es lo que debes comprender, Oh Buda recién nacido: ninguno de los respectivos lados es real o está completo. Cada uno es una abstracción, una falacia. La naturaleza es una red sin costura, en la cual ambos lados están en guerra perpetua (lo cual es otro nombre para la paz perpetua). La ecuación siempre se equilibra. Acrecienta una de las partes, y la otra aumentará por su cuenta. Todo homosexual es un heterosexual latente, y cada policía autoritario es una máscara sobre la libido anárquica. No hay Vernichtung, no hay Solución Final, no hay un caldero de oro al final del arco iris, y tú no eres Saúl Goodman, cuando estás perdido”.

Escucha: el caos que experimentas bajo el LSD no es una ilusión. El mundo ordenado que imaginas experimentar bajo la dieta artificial y venenosa que los Illuminati han forzado a ingerir a todas las naciones civilizadas es la verdadera ilusión. No estoy diciendo lo que estás escuchando. El único fnord bueno, es el fnord muerto. Nunca chifles mientras estás meando. Una oscura, pero altamente significativa contribución a la sociología y a la epistemología ocurrió gracias al ensayo “Realidad Retroactiva” de Malignowski, impreso en el Wieczny Kwiat Wtadza, publicación de la Psociedad Ortosiquiátrica Polaca, en otoño de 1959.

“Todas las afirmaciones son en parte ciertas, en parte falsas, en parte sin sentido, en parte ciertas y falsas, en parte ciertas y sin sentido, en parte falsas y sin sentido, y en parte verdaderas, falsas y sin sentido ¿Me sigues?”.

(En parte, Joe murmura…)

El autor, el Dr. Malignowski, fue asistido por tres estudiantes graduados llamados Korzybski -1, Korzybski - 2 y Korzybski - 3 (siameses triples hijos de un matemático, de ahí que fueron indexados en vez de bautizados). Malignowski y sus estudiantes entrevistaron a 1700 parejas casadas interrogando separadamente al marido y a la esposa con 100 preguntas sobre su primer encuentro, primera experiencia sexual, casamiento, luna de miel, soporte económico durante el primer año de casados, y temas similares que debieran haber dejado impresiones permanentes en la memoria. Ninguna pareja de las 1700 dieron exactamente la misma respuesta a las 100 preguntas, y el puntaje más alto lo logró una pareja que respondió 43 preguntas de la misma manera.

“Este estudio demuestra gráficamente lo que muchos psicólogos sospechaban desde hace tiempo: la historia de vida que la mayoría de nosotros llevamos en la cabeza, es más una creación propia que un registro preciso de la realidad. Como concluye Malignowski, ‘la realidad es retroactiva, retrospectiva e ilusoria’.”

“Bajo estas circunstancias, las cosas que no fueron experimentadas personalmente si no contadas por otros, son más propensas a la distorsión, y luego de pasar por cinco relatores son cien por ciento mito puro: otro ejemplo de la Ley de los Cincos”.

“Solamente los marxistas” concluyó el Dr. Iggy, abriéndole la puerta a Joe para acompañarlo hasta la capilla “creen todavía en una historia objetiva. Los marxistas y unos cuantos discípulos de Ayn Rand”.

Jung recibió el pergamino de manos de Drake y lo estudió. “¿No hay que firmarlo con sangre? ¿Y que carajo es este símbolo yin-yang con un pentágono y una manzana? Eres un puto farsante”. Sus labios se apretaron contra los dientes.

“¿A qué se refiere?” dijo George a través de una garganta que se cerraba rápidamente.

“Me refiero a que no eres un maldito Illuminati” dijo Jung. “¿Quién carajo eres?”.

“¿Acaso no sabían, antes de mi llegada, que no soy un enviado de los Illuminati?” dijo George. “No estoy intentando engañar a nadie. Honesta y realmente creí que sabían quienes me enviaban. Nunca dije ser un Illuminati”.

Maldonado asintió con una sonrisa que le devolvía la vida a su rostro. “Yo sé quién es. Es de la gente de la Vieja Strega. La Sibila de las sibilas. Salve Discordia, chico ¿No es así?”.

“O Salve Eris” dijo George con un leve sentimiento de alivio.

Drake frunció las cejas. “Bien, parece que estamos en una encrucijada de propósitos. Hemos sido contactados por cartas, por teléfono y a través de un mensajero por gente que ha dejado bien en claro que sabe sobre nuestros negocios con los Illuminati. Ahora, para aclarar mis conocimientos - tal vez Don Federico sepa más -, hay una sola organización en el mundo que sabe todo sobre los AVIB, y son los AVIB mismos”. George notó que mentía.

Maldonado levantó una mano en advertencia. “Esperen. Levántense. Vamos al baño”.

Drake suspiró “¡Oh, Don Federico! Usted y sus ideas obsoletas de seguridad. Si mi casa no fuese segura, ya estaríamos muertos. Y si los AVIB son tan buenos como dicen ser, el viejo truco de la canilla abierta no sería obstáculo para ellos. Llevemos esta discusión como hombres civilizados, por amor de Dios, y no acurrucados en mi bañera”.

“Hay momentos cuando la dignidad es suicida” dijo Maldonado. Se encogió de hombros “Pero me rindo. Aunque arreglaremos esta cuestión en el infierno si te equivocas”.

“Yo todavía no entiendo” dijo Richard Jung. “No sé quién es este tipo, o quién lo envió”.

“Mira, chinito,” dijo Maldonado “¿Sabes quienes son los Antiguos Videntes Iluminados de Baviera, no? Bien, cada organización tiene su oposición ¿No? Los Illuminati también. Una oposición que es similar a ellos, religiosa, mágica y todas esas cosas escalofriantes. No están interesados simplemente en volverse ricos, el cual es nuestro caballeroso objetivo en la vida. Juegan juegos sobrenaturales ¿Capisce?”.

Jung parecía escéptico. “Puedes estar describiendo al Partido Comunista, la CIA o al Vaticano”.

“Son superficiales,” dijo Maldonado con desdén “y principiantes al lado de los AVIB. Porque los Illuminati bávaros, no son bávaros ¿Comprendes? Eso es solamente una manifestación y un nombre nuevo para su orden. Tanto los Illuminati como sus oponentes, a quienes este tipo representa, vienen desde mucho antes de Moscú, Washington o Roma. Se requiere un poco de imaginación para entender esto, chinito”.

“Si los Illuminati son el yang,” dijo George en ayuda “nosotros somos el yin. La única solución es una Revolución Yin ¿Captas?”.

“Soy graduado de la Escuela de Leyes de Harvard,” dijo Jung arrogantemente “y no lo capto ¿Qué son ustedes? ¿Una pandilla de hippies?”.

“Nunca antes habíamos hecho tratos con tu grupo” dijo Maldonado. “Nunca tenían una oferta suficientemente seductora”.

Robert Putney Drake dijo “Si, pero ¿No le gustaría, Don Federico? ¿No se hartó de los otros? Yo si. Ahora sé de donde vienes, George. Tu gente ha dado pasos agigantados en las recientes décadas. No me sorprende que sean capaces de tentarnos. Nos costaría la vida traicionar a los Illuminati - y eso que supuestamente somos los hombres mejor protegidos de los EEUU -. Pero comprendo que nos ofreces estatuas de la Atlántida. En este momento deben estar desembaladas ¿Y dices que hay más de donde vinieron? ¿No es así, George?”.

Hagbard no había dicho nada sobre eso, pero George estaba muy preocupado por su propia supervivencia como para objetar. “Si” dijo “hay más”.

Drake dijo “Arriesgaremos nuestras vidas trabajando con ustedes dependiendo de lo que encontremos al examinar los objets d’art que nos ofreces. Don Federico, que es un experto altamente clasificado en antigüedades, particularmente en aquellas antigüedades que se han mantenido fuera del alcance de la vista del conocimiento arqueológico convencional, tasará el valor de lo que nos trajiste. Como siciliano ampliamente versado en su herencia, Don Federico está familiarizado con los objetos atlantes. Los sicilianos son casi el único pueblo vivo con conocimientos sobre la Atlántida. Es poco sabido, pero los sicilianos son una de las civilizaciones más viejas sobre la faz de la Tierra. Con todo respeto por los chinos” Drake inclinó la cabeza formalmente hacia Jung.

“Me considero americano” dijo Jung. “Aunque mi familia sabe un par de cosas sorprendentes sobre el Tibet”.

“No hay duda” dijo Drake “y, aconsejarás, como es debido. Pero la herencia siciliana se remonta a miles de años antes de Roma, al igual que su conocimiento sobre la Atlántida. Hubo un par de hallazgos en las costas del norte de África, algunas cosas encontradas por buceadores. Suficientes para establecer una tradición. Si hubiera un museo de arte atlante, Don Federico es una de las pocas personas en el mundo que calificaría como curador”.

“En otras palabras,” dijo Maldonado con una sonrisa fantasmal “te conviene que esas estatuas sean auténticas, chico. Porque sabré si no lo son”.

“Lo son,” dijo George “yo mismo vi cómo las levantaban del fondo del océano”.

“Eso es imposible” dijo Jung.

“Vamos a ver” dijo Drake.

Se puso de pié y colocó la palma de la mano contra un panel de roble que inmediatamente se deslizó a un lado, revelando una escalera caracol de metal. Con Drake a la delantera, los cuatro descendieron lo que a George le parecieron cinco pisos, hasta una puerta con cerradura a combinación. Drake la abrió y pasaron a través de una serie de cuartos, finalizando en un enorme garaje subterráneo. Allí estaba el camión de Gold & Appel, y a su lado las cuatro estatuas ya desembaladas. No había nadie en el salón.

“¿Adonde fueron todos?” preguntó Jung.

“Son sicilianos” dijo Drake. “Vieron esto y se asustaron. Las desempacaron y se fueron”. Su cara y la de Maldonado expresaban asombro. Los rasgos hoscos de Jung mostraban un ceño irritado y desconcertado.

“Empiezo a sentir que me han dejado afuera de muchas cosas” dijo.

“Deja eso para después” dijo Maldonado. Sacó de su bolsillo un pequeño monóculo de joyero y se aproximó a la estatua más cercana. “De aquí tomaron la idea para el gran dios Pan” dijo. “Pero pueden apreciar que la idea eran más complicada hace veinte mil años que hace dos mil”. Acomodándose el monóculo en el ojo, comenzó una cuidadosa inspección de una pezuña brillante.

Una hora más tarde, Maldonado, con ayuda de una escalera, había recorrido cada una de las cuatro estatuas de la cabeza a los pies con esmero fanático, y había preguntado a George sobre la forma en que fueron recuperadas y sobre lo poco que supiera de su historia. Se quitó el monóculo, giró hacia Drake y asintió.

“Tienes las cuatro piezas de arte más valiosas del mundo”.

Drake asintió. “Lo supuse. Vale más que todo el oro de todos los galeones españoles que existan”.

“Si no me han dado una droga alucinógena,” dijo Richard Jung “entiendo que todos ustedes están diciendo que estas estatuas vienen de la Atlántida. Interpretaré como que quieren decir que son de oro sólido, y eso significa que hay mucho oro aquí”.

“El valor del material no es ni una milésima parte del valor de las formas” dijo Drake.

“No veo cual es el valor del arte atlante,” dijo Jung, “si ninguna autoridad prestigiosa del mundo cree en la Atlántida”.

Maldonado sonrió. “Hay unas pocas personas que saben que la Atlántida existió, y que hay cosa tal como el arte atlante. Y, créeme Richard, esos pocos tienen dinero suficiente como para hacerte bajar hasta el fondo del océano. Cualquiera de estas estatuas puede comprar un país de tamaño mediano”.

Drake aplaudió con aire de autoridad. “Estoy satisfecho si Don Federico está satisfecho. Por éstas y por cuatro más como ellas - o por su equivalente, si no existen otras -, mi mano se une a la mano del movimiento Discordiano. Volvamos arriba y firmemos los papeles - con pluma y tinta. Y luego, George, nos gustaría que fueras nuestro invitado a la cena”.

George no sabía si tenía la autoridad para prometer cuatro estatuas más, y estaba seguro que la sinceridad total era el único acercamiento seguro a estos hombres. Mientras subían las escaleras le dijo a Drake, que iba delante de él “No estoy autorizado a prometer nada más por el hombre que me envió. Y no creo que tenga más de ellas en este momento, a menos que posea una colección personal. Sé que estas cuatro estatuas son las únicas que rescató en ese viaje”.

Drake dejó escapar un pedito, algo que a George le pareció increíble, tratándose del líder de todo el crimen organizado de los Estados Unidos. “Disculpen,” dijo “el esfuerzo de subir estas escaleras es mucho para mí. Me encantaría poner un ascensor, pero eso restaría seguridad. Uno de estos días mi corazón va a tirar la toalla de tanto subir y bajar estas escaleras”. El pedo olía moderadamente mal, y George se alegró cuando salieron de su zona de influencia. Estaba sorprendido de que un hombre de la importancia de Drake admitiera que se había pedorreado. Tal vez aquella sinceridad era uno de los factores de su éxito. George dudaba que Maldonado confesara si dejara escapar una flatulencia. El Don era muy taimado. No era del tipo latino de piel oscura, su epidermis era fina y blanca como el papel, como un aristócrata toscano de linaje atenuado.

Volvieron a la oficina, y Drake y Maldonado firmaron el rollo de pergamino. Luego de las palabras “por los valiosos objetos recibidos”, Drake añadió las palabras “y los objetos de igual valor por recibir”.

Miró a George sonriendo. “Ya que no puedes garantizar objetos adicionales, espero oír noticias de tu jefe veinticuatro horas después de tu partida. Todo este trato depende de eso”.

ORGASMO. SUS PEZONES ENDURECIERON AL CONTACTO PROFUNDO.

Al escuchar a Drake decir que iba a poder abandonar la fortaleza del Sindicato, George se sintió un poco mejor. Firmó en representación de los Discordianos, y Jung firmó como testigo.

“Comprende:” dijo Drake, “no hay manera de que las organizaciones que Don Federico y yo representamos queden comprometidas por cualquier cosa que firmemos. Con esto solamente accedemos a utilizar nuestra influencia con nuestros estimados colegas y esperar que ellos nos garanticen el favor de su cooperación en este emprendimiento mutuo”.

“Yo no podría haberlo dicho mejor” dijo Maldonado. “Y, por supuesto, juramos promover vuestros propósitos por nuestras vidas y nuestro honor”.

Robert Putney Drake sacó un cigarro de una cajetilla de plata y, palmeándolo en la espalda, lo metió en la boca de George. “¿Sabes? Eres el primer hippie con el que hago negocios. Supongo que te gustaría fumar algo de marihuana, pero no tengo nada aquí en la casa; además, como probablemente ya sepas, no estamos muy metidos en ese tema. Es muy voluminosa para transportar, considerando la ganancia que obtienes. Pero creo que disfrutarás de la comida y la bebida. Tendremos una gran cena y algo de entretenimiento”.

La cena fueron filetes Diane, servidos a los cuatro hombres en una mesa larga, en un comedor decorado con pinturas enormes y antiguas. Fueron atendidos por un grupo de hermosas jovencitas, y George se preguntaba adónde tendrían a sus esposas y amantes los líderes del crimen. Tal vez en alguna especie de harén. Había algo arábico en todo aquel escenario.

Durante el transcurso de la cena, una rubia, con una larga túnica blanca que dejaba uno de sus pechos al desnudo, tocó el arpa y cantó. Durante el café hubo conversación; cuatro chicas se sentaron brevemente con ellos y los entretuvieron con chistes y anécdotas graciosas.

Con el brandy vino Tarantella Serpentina. Era una mujer extraordinariamente alta, al menos de 1 metro 89 de altura, de cabello largo y dorado, recogido en un peinado alto, y llovido por detrás hasta debajo de los hombros. Llevaba brazaletes de oro en las muñecas y los tobillos, vestía solamente unos velos diáfanos envueltos alrededor de su cuerpo esbelto. George podía ver sus pezones rosados y el vello oscuro de la entrepierna. Cuando entró a grandes zancadas, Nariz de Banana Maldonado se limpió la boca con un pañuelo y comenzó a aplaudir con júbilo. Robert Putney Drake sonrió con orgullo y Richard Jung tragó con dificultad.

George simplemente la contempló. “La estrella de nuestro pequeño retiro rural:” dijo Drake a modo de introducción, “me complace presentarles a la Señorita Tarantella Serpentina”. El aplauso de Maldonado continuó, y George se pregunto si debía unírsele. Una música oriental con toque rockero inundó el salón. El equipo de reproducción de sonido era excelente, casi perfecto. Tarantella Serpentina comenzó a bailar. Era un tipo de baile extraño e híbrido, una mezcla de danza del vientre, go-go y ballet moderno. George se relamió los labios, y sintió que su cara se entibiaba y su pene se hinchaba a medida que la observaba. El baile de Tarantella Serpentina era aún más sensual que el de Stella Maris durante su iniciación al Movimiento Discordiano.

Luego de tres danzas, Tarantella saludó y se fue. “Debes estar cansado” dijo Drake, apoyando una mano en el hombro de George.

Repentinamente, George se dio cuenta de que no había dormido nada, con la excepción de aquellos desmayos en el auto camino al Golfo. Había estado bajo una presión física increíble, y peor aún, bajo presión emocional.

Admitió su cansancio, y, rezando por no ser asesinado mientras dormía, dejó que Drake lo guiara hasta un dormitorio.

La cama era enorme, con cuatro postes y un dosel dorado. Ya desnudo, George se deslizó entre las sábanas frescas y confortables, y sujetando la frazada alrededor del cuello, se acostó boca arriba, cerró los ojos y suspiró. Esa misma mañana había estado en una playa del Golfo de México viendo a Mavis desnuda masturbándose. Había cogido con una manzana. Estuvo en la Atlántida. Y ahora descansaba sobre un colchón mullido en el hogar del jefe de todo el crimen organizado de América. Temía que al abrir los ojos se encontrara nuevamente en la prisión de Mad Dog. Sacudió la cabeza. No había nada que temer.

Escuchó que la puerta del dormitorio se abría. No había nada que temer. Para comprobarlo, mantuvo los ojos cerrados. Escuchó rechinar una tabla. ¿Tablas rechinantes en este lugar? Claro - para advertir al durmiente de que alguien lo acechaba. Abrió los ojos.

Tarantella Serpentina estaba de pié al borde de la cama. “Bobby me ha enviado,” dijo.

George cerró los ojos nuevamente. “Cariño,” dijo “eres hermosa. Realmente hermosa. Ponte cómoda”.

Ella encendió un velador. Llevaba un corpiño dorado y una falda corta que hacía juego. Sus pechos eran deliciosamente pequeños, pensó George, a pesar de que suponía que los de una chica de casi un metro noventa de estatura debían ser abundantes. Pero Tarantella tenía la contextura física de una modelo de Vogue. A George le gustaba. Siempre tuvo debilidad por las mujeres altas, delgadas y algo hombrunas.

“¿No te molesto?” preguntó. “¿Seguro que no prefieres dormir?”

“No es que yo prefiera o no” dijo George. “Dudo que pueda hacer otra cosa que no sea dormir. He tenido un día muy agotador”. Me masturbé una vez, pensó, me la chuparon,  y cogí con una manzana. Perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Además de haber estado aterrorizado el 90 por ciento del día.

“Mi nombre es conocido en los altos círculos,” dijo Tarantella “por lo que puedo hacer con hombres cuyos días son todos agotadores. Presidentes, reyes, líderes del Sindicato - lógicamente -, estrellas de rock, magnates del petróleo y otra gente así. Mi especialidad es hacerlos acabar. Una y otra y otra y otra vez. Diez veces, hasta incluso veinte veces, y no importa cuán viejo sea o cuán cansado esté. Me pagan mucho. Esta noche Bobby pagó por mis servicios, y estoy para servirte a ti. Lo cual me agrada, porque la mayor parte de mis clientes son viejos, pero tu eres lindo, joven y tienes un cuerpo firme”. Apartó las sábanas de las manos de George - él había olvidado que todavía estaba sosteniéndolas alrededor del cuello - y acarició sus hombros desnudos.

“¿Cuántos años tienes George? ¿Veintidós?”

“Veintitrés” dijo George. “Mira, no quiero decepcionarte. Lo deseo y me interesa. De hecho, siento curiosidad por lo que haces. Pero estoy muy cansado”.

“Cariño, no puedes decepcionarme. Cuanto más fláccido estés, más me gusta. Es un desafío para mí. Déjame mostrarte mi especialidad”.

Tarantella se libró rápidamente del corpiño, la falda y la bombacha, pero no tanto como para que, deliberadamente, George pudiese disfrutar mirándola. Sonriéndole, se puso de pié con las piernas bien abiertas. Estimuló sus propios pezones con las uñas y George pudo ver cómo endurecían. Luego, mientras su mano izquierda jugueteaba con su pecho izquierdo, su mano derecha se deslizó hacia la ingle, y comenzó a masajear en medio de los vellos castaños. El dedo mayor desapareció entre sus piernas. Luego de unos instantes, un rubor escarlata se esparció por su cara, cuello y pecho, el cuerpo se arqueó hacia atrás y dio un solo grito agonizante. Su piel brillaba, de la cabeza a los pies, cubierta por una delgada capa de sudor.

Luego de una pausa momentánea, sonrió y miró a George. Le acarició la mejilla con la mano derecha, y él sintió la humedad y olió el aroma a langosta Newburg de su coño joven. Con un rápido movimiento, lo despojó de las sábanas. Sonrió al ver su verga dura y, con una sola pirueta se puso él, agarró su tronco, y lo insertó adentro suyo. Dos minutos de los suaves movimientos de bombeo de la chica le proporcionaron a George un orgasmo inesperado pero placentero.

“Nena,” dijo él “tú puedes despertar a los muertos”.

Media hora después, él gozaba un segundo orgasmo, y de un tercero, media hora después del segundo. La segunda vez George fue arriba, y la tercera Tarantella se recostó boca abajo y él se la dio desde atrás. Había algo en la atmósfera que Tarantella creaba que era crucial para lo que ella llamaba su “especialidad”. A pesar de que había alardeado sobre su habilidad para hacer acabar repetidamente a los hombres, en el momento de la acción, ella le hizo sentir que aquello realmente no importaba. Era divertida, juguetona y despreocupada. Él no se sintió obligado a estar excitado, a acabar. Los hombres serían un desafío para Tarantella, pero le dejó en claro a George que ella no sería un desafío para él.

Luego de un sueño corto, despertó y la encontró chupando su pene, que se hinchaba rápidamente. Esta vez tardó mucho más en acabar, pero disfrutó cada segundo de placer creciente. Luego, retozaron lado a lado y charlaron un rato. Entonces, Tarantella sacó un pomo de vaselina de un cajón de la mesita de luz. Comenzó a aplicársela en el pene, que se puso erecto durante el proceso. Entonces ella giró, exponiendo su ano rosado. Era la primera vez que George iba a tomar a una mujer de aquella forma, y acabó bastante rápido luego de la penetración, debido a la novedad y a la excitación que aquello suponía.

Durmieron un rato, y cuando él despertó, ella lo estaba masturbando. Sus dedos eran muy habilidosos, y parecían encontrar expeditivamente las partes más sensibles de su pene - con especial atención al área debajo de la punta del glande -. Abrió los ojos con asombro cuando acabó y vio, luego de unos segundos, una pequeña gota de semen, pálida y perlada, en la cima de su verga. Una verdadera maravilla.

Iba a ser un viaje. Su ego se fue a algún otro lugar, era todo cuerpo, dejando que las cosas sucedieran. Aquello cogía con Tarantella, aquello acababa - y, a juzgar por los sonidos que ella hacía, y la humedad en la que su pene estaba sumergido, ella también estaba acabando -.

Siguieron dos fellatios más. Luego, de un cajón de la mesa de luz, Tarantella sacó algo que parecía una afeitadora eléctrica. La enchufó a la pared y comenzó a frotar su pene con su punta vibrante, frenando cada tanto para lamer y lubricar las áreas donde estaba trabajando.

George cerró los ojos y apretó los labios mientras sentía la llegada de otro orgasmo. A la distancia, escucho a Tarantella decir “mi grandeza reside en la vida que puedo generar en los pitos fláccidos”.

La pelvis de George comenzó a subir y bajar. Realmente iba a ser el súper orgasmo que había descrito Hemingway. Comenzó a suceder. Era electricidad pura. Sin fluido - pura energía saliendo como un relámpago a través de el cetro mágico en el centro de su ser. No se habría sorprendido si sus bolas y su verga se hubieran desintegrado en electrones bailarines. Gritó, y detrás de sus parpados fuertemente cerrados, vio la cara sonriente de Mavis.

Despertó en la oscuridad, y con un movimiento instintivo descubrió que Tarantella se había ido.

En cambio allí estaba Mavis, con un guardapolvo médico, parada al pié de la cama, mirándolo con sus grandes ojos brillantes. El oscuro dormitorio de Drake se había transformado en una habitación de hospital, súbita y brillantemente iluminada.

“¿Cómo llegaste hasta aquí?” espetó él. “Quiero decir - ¿Cómo llegué aquí?”

“Saúl” dijo ella dulcemente “ya casi ha terminando. Lo estás superando”.

De repente, él no se sintió de veintitrés, sino de sesenta y tres años de edad.

“Han ganado” admitió. “Ya no estoy seguro de quién soy”.

“Tú has ganado” lo contradijo Mavis. “Has atravesado la pérdida del ego, y ahora estás comenzando a descubrir quién eres realmente, pobre viejo Saúl”.

Examinó sus manos: manos de viejo. Arrugadas. Las manos de Goodman.

“Hay dos tipos de pérdida del ego,” continuó Mavis “y los Illuminati son expertos en ambas. Una es la esquizofrenia, la otra es la iluminación. Ellos te dejaron en la primera, nosotros te cambiamos a la segunda. Tenías una bomba de tiempo en la cabeza, nosotros la desactivamos”.

El departamento de Malik. El Club Playboy. El submarino. Y todas las otras vidas pasadas y años perdidos. “Por Dios” gimió Saúl Goodman “lo tengo. Yo soy Saúl Goodman, pero también soy todas las otras personas”.

“Y todos los momentos son ahora” añadió Mavis suavemente.

Saúl se sentó, tieso, con lágrimas en los ojos. “He asesinado hombres. Los he enviado a la silla eléctrica. Diecisiete veces. Diecisiete suicidios. Los salvajes que cortan dedos u orejas en sacrificio a sus dioses son más sensatos. Nosotros cortamos egos enteros, pensando que ellos están separados de nosotros. Dios, Dios, Dios”. Estalló en llantos.

Mavis se acercó y lo contuvo, acunándole la cabeza contra su pecho. “Déjalo salir” le dijo “déjalo salir todo. No es verdad a menos que te haga reír, pero no lo comprendes hasta que te hace llorar”.

REINAS. Sicoanalistas en celdas, moviéndose en orden militar, y una actitud de mierda con respecto a la vida y al sexo, monedas (coins) de un Harry krishna danzante. Todo tiene coherencia, incluso si lo miras de manera extraña. Es coherente.

“¡Gruad, el Cara Gris!” gritó Saúl, llorando, dando puñetazos a la almohada, mientras Mavis sostenía su cabeza y acariciaba su pelo. “¡Gruad, el maldito! He estado siendo su sirviente, su marioneta, sacrificando mis yoes en sus altares eléctricos como ofrendas quemadas”.

“Si, si” Mavis lo arrulló al oído. “Debemos aprender a abandonar nuestros sacrificios, no nuestros placeres. Nos han enseñado a abandonar todo, excepto nuestros sacrificios, y eso es lo que debemos abandonar. Debemos sacrificar nuestros sacrificios”.

“¡Cara Gris, el que odia la vida!” chilló Saúl “¡Bastardo hijo de puta! Osiris, Quetzalcoatl, lo conozco bajo todos sus alias ¡Cara Gris, Cara Gris, Cara Gris! Conozco sus guerras y sus prisiones, la cantidad de jovencitos que ha jodido por el culo, los Georges Dorns que ha intentado convertir en asesinos como yo. Y le he servido toda mi vida ¡He sacrificado hombres sobre su pirámide sangrienta!”.

“Déjalo salir” repitió Mavis, sosteniendo el cuerpo tembloroso del hombre. “Déjalo salir, nene…”

NADA. ¿Lo roías, Woden, mientras pastoreabas aquellas ovejas voladoras con los aullidos serpenteantes de Wagner? Hassan caminó por este valle de lunáticos, y tuvo que despertar por sí mismo. 23 de Agosto de 1966; antes de conocer a los SSS, a los Discordianos, a los JAMs o a los Illuminati: drogado y beatífico, Simon Moon curioseaba en una tienda de Descuento al Consumidor en la calle North Clark, disfrutando de los colores, más que con la intención de comprar algo. Se detuvo en un friso, hipnotizado por un cartel sobre un reloj.

NINGÚN EMPLEADO DEBE, BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA, MARCAR LA TARJETA DE INGRESO DE OTRO EMPLEADO. QUIEN DESOBEDEZCA, SERÁ DESPEDIDO.

EL E. D.

“Dios en piyamas” murmura Simon, incrédulo.

“¿Piyamas? Pasillo siete” le dice un empleado servicialmente.

“Si, gracias” Simon habla claramente, pronunciando bien las palabras, tratando de ocultar su estado. Dios en piyamas y pantuflas, piensa en un trance casi iluminado, estoy más colocado de lo que creía, o ese letrero contiene la idea absoluta de cómo se maneja el mundo.

HARAPOS. Salve Ghoulumbia, sus monádicos han huido, dejándola con su período sangriento. “Lo más gracioso de todo,” dijo Saúl, sonriendo mientras algunas lágrimas aún caían de sus ojos, “es que no estoy avergonzado. Hace dos días hubiera preferido morir antes que alguien me viera llorar - especialmente una mujer”.

“Si” dijo Mavis, “especialmente una mujer”.

“Eso es - ¿No?” Saúl sollozó. “Ese es el truco de ellos. No puedo verte sin ver a una mujer. No puedo ver a ese editor, Jackson, sin ver a un negro. No puedo ver a nadie sin ver la etiqueta adherida y su clasificación”.

“Así es como nos mantienen separados” dijo Mavis apaciblemente. “Y así es como nos entrenan para que no nos quitemos nuestras máscaras. El amor fue el vínculo que más les costó aplastar, así que tuvieron que crear el patriarcado, la supremacía masculina, y toda esa basura - y el resultado fue la ‘protesta masculina’ y la ‘envidia del pene’ en las mujeres - así que ni siquiera los amantes pueden mirarse el uno al otro sin verse en categorías separadas”.

“Oh, Dios, Dios mío” gimió Saúl, comenzando a llorar profusamente otra vez. “‘Un harapo, un hueso y un mechón de pelo’. Oh, Dios mío ¡Y tú estuviste con ellos!” gritó súbitamente levantando la cabeza “Tu eres una ex Illuminatus - por eso eres tan importante en los planes de Hagbard ¡Por eso tienes ese tatuaje!”.

“Yo era una de los cinco que manejaban los EEUU” asintió Mavis. “Una de Los de Adentro, como los llama Robert Welch. Luego fui reemplazada por Atlanta Hope, la líder de los Relámpagos de Dios”.

“¡Lo tengo, lo tengo!” dijo Saúl, riendo “antes lo vi de varias maneras, pero no de la manera correcta. Él está dentro del Pentágono. Por eso es que lo construyeron con esa forma, para que él no pudiera escapar. Los Aztecas, los Nazis, y ahora nosotros…”

“Si” dijo Mavis, sombría “Por eso es que treinta mil americanos desaparecen cada año, sin dejar huellas, y sus casos terminan archivados y sin resolver. Él debe ser alimentado”.

Un hombre, casi desnudo, en harapos” citó Saúl. “Ambrose Bierce lo sabía”.

“Y Arthur Machen” añadió Mavis. “Y Lovecraft. Pero tuvieron que escribir en código. Así y todo, Lovecraft fue demasiado lejos al mencionar el Necronomicon por su nombre. Por eso murió tan repentinamente, cuando tenía solamente cuarenta y siete años. Y su representante literario, August Derleth, fue persuadido para insertar una nota en cada reedición de los trabajos de Lovecraft declarando que el Necronomicon no existe, y que era solo una fantasía del autor”.

“¿Y los Lloigor” preguntó Saúl. “¿Y los dols?”.

“Reales” dijo Mavis. “Todos reales. Son los causantes de los malos viajes de ácido y de la esquizofrenia. Contactas psíquicamente con ellos cuando la pared del ego se derrumba. Allí es donde los Illuminati te estaban enviando cuando irrumpimos en su Club Playboy falso, e hicimos cortocircuito en el proceso”.

Du haxen Hase” citó Saúl. Y comenzó a temblar.

UNHEIMLICH. Aquel cuyas artes son irregulares, horrible será su puntería. Arponeadle, corpus ballenam: Tomadle y odiadle.

La prensa le dio una prominente atención mundial a Fernando Poo solamente una vez antes del famoso Incidente. Esto sucedió a comienzo de los 70s (mientras el Capitán Tequila y Mota recién comenzaba a estudiar el arte del Golpe de Estado y a trazar sus planes) y fue ocasionado por las afirmaciones escandalosas del antropólogo J. N. Marsh, de la Universidad de Miskatonic, quien aseguraba que unos artefactos que había encontrado en Fernando Poo demostraban la existencia del continente perdido de Atlántida. A pesar de que antes el profesor Marsh tuviera una reputación impecable de cautela académica y rigor científico, su último libro publicado, Atlántida y sus Dioses, fue recibido con burlas y mofa por parte de sus colegas profesionales, especialmente luego de que sus teorías fueran recogidas y exageradas por la prensa. De hecho, muchos de los amigos del anciano culpan a esa campaña de ridiculización por su desaparición unos meses más tarde, y sospechan que el suyo fue el suicidio de un buscador de la verdad con el corazón destrozado.

Las teorías de Marsh no sólo estaban más allá de toda credibilidad científica, sino que además, sus métodos - citaba El Hongo Sagrado y la Cruz de Allegro o La Diosa Blanca de Graves como si tuvieran la reputación de Boas, Mead o Frazer - parecían indicar senilidad. Esta impresión se veía incrementada por una excéntrica dedicatoria: “A Ezra Pound, Jacques De Molay y al Emperador Norton I”. El verdadero escándalo científico no lo produjo la teoría de la Atlántida (esa era una abeja que se había metido debajo de muchos birretes académicos), sino la aseveración de Marsh de que los dioses de la Atlántida existieron realmente; no como supuestos entes sobrenaturales, si no como una especie superior ahora extinta, anterior a la humanidad, que obligó a las primeras civilizaciones a adorarlos como divinidades y a que practicasen terribles sacrificios en sus altares. El hecho de que no hubiera ninguna evidencia arqueológica o paleontológica de la existencia de tales seres, lo transformaron en el blanco de las críticas académicas.

El rápido deterioro de Marsh, durante los pocos meses entre el rechazo unánime del libro en el mundo letrado y su repentina desaparición, provocó un gran dolor a sus colegas de Miskatonic. Muchos reconocieron que había adquirido algunas de sus ideas del Dr. Henry Armitage, quien, se decía, se había vuelto un tanto chiflado luego de muchos años dedicados a descifrar la metafísica obscena del Necronomicon. Poco tiempo después de su desaparición, una bibliotecaria, la Señorita Horus, mencionó durante un té en la facultad que Marsh había pasado gran parte del mes anterior con aquel volumen, y un profesor católico dijo medio en broma que Miskatonic debería librarse de los escándalos de una vez por todas donándole “aquel libro maldito” (puso un énfasis deliberado en la frase) a Harvard.

El Departamento de Personas Perdidas de la Policía de Arkham asignó el caso Marsh a un joven detective, quien previamente se había destacado por seguir el rastro de varios infantes desaparecidos, hasta dar con un culto satánico particularmente horroroso, que había estado infectado al pueblo desde los días de la caza de brujas en 1692.

Su primera acción fue examinar el manuscrito en el cual el anciano había estado trabajando al término de Atlántida y sus Dioses. Parecía ser una especie de ensayo breve para una revista de antropología, y era bastante conservador en tono y concepto, como si el profesor estuviera arrepentido por lo arriesgado de sus especulaciones previas. Solamente una nota al pié, que expresaba una conformidad cautelosa y evaluada con la teoría de Urqhuart sobre Wales siendo colonizada por los sobrevivientes de Mu, exponía las mismas inquietudes excéntricas que el libro sobre Atlántida. De cualquier manera, la última hoja no tenía nada que ver en absoluto con el artículo, y parecían ser notas para una obra que el profesor destinaría a una revista devota a los platillos voladores y al ocultismo, despreciando descaradamente la opinión académica. El detective se concentró largo tiempo en dichas notas:

El engaño habitual: ficción presentada como hecho. El engaño aquí descrito se opone a lo siguiente: hechos presentados como ficción.
Todo comenzó con La-Bas de Huysman, transforma al satanista en héroe.
En 1880, Machen entra al círculo de Huysman en París.
“Dols” y “letras Aklo” en las subsecuentes “ficciones” de Machen.
Durante la misma época: tanto Bierce como Chambers mencionan el Lago de Hali y Carcosa. Supuesta coincidencia.
Crowley recluta su círculo oculto después de 1900.
Bierce desaparece en 1913.
Lovecraft introduce a los Halt, dols, Aklo y a Cthulhu luego de 1923.
Lovecraft muere inesperadamente en 1937.
Seabrook analiza a Crowley, Machen y a otros en su libro “Brujería”, 1940.
“Suicidio” de Seabrook, 1942.
Énfasis: Bierce describe el Complejo de Edipo en “La muerte de Halpin Frazer”, ANTES que Freud, y la relatividad en “Un habitante de Carcosa” ANTES que Einstein. Lovecraft describió ambiguamente a Azathoth como “El Dios Ciego e Idiota”, “El Sultán Demoníaco” y “El Caos Nuclear” aproximadamente en 1930: quince años antes de Hiroshima.
Referencias directas a las drogas en “El Rey Amarillo” de Chambers, “El Polvo Blanco” de Machen, y en “Más Allá de la Muralla del Sueño” y “Las Montañas de la Locura” ambos de Lovecraft.
Los apetitos de los Lloigor o los Antiguos en “La Cosa Maldita” de Bierce, “La Piedra Negra” de Machen, y en Lovecraft (constantemente).
Atlántida era conocida como Thule, tanto por los Germanos como en las tradiciones de los indios Panameños, y por supuesto, “coincidencia” es nuevamente la explicación aceptada. Frase para comenzar el artículo: “Cuanto más frecuentemente usamos la palabra ‘coincidencia’ para explicar sucesos extraños, más obvio es que no estmos buscando, sino evadiendo la explicación verdadera”. O abreviando: “La creencia en la coincidencia es la superstición predominante en la Era de la Ciencia”.
 
El detective pasó toda una tarde en la biblioteca de Miskatonic hojeando las obras de Ambrose Bierce, J. K. Huysmans, Arthur Machen, Robert W. Chambers y H. P. Lovecraft. Descubrió que todos repetían ciertas palabras claves; hablaban de continentes o ciudades perdidas; describían seres sobrehumanos que intentaban abusar o violentar a la humanidad de ciertas maneras no especificadas; sugerían que existía un culto, o un grupo de cultos de humanos que servían a esos seres; y hacían referencia a ciertos libros (generalmente sin dar sus títulos: Lovecraft era la excepción) que revelaban los secretos de tales entes. Gracias a una pequeña investigación adicional, descubrió que los círculos ocultistas y satanistas de París de la década de 1880 habían influido tanto en las ficciones de Huysmans y Machen, como en la carrera del célebre Aleister Crowley, y que Seabrook (que conocía Crowley) sabía más de lo que insinuaba en su libro Brujería, publicado dos años antes de su suicidio. Luego, el investigador hizo una tabla

Huysmans - histeria, quejas de ataques invisibles, reclusión final en un monasterio.
Chambers - abandonó el tema dedicándose a la ficción romántica.
Bierce - desapareció misteriosamente.
Lovecraft - muerto a una edad temprana.
Crowley - sumido en el silencio y la oscuridad.
Machen - convertido al catolicismo (¿El escape de Huysmans?).
Seabrook - Supuesto suicidio.

El detective releyó, esta vez sin hojear, las historias en las cuales estos escritores mencionaban específicamente las drogas, de acuerdo a las notas de Marsh. Ahora tenía una hipótesis: el viejo se había involucrado en un culto que utilizaba drogas, al igual que aquellos autores se aterrorizó con sus alucinaciones, y finalmente terminó con su vida para escapar de los fantasmas que los vapores narcóticos de su propio cerebro habían creado. Era una buena teoría para empezar, y comenzó a interrogar a todos los amigos de campus del viejo Marsh, guiando el tema, de a poco e indirectamente, hacia la marihuana y el LSD. Parecía no avanzar y empezaba a perder la convicción, pero tuvo un golpe de suerte: gracias a un comentario de otro profesor de antropología, se enteró de la obsesión de Marsh en años recientes por el amanita muscaria, hongo alucinógeno utilizado en las religiones ancestrales del medio oriente.

“Un hongo muy interesante, el amanita” le dijo el profesor al detective. “Algunos sensacionalistas sin precaución académica han declarado que era la poción mágica de todas las tradiciones arcaicas: el soma del hinduismo, el sacramento utilizado en los misterios dionisíacos y eleusinos en Grecia, e incluso la santa comunión de los primeros cristianos y gnósticos. Hay un tipo, en Inglaterra, que dice que fue el amanita, y no el hachís, la droga que usaron los Assassins en la edad media, y está ese psiquiatra de New York, Puharich, que afirma que verdaderamente induce a la telepatía. Mucho de esto es puro disparate, por supuesto, pero ciertamente el amanita es la droga psicotrópica más fuerte del mundo. Si los chicos se volcaran a él, el LSD sería insignificante en comparación”.

El detective ahora se había concentrado en encontrar a alguien - a cualquiera - que haya visto al viejo Marsh drogado, colocado. El testimonio finalmente llegó de la mano de un joven estudiante negro llamado Pearson, quien se estaba especializando en antropología y estudiaba música como asignatura secundaria. “¿Excitado y eufórico? Si” dijo, pensativo. “Una vez vi al viejo Joshua en ese estado. Fue en la biblioteca - donde trabaja mi chica -, el viejo saltó desde una mesa con una sonrisa de un metro de ancho, y dijo en voz alta, pero hablando para sí mismo: ‘¡Los he visto! ¡He visto los fnords!’. Entonces salió corriendo como Jesse Owens. Me entró curiosidad, y fui a mirar qué era lo que había estado leyendo. Era la página editorial del New York Times, que no tenía ninguna foto, así que ciertamente no creo que haya podido ver ningún fnord allí, sean lo que diablos sean ¿Usted cree que el viejo estaba colocado?”.

“Tal vez si, y tal vez no” dijo el detective imparcialmente, obedeciendo la regla policíaca de nunca acusar a nadie de nada dicho por un testigo hasta que esa persona haya sido arrestada. Pero estaba casi seguro que el profesor Marsh nunca reaparecería, y que nunca podría ser hallado por aquellos que no habían entrado en su mundo especial de civilizaciones perdidas, ciudades ocultas, Lloigors, dols y fnords. Hoy en día, el expediente del caso de Joshua N. Marsh del departamento de policía de Arkham, culmina con la siguiente frase: “Probable causa de muerte: suicidio provocado por psicosis inducida por drogas”. Nadie rastreó el cambio del profesor Marsh hasta una reunión de los KCUF en Chicago, donde bebió de un ponche extrañamente condimentado; pero el joven detective, Daniel Pricefixer, siempre mantuvo una duda persistente y una inquietud incierta sobre ésta investigación en particular, e incluso luego de mudarse a New York para trabajar a órdenes de Barney Muldoon, seguía siendo adicto a los libros sobre prehistoria y a pensar cosas extrañas.

SIMON MAGUS. Conocerás a los dioses.

Luego de la desaparición de Saúl Goodman y Barney Muldoon, el FBI realizó un escrutinio exhaustivo en el departamento de Joseph Malik. Todo fue fotografiado, analizado y catalogado, se tomaron huellas digitales de todo el lugar, y todo lo que podía trasladarse fue llevado al laboratorio de criminología en Washington. Entre dichos objetos, había una nota manuscrita al dorso de un recibo del Club Playboy, con una letra diferente a la de Malik. Esto no significó nada para nadie, y solamente fue incluida para completar el cuadro minucioso que tanto ama el Buró. 

La nota decía:

Dols de Machen = ¿Dholes de Lovecraft?”
VECTORES. No conocerás a los dioses.

El 25 de Abril, casi toda New York estaba hablando sobre el acontecimiento increíble que había ocurrido poco antes del amanecer en la mansión de Long Island del filántropo más conocido de la nación, Robert Putney Drake. Sin embargo, Danny Pricefixer, del Escuadrón de Explosivos, era casi ajeno a aquel suceso extraño mientras conducía a través del tránsito pesado de una punta a la otra de Manhattan, entrevistando a cada uno de los testigos que pudiesen haber hablado con Joseph Malik la semana antes del atentado a Confrontación. Los resultados fueron unánimemente desalentadores: más allá del comentario de que Malik se había vuelto progresivamente muy reservado, ninguno de los entrevistados proveyó información útil. Un smog asesino se había asentado nuevamente en la ciudad por séptimo día consecutivo, y Danny, que no era fumador, era consciente del silbido en su pecho, lo cual no mejoraba su estado de ánimo.

Finalmente, a las tres de la tarde, salió de la oficina de ORGASMO (revista de un editor asociado y viejo amigo de Malik, con quién solía almorzar frecuentemente, pero que no ofreció ninguna pista substancial) en el 110 de la calle Cuarta Oeste, y recordó que estaba a sólo media cuadra de la sucursal principal de la Biblioteca Pública de New York. Se dio cuenta de que aquel mosquito había estado zumbando en su mente desde que vio los raros memorandos Illuminati de Malik. Qué más da, pensó, solamente serán unos cuantos minutos perdidos de un día perdido.

Al menos la congestión en la ventanilla del salón de referencias no era tan terrible como el embotellamiento de la Canal Street. Atlántida y sus Dioses, del profesor J. N. Marsh, le fue enviado diecisiete minutos después y comenzó a hojearlo, buscando un pasaje que recordaba vagamente. Al final dio con él en la página 123:

Hans Stefan Santesson señala la similitud básica entre los rituales de investidura mayas y egipcios, como indicó el Coronel Churchward en sus libros, exhaustivos pero mal encaminados, sobre el continente perdido de Mu. Como hemos demostrado, la obsesión de Churchward con el Pacífico, basada en las pistas que obtuvo en un templo asiático sobre nuestros ancestros desaparecidos, lo llevó a atribuir a Mu gran parte de la historia real de la verdadera Atlántida. Pero este fragmento de Comprendiendo a Mu de Santesson (Paperback Library, New York, 1970, página 117), necesita solamente una pequeña corrección:

Entonces fue llevado al Trono de la Regeneración del Alma, y realizaron la Ceremonia de Investidura o Iluminación. Luego, tuvo que sortear varias pruebas penosas antes de llegar a la Cámara del Oriente y al Trono de Ra para convertirse en un Maestro verdadero. A la distancia, pudo ver por sí mismo la luz increada que significaba toda futura alegría… en otras palabras, como señala Churchward, en ambas culturas (egipcia y maya) el iniciado debía “soportar” (es decir: sobrevivir) “pruebas feroces” para ser considerado un adepto. El adepto debía transformarse en justificado. Y el justificado en iluminado… la destrucción de Mu se conmemora en la posiblemente simbólica Casa de Fuego Maya Quiché y en la relativamente posterior Cámara del Fuego Central de los Misterios que, nos han dicho, se celebraba en la Gran Pirámide.

Si sustituimos Atlántida por Mu, Churchward y Santesson están en lo cierto, básicamente. El dios, por supuesto, podía elegir la forma en la que aparecería en la prueba final, y, ya que dichos dioses (o Lloigor en el lenguaje atlante) poseían el don de la telepatía, podían leer la mente del iniciado y manifestarse en la forma más terrorífica para aquel individuo en especial, a pesar de que las formas más comunes fueran las del shoggoth y la del Gigante Furioso clásico, como se ve en las estatuas aztecas de Tlaloc. Para emplear un concepto más divertido, si estos seres hubieran sobrevivido hasta nuestros días, como afirman algunos ocultistas, aparecerían ante los ojos de un norteamericano ordinario como King Kong, o tal vez como Drácula o el Hombre Lobo.

Los sacrificios exigidos por dichas criaturas evidentemente contribuyeron de manera notable a la decadencia de Atlántida, y podemos conjeturar que las ceremonias crematorias practicadas por los celtas en Beltane e incluso los rituales aztecas, quienes convertían sus altares en mataderos, eran mínimas en comparación, siendo simplemente el resultado de una tradición remanente luego de que la amenaza verdadera de los Lloigor desapareciera. Nosotros no comprendemos el propósito de estos rituales sangrientos porque no podemos sondear la naturaleza, o incluso el tipo de materia o energía, que daba forma a estos Lloigor. El nombre del líder de estos seres, conocido en los Manuscritos Pnakóticos y en los fragmentos de Eltdown como Iok-Sotot: “El Devorador de Almas”, sugiere que los Lloigor necesitaban de cierto tipo de energía o vibración psíquica que emanaba de la víctima agonizante; el cuerpo físico era devorado por los mismos sacerdotes, como en el caso del culto de comedores de cadáveres de Leng, o simplemente era desechado, como hacían los Thugs en India.

Pensativo y silencioso, Danny Pricefixer devolvió el libro al empleado en la ventanilla. Pensativo y silencioso, salió de la biblioteca hacia la Quinta Avenida y se detuvo entre los dos leones guardianes ¿Quién había sido? pensaba ¿Quién había preguntado aquello?: “Nadie quiere más guerras, pero las guerras continúan sucediendo ¿Por qué?”. Miró el smog asesino a su alrededor y se planteó un acertijo a sí mismo: “Nadie quiere aire contaminado, pero la polución continúa creciendo ¿Por qué?”.

Las palabras del profesor Marsh volvieron a él: “si estos seres hubieran sobrevivido hasta nuestros días, como afirman algunos ocultistas…”.

Mientras caminaba hacia su auto pasó por un puesto de periódicos y vio que los encabezados de las ediciones tardías todavía referían al desastre en la mansión Drake. De cualquier manera, no tenían nada que ver con su problema, así que los ignoró.

Sherri Brandi continuó con su canturreo mental, manteniendo el ritmo del movimiento de su boca… cincuenta y tres rinocerontes grandotes, cincuenta y cuatro rinocerontes grandotes, cincuenta y cinco - las uñas de Carmel se clavaron en sus hombros súbitamente, y un borbotón salado y caliente bañó su lengua. Gracias al Señor, pensó, al fin el bastardo acabó. Su mandíbula estaba cansada, tenía el cuello endurecido y le dolían las rodillas, pero al menos aquel hijo de puta iba a estar de buen humor ahora y no la iba a golpear por no tener mucha información sobre Charlie y sus bichos.

Se puso de pié, estirando los músculos de las piernas y del cuello para aliviar los calambres, y revisó su vestido para ver si algo de la acabada de Carmel lo había manchado. A la mayoría de los hombres les gustaba verla desnuda mientras ella les practicaba una chupada, pero no al maldito de Carmel; él siempre insistía en que ella llevara su mejor vestido. Se percató de que a él le encantaba ensuciarla; pero, bueno, no era tan malo como otros chulos, y todos debemos obtener nuestra ganancia de algún modo.

Carmel se desparramó en el sillón, con los ojos todavía cerrados. Sherri trajo la toalla que había estado entibiando sobre el radiador y completó la transacción, secándole y besándole gentilmente su horrible aparato antes de devolverlo dentro de los calzones y cerrarle la bragueta. Él parece un maldito sapo, pensó amargamente, o una ardilla malhumorada.

“Espectacular” dijo él, finalmente. “Los clientes realmente gastan bien su dinero contigo, nena. Ahora cuéntame sobre Charlie y sus bichos”.

Sherri, todavía acalambrada, arrastró un banquillo y se sentó en el borde. “Bien,” dijo “¿Sabes? tuve que ser cuidadosa. Si él se entera de que intento sacarle información, me dejaría y contrataría a otra chica…”

“¿Así que fuiste tan cautelosa que no obtuviste nada de él?” interrumpió Carmel, acusador.

“Oh, no; él está ido” respondió ella, insegura. “Quiero decir, realmente loco. Debe tratarse de algo… eh, importante… para que quieras hacer tratos con él…” Volvió a enfocarse. “Algo que sé, es que cree que se va a otros planetas cuando sueña. Un planeta llamado Atlántida ¿Sabes cuál es?”.

Carmel frunció el entrecejo. Esto se iba a poner complicado: primero, encontrar un comunista; luego, descubrir la forma de obtener información de Charlie evitando al FBI, la CIA y a todos los otros agentes gubernamentales; y ahora, tenía que averiguar cómo relacionarse con un maniático… Levantó los ojos y vio que Sherri estaba desenfocada nuevamente, con la mirada en el vacío. Maldita drogona, pensó, pero luego observó que la chica comenzaba a deslizarse del banquillo hasta caer inconciente en el suelo.

“¿Qué mierda…?” dijo Carmel en voz alta.

Pero cuando se arrodilló a su lado para buscarle el pulso, su cara empalideció. Jesús, Jesús, Jesús, pensó mientras se ponía de pié, ahora debo deshacerme de un puto corpus delectus. La maldita perra se murió.

“¡Puedo ver los fnords!” gritó Barney Muldoon, levantando la vista del Miami Herald con una sonrisa feliz.

Joe Malik sonrió satisfecho. Aquél había sido un día febril - Hagbard había librado una batalla en Atlántida y George Dorn había sido iniciado -, pero ahora, al fin, tenía la sensación de que su grupo estaba ganando. Dos mentes que habían sido puestas en un viaje mortal por los Illuminati fueron rescatadas exitosamente. Ahora, si todo funcionaba bien entre George y Robert Putney Drake…

El intercomunicador zumbó y Joe respondió desde la otra punta del salón sin levantarse: “Malik”.

“¿Cómo está Muldoon?” preguntó la voz de Hagbard.

“Progresando. Ve los fnords en el Miami Herald”.

“Excelente” dijo Hagbard distraídamente. “Mavis reporta que Saúl también está progresando, y que vio los fnords en el New York Times. Trae a Muldoon a mi camarote. Hemos localizado ese otro problema - las vibraciones enfermizas que FUCKUP ha estado rastreando desde marzo -. Es en algún lugar cercano a Las Vegas, y se encuentra en estado crítico. Creemos que ya hubo una muerte”.

“Pero debemos llegar a Ingolstadt antes de la noche de Walpurgis…” dijo Joe meditabundo.

“Modifica y reescribe” dijo Hagbard. “Algunos iremos a Ingolstadt, y otros a Las Vegas. Es el viejo ataque a dos frentes de los Illuminati - un ataque doble desde diferentes direcciones. Muevan el culo, chicos. Están haciendo inmanente el Eskatón”.

WEISHAUPT ¿Fnords? ¡Prffft!

Otra interrupción. Esta vez eran las Madres Contra el Muzak. Ya que me pareció la causa más justa del día, le di $ 1 a la mujer. Creo que si podemos acabar con el Muzak, muchas de nuestras enfermedades también desaparecerían, porque probablemente son síntomas de stress provocados por esa polución sonora.

Bien, se está haciendo tarde y debo concluir con esto. Un mes antes de nuestro experimento en el KCUF - o sea, el 23 de Septiembre de 1970 -, Timothy Leary burló a cinco agentes federales en el aeropuerto O’Hare, aquí en Chicago. Había jurado disparar antes que volver a prisión, y llevaba un arma en el bolsillo. Ninguno de ellos lo reconoció… y, ah, si, había un policía llamado Timothy O’Leary en el cuarto de hospital donde murió Dutch Schultz el 23 de Octubre de 1935.

He guardado lo mejor para el final. Aldous Huxley, la primer gran figura literaria iluminada por Leary, murió el mismo día que John F. Kennedy. El último ensayo que escribió giraba en torno a la frase de Shakespeare: “El tiempo debe tener un límite” - la cual ya había usado previamente como título de una novela sobre la vida después de la muerte. “La vida es una ilusión,” escribió, “pero una ilusión que debemos tomar con seriedad”. Dos años después, Laura, la viuda de Huxley, conoció al médium Keith Milton Rhinehart. Como la viuda cuenta en su libro Este Momento Atemporal, le pidió a Rhinehart que contactase con Aldous, y el médium le contestó que Aldous deseaba transmitir la “clásica evidencia de supervivencia del alma”, es decir, un mensaje que no pudiera ser explicado “simplemente” como telepatía, o como algo que Rhinehart leía en la mente de Laura. Debía ser algo que solamente pudiera venir de la mente de Huxley.

Rhinehart recibió el mensaje: eran instrucciones para que ella fuera a la casa, a un cuarto que el médium no conocía y que tomara un libro en particular, que no le era familiar. Laura debía leer cierta línea de cierta página. Aldous había leído aquél libro, pero ella ni siquiera lo había hojeado aún; era una antología de crítica literaria. La línea indicada - la he memorizado - decía: “Aldous Huxley nos sorprende con esta comunicación admirable, en la cual la paradoja, la erudición, en el sentido poético de la palabra, y el sentido del humor están entrelazados de manera eficaz” ¿Necesito agregar que era la página 17, y que la línea era, por supuesto, la línea 23?

(Supongo que has leído a Suetonio y sabrás que J. César murió gracias a las 23 puñaladas que le dieron Brutus & Co.)

Un abrazo, Joe. Ya vendrán peores ataques a tu razón. Pronto verás los fnords.

Salve Eris.

PD: Tu pregunta sobre las vibraciones y la telepatía, puede ser respondida fácilmente. La energía está siempre moviéndose dentro, a través y fuera nuestro. Es por eso que las vibraciones deben ser las correctas para poder leer a alguien sin interferencia estática. Toda emoción es movimiento.




[1] 'You wascal wabbit!' en el original (nota del trad.)

[2] Young Men Christian Association: Asociación Cristiana de Jóvenes.



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